Disparidad de criterios
Estamos asistiendo a la multiplicación diaria de los casos COVID en todas las provincias españolas. La verdad es que no sé de qué nos extrañamos, cuando estamos habituados a ver personas sin mascarilla o mal colocadas, además de saber cómo grupos de más de diez personas no convivientes se reúnen en casas para seguir relacionándose como si el virus fuera cosa de otros.
Esta semana, en los centros educativos de Andalucía, el número de alumnos y alumnas contagiados de COVID ha crecido de forma exponencial. Los docentes y las familias, sabíamos que esto llegaría, pero no tan rápido. Sigo pensando que los protocolos funcionan, pero hay un pequeño gran problema: cuando no están bajo el control de la autoridad, el cumplimiento de las normas propuestas por Sanidad, baja de forma considerable.
La lucha contra el coronavirus lo podríamos calificar de ser la III Guerra Mundial. Todos los ciudadanos somos los miembros de un mismo ejército. Si fuese una guerra cuerpo a cuerpo, sabríamos que quien se descuide, se lleva carga correspondiente de plomo. El problema es que esto es una travesía por un campo de minas. Hay que tener cien mil ojos para no pisar la mina cargada de SARS-CoV-2. No solo caemos nosotros, sino también quienes tenemos alrededor. La concienciación y compromiso individual, es imprescindible
Si alguien ha tenido la mala suerte de pisar la mina, procede a ir al hospital a hacerse su pertinente prueba PCR. Desde Sanidad empiezan a tomar medidas de actuación y contacto con su entorno más cercano y a preguntar cómo, dónde y qué ha hecho ese alumno o alumna. Como de todos es sabido, prácticamente todo el alumnado está sentado de forma individual en sus pupitres, y sólo se quitan la mascarilla para merendar y beber un trago de agua. Se extreman las medidas de seguridad, pero seamos honestos, a la hora del recreo, mientras están jugando, las distancias sociales no son capaces de cumplirlas. Que tampoco se eche la Administración las manos a la cabeza, que no ha puesto solución a clases de ratio 25/30 sin distancia de seguridad suficiente… El riesgo cero de contagio, no existe.
He estado hablando con diversos compañeros/as y amigos/as docentes. La disparidad de criterios ante un caso COVID es, sencillamente, espectacular. Desde tener un solo positivo y cerrar las tres clases de ese nivel, hasta tener tres positivos en una clase y ni tan siquiera confinar esa clase. Un positivo y confinar a sus compañeros de alrededor,o incluso tener el caso positivo de un menor y poner en cuarentena a toda la clase y a nueve docentes por haber tenido contacto con ese menor. Como veis, hay más remedios que en botica, aunque aquí priman los paños calientes “San Imbroda”.
Los Equipos Directivos se encuentran entre la espada y la pared, además de extenuados psicológicamente. Son docentes, no médicos, y se ciñen a lo que el centro COVID les insta a hacer en cada caso. Pero, ¿por qué hay tanta diferencia de criterios ante casos similares? ¿Según sea el municipio o el barrio así se actúa? ¿Por qué se está jugando de esa manera con la salud de toda la Comunidad Educativa?
Winston Churchill arengó a Inglaterra ante la ofensiva nazi, con aquella mítica frase de “la guerra nos va a costar sangre, sudor y lágrimas”. La Comunidad Educativa empezó el curso con muchas ganas y con muchísimo ánimo, pero, sinceramente, las bajas se nos acumulan y la moral de la tropa empieza a caer en picado. ¿Nos va a costar el curso sangre, sudor y lágrimas? ¿No será el momento de pasar al plan B? Al menos, hagan el favor de unificar criterios.