El José Guerrero estrena una exposición fotográfica de Juan Manuel Castro y Rafael Trapiello

El José Guerrero estrena una exposición fotográfica de Juan Manuel Castro y Rafael Trapiello

  • La muestra “Solovki” de Castro Prieto y Rafael Trapiello reúne 50 fotografías cercanas a lo pictórico sobre el archipiélago ruso de Solovetsky

El Centro José Guerrero de la Diputación de Granada arranca 2020 con una propuesta fotográfica de alto nivel. El museo de arte contemporáneo de la provincia acoge una gran exposición de Juan Manuel Castro Prieto, Premio Nacional de Fotografía 2015 y su discípulo Rafael Trapiello, que explora visual y emocionalmente la región de “Solovki”, el archipiélago ruso del Mar Blanco, donde Stalin ubicó el primer Gulag de la historia.

La diputada provincial de Cultura y Memoria Histórica y Democrática, Fátima Gómez, ha recordado durante la presentación que “para abrir el año del veinte aniversario del Centro Guerrero hemos recurrido a una de sus líneas de actuación mejor valoradas: la fotografía, un arte al que venimos prestando atención desde el principio del museo y en este caso concreto, la fotografía en color, en homenaje a José Guerrero, que era un reconocido maestro del color”.

Gómez ha reconocido la maestría de Juan Manuel Castro Prieto, “un autor conocido en la Diputación de Granada, que en los primeros años 80 le concedió una beca dentro de su convocatoria Espacio Público, gracias a la cual contamos con algunas fotos suyas en nuestra colección de arte contemporáneo”.

El director del Centro José Guerrero, Paco Baena, ha indicado que “se trata de un proyecto especialmente logrado dentro de la carrera de los dos autores, la trayectoria reconocida del maestro Castro Prieto y la carrera todavía incipiente, pero con una excelencia demostrada, de Rafael Trapiello, que se conocen casi familiarmente desde hace mucho con lo que tienen una gran complicidad en el proyecto”.

Dicha complicidad ha hecho que los dos autores hayan querido firmar conjuntamente todas las fotografías que componen la exposición, en un gesto tan insólito como elocuente, que proclama su trabajo en equipo, el objetivo documental, el relevo generacional, el olvido del ego, entre otras cosas.

En este sentido, Juan Manuel Castro Prieto ha confesado que “el fotógrafo suele ser un lobo solitario, pero este ha sido un trabajo conjunto, en equipo, donde hemos estado los dos en todos los sitios, hemos usado un lenguaje homogéneo, hemos hablado durante los viajes y hemos estado los dos en la toma de decisiones, un acierto porque de esta forma el visitante solo ve las fotos y no busca las firmas de cada uno”.

Castro Prieto ha recordado que “la génesis del proyecto fue, en realidad, el encargo de una revista alemana para documentar el primer Gulag de la historia en las islas Solovetsky en el Mar Blanco, donde Stalin y Lenin crearon un gran campo de prisioneros, pero cuando llegamos la primera vez, descubrimos que ya no quedaba nada de aquello, porque el gobierno de Putin se había encargado de ir borrando todos los restos y los recuerdos de aquella época dramática y entonces decidimos hacerlo desde un punto de vista simbólico, metafórico, es decir que nuestras fotografías ayudasen a recordar lo que fue el Gulag porque de alguna manera, el terror que hubo en aquellas islas está presente, hay algo que habla de ese pasado tremendo y todo esto marca el presente”.

Por su parte, Rafael Trapiello ha destacado que “el archipiélago Solovetsky, conocido familiarmente como Solovki, es un lugar muy duro para vivir, donde el mar se congela ocho meses al año, que solo tiene un vuelo semanal, y que para el medio millón de prisioneros que pasó por allí entre 1923 y 1939 fue un sitio de donde era imposible escapar, porque si escapabas te esperaba la muerte segura, porque tenías un trayecto muy largo sobre un hielo quebradizo”.

Trapiello ha denunciado que “el lavado de imagen de Stalin puesto en marcha por Putin,
con la ayuda de la poderosa Iglesia Ortodoxa Rusa, está provocando que se persiga y encarcele a algunos historiadores, acusándoles falsamente de tráfico de drogas o pederastia y que se cierren los museos locales, y no debemos olvidar que la función principal de la fotografía es la memoria y sin memoria se pueden volver a repetir las atrocidades que han sucedido, como las de este primer Gulag o las guerras civiles”.

La exposición se compone de 50 fotografías originales, 17 imágenes de archivo y un vídeo documental y se divide en tres partes: una primera sobre el Monasterio de Solovki, que es el primer monumento declarado Patrimonio de la Humanidad de Rusia, un centro de peregrinación, y el poder principal de la isla; una segunda parte con imágenes de la vida cotidiana de la isla, que hoy es un lugar tranquilo y agradable que vive del turismo; y por último, la tercera reúne las imágenes más alegóricas y simbólicas del Gulag, que reflejan la opresión del sistema dictatorial.

El Centro Guerrero es la tercera sede que acoge la exposición, que ha pasado antes por el Centro de Arte Alcobendas, que la coproduce con la Fundación Caja Mediterráneo, y por el Centro Fotográfico La Llotgeta. La muestra se complementa con la edición de un catálogo que cuenta con un texto principal de Antonio Muñoz Molina, y la reproducción de todas las fotografías presentes en la exposición.

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