El Centro Guerrero expone una selección de obras de la colección propia del genio granadino
El Centro José Guerrero, gestionado por la Diputación de Granada, inaugura este jueves una exposición de distintas obras del pintor granadino José Guerrero, que permanecerán expuestas hasta el 29 de agosto y que incluyen pintura contemporánea, pop art y collages de la familia, entre otras piezas.
La colección, que estará acompañada de tres cuadros del también pintor Miguel Ángel Campano, abarca las etapas principales que atravesó la obra de Guerrero, desde sus primeras composiciones a mediados de los cuarenta hasta su plenitud a finales de los ochenta, siguiendo un recorrido cronológico, que es también «el relato de una vida», y ordenado en capítulos, ha explicado la vicepresidenta primera y diputada de Cultura, Fátima Gómez, que ha visitado la exposición junto al director del centro, Francisco Baena.
El recorrido comienza en la planta baja del centro, donde se exponen cuatro lienzos que van desde sus inicios en la abstracción dentro de los códigos «biomórficos», en la primera mitad de los años 50, hasta la decantación de un estilo más meditado, a finales de los sesenta, pasando por su integración en la Escuela de Nueva York. Según la diputada, esas obras «abarcan toda esa trayectoria y compendian su paso del aprendizaje a la maestría en la pintura contemporánea».
La siguiente parada, en la primera planta, acoge uno de los conjuntos «más celebrados e influyentes» de su creación, que evidencia el impacto que acusó su obra del pop art, a comienzos de los setenta, cuando cada vez es más importante el orden, la arquitectura del cuadro, y Guerrero construye sus formas a partir de la imagen de un objeto de uso cotidiano, como los estuches de cerillas, en la etapa de las «Fosforescencias». Esta parte de la exposición cuenta también con varias tintas sepia sobre papel de la familia Guerrero.
Así, en la segunda planta, se muestra la deconstrucción de ese repertorio «icónico», ya insinuado en las últimas telas de la primera y, sobre todo, en «Crecientes horizontales», una etapa que da paso a campos de color tensados por franjas horizontales o verticales, alguna línea o acentos gráficos, campos vibrantes, no planos, y en los que los bordes, los intersticios y las fronteras entre una masa y otra cobran más importancia. En esta ocasión, también se incluyen obras sobre papel de la colección y collages de la familia que permiten intuir cómo estudiaba sus composiciones antes de trasladarlas al lienzo.
Por último, en la tercera planta, se encuentra una suite compuesta a partir de «La brecha de Víznar» (1966) y «La brecha III» (1989), junto a «Brecha», de Miguel Ángel Campano, obra que el pintor realizó para la exposición que tuvo lugar en el mismo centro en 2002 y que su hijo ha cedido como homenaje a quien aquel tuvo por maestro. También se pueden ver otras dos pinturas del autor pertenecientes a la colección de la Diputación de Granada.