El miedo al contagio y a quedar separada del bebé tras su nacimiento, entre los factores que han empeorado la salud mental de las embarazadas durante la pandemia
- La Universidad de Granada ha liderado un macroestudio con más de 30.000 mujeres en periodo de gestación
El aislamiento, la lejanía respecto a los seres queridos, la mayor exposición a los riesgos de la enfermedad y el miedo a no recibir una adecuada atención sanitaria son solo algunos de los motivos que han contribuido a empeorar la salud mental de las mujeres embarazadas durante la pandemia de COVID-19. Así lo demuestra un macroestudio liderado desde el Departamento de Enfermería de la UGR.
Durante la investigación, realizada con más de 30.000 mujeres en periodo de gestación, se han detectado mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión. La salud mental de la población se ha visto perjudicada en líneas generales, pero las embarazadas han sufrido con mayor intensidad esta faceta de la pandemia.
“Dichas mujeres son más vulnerables frente a la infección por el virus, lo que ha generado una gran preocupación, especialmente al inicio de la pandemia, en el que había incertidumbre y una información muy limitada”, explica una de las investigadoras participantes, Blanca Riquelme Gallego.
Ello ha provocado el aislamiento de las embarazadas durante el periodo gestante y la lejanía respecto a sus seres queridos en momentos en los que hay una gran necesidad de apoyo. Por otro lado, muchas de estas mujeres no han acudido de forma presencial a algunas de las consultas de control del embarazo debido al miedo a contagiarse, por ejemplo, en el trayecto al centro de salud. “Las inquietudes y dudas de estas mujeres se han quedado sin solucionar, lo que les ha podido generar aún más preocupación”, detalla otro de los investigadores, Rafael Caparrós González, coordinador del proyecto GESTACOVID.
Son igualmente determinantes, según el estudio, los problemas a nivel social y económico a los que las mujeres han estado expuestas, uno de los elementos que explican el auge de las dificultades psicológicas de la población en general. La crisis económica generada tras el confinamiento duro ha sido fuente de estrés, en el momento en el que afecta directamente a la persona o a algún familiar.
El equipo científico considera necesaria la puesta en marcha de estrategias de detección de los síntomas, especialmente en embarazadas, “ya que sus consecuencias en la salud materna y fetal pueden llegar a ser muy graves”.
Miedo al contagio y a no recibir una atención adecuada
Un segundo estudio, liderado también desde la Universidad de Granada, concreta cómo las mujeres embarazadas han experimentado altos niveles de estrés específico por la pandemia. Este estrés se refiere al causado por las circunstancias de la enfermedad de COVID-19 y se relaciona con el miedo a contagiarse, a no recibir una adecuada asistencia sanitaria, no recibir suficiente alimento o a que el recién nacido pueda ser separado de su madre tras el nacimiento.
La investigación ha analizado el impacto de la violencia de género. Según han descrito las investigadoras Natalia Bueso y Julia Daugherty en el artículo científico, la salud mental de las mujeres embarazadas durante la COVID-19 se ha relacionado también con eventos violentos con la pareja. Así, las mujeres que han reportado violencia por parte de su pareja han mostrado una mayor probabilidad de sufrir psicopatología.
A futuro, los estudios tratan de descifrar si los efectos adversos debido a la pandemia de COVID-19 tienen impacto en el desarrollo fetal e infantil. El investigador Rafael Caparrós González argumenta que, aunque los bebés están parcialmente protegidos en el útero materno, “durante el embarazo el entorno materno puede afectar a su desarrollo y salud tras el nacimiento, determinando así las enfermedades que esos niños y niñas tendrán a lo largo de toda su vida”.