El asesinato de Beatriz Collado (2006)
El 2 de marzo de 2006 Granada se levantaba con la terrible noticia del hallazgo del cuerpo sin vida de una mujer flotando en el pantano del río Cubillas, en el lugar de recreo conocido como “la Playa”. El cadáver fue hallado por la mañana por un empleado de la limpieza cuando desarrollaba sus tareas y lo vio flotando a pocos metros de la orilla. Estaba vestida con ropa de deporte.
Horas más tarde, los padres de una joven a la que se buscaba y cuyo rastro había sido perdido la noche del miércoles después de que saliera a correr por Granada, reconocieron el cuerpo sin vida como su hija, Beatriz Collado Ramírez, de 27 años de edad, diplomada en Magisterio.
La mujer desaparecida residía en el Cerrillo de Maracena, un barrio tranquilo situado en el borde oeste de la capital. Tras el hallazgo del cuerpo y una vez ordenado el levantamiento por el titular del juzgado de instrucción núm. 3 sería trasladado para ser reconocido al Instituto Anatómico Forense de Granada. Tras practicarse la diligencia de reconocimiento y quedar constatada su identidad se le practicaría la autopsia, mientras la Policía y la Guardia Civil trataban de esclarecer el crimen. El informe forense pondría de manifiesto que Beatriz había muerto por asfixia y que había sido agredida sexualmente, encontrándose restos orgánicos en el interior de su cuerpo, presumiblemente del agresor.
Alerta
La voz de alarma por la desaparición de Beatriz fue dada por su novio, que residía en Madrid. Este declararía que la chica, tras salir a correr, le había llamado a las 21,15 horas al comprobar que “dos” individuos con mala apariencia estaban acechándola en su vehículo. Las últimas palabras que habría escuchado cuando esto le comunicaba la chica fueron: “apaga el móvil y quédate tranquila”, proferidas por una desconocida voz de varón. Después nada más supo de ella, porque en vano trató de contactar con su novia en varias ocasiones sin lograrlo.
Conmovido por la situación descrita y sin saber exactamente dónde podría encontrarse estacionado el vehículo con Beatriz se puso en contacto con la familia de su novia y les relato lo ocurrido. Los padres de Beatriz se personaron inmediatamente en la comisaría de Policía tratando de recabar ayuda y esclarecer lo que podía suceder. El coche sería localizado pasadas las 2 de la madrugada del 2 de marzo en el Parque Almunia de Aynadamar, en la zona noroeste de la capital, cerca de donde la familia creía, como así resultaría, que Beatriz podría haber aparcado para ir a practicar deporte. El vehículo, un Fiat Punto, estaba estacionado en la calle Calera y tenía rota la ventanilla del cristal delantero derecho. A primeras horas de la mañana de ese mismo día, sería localizado en el pantano el cuerpo sin vida de Beatriz.
Una pareja
El hecho de que el cuerpo de Beatriz no presentara pruebas o señales externas de violencia, hizo que la Policía, antes de tratar de localizar el paradero de su teléfono se centrara principalmente en realizar distintas averiguaciones en su entorno más cercano, con el fin de conocer si el autor o autores de su muerte podían ser conocidos de la chica. Descartada esta posibilidad los investigadores se ocuparon decididamente en la localización de su teléfono, que no había aparecido ni en el vehículo, ni entre las pertenencias de la víctima.
Las pesquisas darían resultado pronto. Mediante técnicas de comprobación digital, rastreo y triangulación, el celular de Beatriz pudo localizarse en poder J.M.G.R., de 43 años, que rápidamente fue relacionada con José M. G., de 31 años, de la que era compañera sentimental. Ambos fueron detenidos por la Policía el día 16 de marzo pasando a disposición judicial.
Ambos declararían que el teléfono lo habían comprado a un muchacho que, poco después sería localizado y detenido por la Policía Judicial, siendo puesto a disposición del instructor. Este tercer detenido resultó ser A.L.F., de 20 años, que, sin embargo, mantendría desde el primer momento que no tenía relación alguna con el teléfono ni con su venta. La Policía lograría aclarar la realidad de lo sucedido en atención a las contradicciones en las que incurrió la pareja, de modo que el día 25 de marzo el joven fue puesto en libertad y aunque volvió a comparecer ante la magistrado titular del Juzgado de Instrucción 3 ante la que se seguían las diligencias, quedaría finalmente libre sin cargos. Resultaría que José M.G. había reglado a su compañera sentimental su teléfono y que el joven había sido denunciado falsamente. J.M.G.R. achacó las contradicciones en sus declaraciones a que “tenía muy mala memoria” y a que “las circunstancias le crearon un cacao y un estado de nervios tal después de que se le culpara sin tener nada que ver, que no sabía qué decía”, razón por la cual imputó a A.L.F. Seguidamente, José M.G. sería imputado por los delitos de detención ilegal, agresión sexual, robo con intimidación y homicidio doloso, o sea, asesinato, como autor del crimen de la joven perpetrado la madrugada del día 2 de marzo de 2006. Delitos que confesaría parcialmente puesto que se declaró autor de la violación de Beatriz, pero no la muerte de su muerte, que atribuiría a un tercero en el seno de una extraña situación…
Versión increíble
José M.G. un sujeto incalificable que durante la instrucción y el juicio no dudaría en hacer declaraciones peregrinas como que “él era un delincuente, pero no un asesino” y que atribuyó el homicidio a una trama rocambolesca, resultó ser un individuo todavía más despreciable de lo que su larguísimo historial delictivo, que ya para entonces atesoraba, decía sobre él. Anecdótico entre sus crímenes sería el hecho de que el día antes de recibir la condena por el caso de Beatriz Collado Ramírez, sería condenado a 14 años de prisión por un delito de robo y de intento de agresión sexual cometido en Estepona casi al mismo tiempo que el tremendo crimen de la joven granadina. O como tenía antecedentes varios por delitos contra la propiedad y la libertad de las personas.
