«Dimitir» no es un nombre ruso
El lema «dimitir no es un nombre ruso» apareció en las movilizaciones del 15-M como la expresión del hartazgo ante la falta de costumbre en España a la hora de asumir responsabilidades políticas ante un escándalo, y es que la tendencia del político inmerso en uno de ellos sigue siendo la de aferrarse a su sillón. Es cierto que ahora resulta más difícil, debido al creciente malestar ciudadano, pero no lo es menos que nuestros representantes siguen confundiendo el noble ejercicio de la dimisión, con el nombre ruso del que solo le separa el orden de dos letras.
Han pasado ya cinco días y el inefable presidente de Nuevas Generaciones del PP -cuando daño están haciendo las organizaciones juveniles de los partidos al noble ejercicio de la política- y concejal de Juventud de la flamante corporación municipal de la capital, sigue representando a TODOS los granadinos y granadinas, después de haber cubierto de vergüenza a esta ciudad y a su partido, tras sus incalificables tuits difundidos el pasado lunes, a cuenta de sus «vivencias», como apoderado o interventor del PP, lo mismo da que da lo mismo, en un colegio electoral de la zona norte.
Fernando Parra, que así se llama el concejal infante, se descolgaba con un hilo en la red social del pajarito azul, en el que en pocas líneas no cabía más racismo, más xenofobia, más aporofobia, ni más estupidez.
«Os voy a contar mi surrealista jornada electoral de ayer». Así comenzaba su relato tuitero el pimpollo popular, vomitando una serie de comentarios que, no se sabe bien si con ánimo de denunciar irregularidades, ser «gracioso», o ambas cosas a la vez, ridiculizaban y despreciaban a los votantes a los que supuestamente debía auxiliar.
Fernando «denunciaba» que para constituir las mesas hubo problemas porque varios de los integrantes «no sabían ni leer ni escribir, eran analfabetos», lo que el futuro prócer de la patria imputaba a que “el 95 por ciento de los votantes de ese colegio eran de etnia gitana». No satisfecho, Fernando, siguió ridiculizando a los votantes, señalando que algunos de ellos entraron al colegio «al grito de ‘Hay que votar al pezooeee que nos quitan las pagas los del pepeee».
«…Ya os podéis imaginar el nivel que había allí», continuaba en otro tuit, describiendo «las diferentes formas en las que los gitanos llamaban al PSOE», que según añade el próximo académico de la Lengua, eran «el del capulloooo» y «el partío de los probees».
El jefe granadino de los polluelos de la gaviota, continuaba más adelante con esta «exquisitez»: «La experiencia de ayer me confirma lo que una vez dije en un debate en la Facultad de políticas de la UGR, al PSOE le interesa que haya pobreza y analfabetismo, porque es de esto de lo que se nutre electoralmente, por eso promueven el subvencionismo y la pobreza en el país».
Solo un indocumentado digital puede suponer que una astracanada del tamaño de la que protagonizó nuestro «artista», no iba a tener consecuencias. Los pantallazos de sus rebuznos del lunes, llegaban a las pocas horas hasta asociaciones, colectivos, partidos, periodistas y hasta el Defensor del Pueblo Andaluz, montándose un descalzaperros de padre y muy señor mío, que fue creciendo hasta que el martes y el miércoles, se convertía en tema nacional y en un dolor de muelas de los gordos para su jefa y alcaldesa Marifran Carazo.
No intenten, aunque solo fuera por un ejercicio de vergüenza ajena, probar a visitar su perfil, porque como todo buen cobarde, el «politólogo» @fparra_94, a quien apenas siguen 320 personas en twitter, le ha puesto un candadito a su cuenta, lo que significa que solo pueden leer sus excrecencias los «amiguitos» de Nuevas Generaciones y su prima la de Burgos. Éso sí, después de haber intentado «disculparse» con otra gracieta parafraseando al Emérito y escribiendo: “Buenos días, quería antes que nada pedir disculpas por unos desafortunados tuits que puse ayer en esta red social, no volverá a ocurrir. Lo siento mucho”. Por cierto, Fernando ¿Tú sabes como se disculpa de verdad un político que ha proferido tal sarta de mensajes racistas, xenófobos y aporófobos, (lo mismo no sabes que significa esto)? Pues dimitiendo, como han exigido que hagas partidos políticos, sindicatos, asociaciones gitanas y colectivos vecinales.
La alcaldesa, que no imaginaba que sus días de vino y rosas se iban a amargar tan pronto a cuenta de semejante «cayetanada», señalaba ayer que las declaraciones de su concejal le parecen «equivocadas, un error» y que así se lo había trasladado, remarcando que se ha «equivocado» y «en primer lugar tiene que pedir disculpas y hacerlo convencido de su error», como ha hecho, según ha agregado. «En la vida uno se equivoca y tiene que pedir disculpas» abundaba la regidora a este respecto… Correcto, señora Carazo, pero absolutamente insuficiente.
Si la alcaldesa quiere ganarse el respeto de toda esta ciudad y no solo de sus distritos de bien, debería cesar de inmediato a su concejal pimpollo, ya que este no ha tenido la gallardía de presentarle la dimisión y así ahorrarle el bochorno que está sufriendo por su causa.
Con todos mis respetos, mensajes de la gravedad de los de Fernando Parra, no se pueden pasar por alto con una «regañina» y pidiéndole que se disculpe como un adolescente travieso. Si una conducta como la del presidente de NNGG no tiene consecuencias políticas, Carazo está lanzando un mensaje muy peligroso a los cachorros del PP, que no es que necesiten muchos ánimos para profundizar en su deriva ultra.
La alcaldesa de Granada se encuentra pues ante su primer marrón serio, pero también ante una enorme oportunidad. Ni más, ni menos, que la de demostrar a esta ciudad, que a ella no la van a encontrar ni en el racismo, ni en la xenofobia, ni en la misoginia, ni en la prepotencia y que no le va a temblar el pulso a la hora de cortar de raíz ese tipo de conductas.
Decía un granadino universal como Federico García Lorca: «Yo creo que el ser de Granada me inclina a la comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío… del morisco que todos llevamos dentro». Si queremos que esta ciudad sea de verdad la ciudad de la tolerancia, de la integración y de la concordia, deberíamos hacer de esa reflexión de Federico una de nuestras máximas de conducta, y nuestros representantes electos deberían ser los primeros en dar ejemplo.
Creo firmemente, alcaldesa, que el cese fulminante de su concejal de Juventud, es una de esas pruebas que hacen grande a una política y llenan de crédito ético y estético su mochila. ¡Ánimo Marifran! Granada te está esperando.