Acaso, lo más llamativo sería la versión que mantuvo sobre lo sucedido, que solo puede ser considerado como una interminable retahíla de mentiras tan rocambolescas increíbles solo achacables, no a una mente perturbada, que él no tenía como dijeron los peritos que informaron sobre su personalidad, sino a la de un auténtico sociópata y un individuo criminalmente muy peligroso.
José M.G. declaró durante la instrucción y en la vista oral del juicio que dos personas le obligaron a mantener relaciones sexuales con la joven para tratar así de inculparle en un crimen después de haber incumplido un ajuste de cuentas. Insistió en que dos personas de nacionalidad turca le obligaron a violar a la chica, después de que él hubiera incumplido un supuesto pacto hecho con otros sujetos cuando estaba en prisión y por lo que había recibido un dinero; un acuerdo mafioso por el que él debía matar a seis personas. “Me abordaron y me dijeron: ‘Tienes que hacer un trabajo para nosotros'», dijo en su declaración ante la Sala en el juicio, argumentado que “entonces encontró a una chica, que no conocía y a la que preguntó qué hacía allí y qué tenía que ver en ese asunto». Según la versión de José M.G., estos sicarios le habrían obligado a mantener relaciones sexuales con Beatriz, a la que sacó del coche y violó, pese a que, no tuvo recato en decir que «no eran unas circunstancias como para hacer el amor con una mujer» y que «la muchacha no consentía nada». «Beatriz no se defendió, no pudo hacer defensa alguna», añadió, que además dijo que “si él, en ese momento, estaba muy atemorizado, la chica lo estaba mucho más». Después de violarla, acto seguido, una de las personas que le habían amenazado, ha relatado, “le hizo un torniquete a Beatriz con una bufanda que llevaba y la tiró junto a otro —que sería el segundo hombre que estaría con él en el momento de abordar a Beatriz, llegó a insinuar—, al pantano de Cubillas, donde se encontraban”.
El juicio y la condena
La celebración del juicio contra José M.G., de 31 años, natural de Almería, separado, vecino de Granada y oficio de albañil, por la muerte de Beatriz Collado Ramírez, fue suspendido hasta en cinco ocasiones por distintos motivos teniendo el Colegio de Abogados de Granada ante la renuncia de los sucesivos letrados designados proceder a otras tantas designaciones, recayendo finalmente en uno de los más reconocidos abogados del foro granadino, Alfonso Labella Medina. Se inició finalmente el 19 de febrero de 2008, casi dos años después de haber sucedido los hechos. La Sala estaba integrada por los magistrados Carlos Rodríguez Valverde, que fue el ponente, Rosa María Pretel Ginel y Maravillas Barrales León.
Durante el juicio que se extendió durante tres sesiones declararon ocho testigos: una compañera de trabajo de Beatriz, el novio de la víctima que además ejercía la acusación particular, dos hermanas de la víctima, el trabajador de limpieza que halló el cadáver, el hermano, el sobrino del acusado y la que entonces era compañera sentimental del procesado, J.M.G.R., que inicialmente fue detenida como sospechosa y en cuyo poder fue hallado el teléfono de Beatriz.
Las declaraciones de los forenses y peritos no dejaron lugar a dudas sobre la autoría del crimen, ya confesada por el acusado. Los resultados de las pruebas biológicas practicadas no dejaron margen a la duda de la autoría de José M.G. La coincidencia entre los restos orgánicos hallados en el interior del cuerpo de Beatriz y los pelos localizados en el pañuelo con el que fue estrangulada, con el perfil genético del sospechoso eran absolutos.
Al final, la sentencia pronunciada el 27 de febrero de 2008, la cual fue comunicada el mismo día en que se cumplían 2 años del asesinato de Beatriz, impuso al acusado la condena de, en total, 32 años de prisión, inhabilitación y accesorias, por los delitos de detención ilegal, agresión sexual y asesinato. La sentencia fue casada por el Tribunal Supremo que rebajó la condena en un año al no apreciar reincidencia en la conducta delictiva relativa al delito de detención ilegal. Actualmente José M.G. cumple condena.
Tras cumplir los 25 años que como máximo tiene señalado el cumplimiento efectivo del fallo, hay que abonar los 14 años a los que fue condenado por la sentencia de 21 de febrero de 2008 por el crimen de Estepona que fue pronunciada el día antes.
Una nota final
Los hechos declarados probados en la sentencia que condenó al agresor y asesino de Beatriz Collado son de tal crudeza que considero conveniente no transcribirlos, más que nada por respeto a la memoria de la víctima y hacia sus familiares. No son ni más ni menos terribles que los de otros sucesos en los que si lo he hecho a lo largo de estos capítulos. No obstante, recuerdo la terrible impresión con la que en mi entorno se vivió este terrible suceso, por lo que mejor quede aquí esta página de la historia, en este dossier negro, sobre la Granada más reciente.