El modelo energético

Entre los días 31 de octubre y 12 de noviembre, se ha celebrado la Cumbre del Clima 2021 (COP26) en la ciudad de Glasgow.

Sin duda, el cambio climático es una amenaza para toda la humanidad. Lo que se haga en el extremo oriental de Asia, nos afecta a nosotros. Nos estamos jugando nuestra supervivencia, y el principal elemento para luchar contra el Cambio Climático es sin duda la transformación del actual modelo energético mundial.

No voy a entrar a opinar sobre la impresentable escena de los dirigentes políticos mundiales exigiendo a sus ciudadanos que tomen medidas de autocontrol, mientras ellos se rodeaban de ingentes ejércitos de “asesores”, utilizaban vehículos extremadamente contaminantes (aviones, coches, barcos…), ocupaban una desmesurada cantidad de oficinas para sus reuniones, etc.

Aunque como todo acuerdo, podría ser mejor, es un paso importante hacia la descarbonización global. Ahora solo hace falta que se cumpla, y en este sentido el anterior acuerdo pergeñado en Paris en 2015 es un buen ejemplo de como las palabras se quedan lejos de los hechos.

El acuerdo consolida el objetivo de limitar el alza de temperaturas a final de siglo a 1,5º C respecto a los niveles previos a la revolución industrial, que supera la mera «aspiración» de ese hito contenida en el histórico Acuerdo de París de 2015, donde el límite suscrito eran 2º C.

El acuerdo para poder ser aceptado por todas las partes, deja demasiado abierto la metodología de como alcanzar este objetivo, no obligando sino instando a los estados a abandonar el carbón, eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, sustituir los motores de combustión, o reducir las emisiones de metano (el otro gran Gas de Efecto Invernadero, GEIs). Tampoco han quedado definidos los instrumentos financieros de apoyo a los países no desarrollados para que puedan también realizar la transición energética.

Es muy importante que los grandes productores de GEIs (China 34%, USA 13%, India 7%, UE 7%, Rusia 4%) se hayan sumado al acuerdo final.

En el caso de la Unión Europea, se ha reducido alrededor del 23% el volumen emitido desde el año 2005 hasta la actualidad, y se pretende que para el año 2.050 se alcance la neutralidad climática (emitir igual cantidad de CO2 de lo que somos capaces de absorber).

Las vías para alcanzar esta neutralidad climática se basan en alcanzar la descarbonización de la economía. Mejorar la eficiencia del sistema productivo, y potenciar la acción de los sumideros naturales (vegetación, bosques) y de los sistemas de captura y almacenamiento de CO2 en el subsuelo.

Para conseguir la descarbonización se debe llevar a cabo un cambio estructural del actual modelo productivo, que elimine el uso del carbono en la producción energética, industrial, movilidad, agricultura. La base de la economía sería la utilización de motores eléctricos frente a los actuales de combustión. El abastecimiento eléctrico estaría basado en las energías alternativas.

Como trasfondo a esta apuesta europea se puede resaltar que este cambio del modelo económico tiene además dos razones muy importantes, aparte de la ambiental y el marketing a nivel mundial asociado a la “bondad” europea como adalid de la lucha contra el cambio climático: es una vía para alcanzar la independencia energética europea, y por otro lado, es una manera de incentivar la actividad económica interior, con la consiguiente creación de puestos de trabajo y generación de riqueza.

Es importante señalar que entre las medidas previstas está el denominado “Mecanismo de ajuste en frontera por emisiones de carbono”, el cual pretende fijar un precio a la importación de ciertos productos si vienen desde países cuyos objetivos no son lo suficientemente ambiciosos. El objetivo es evitar el traslado de la producción de las empresas a países con reglas de emisión menos estrictas.

Esto va a provocar la necesidad de incrementar la capacidad de generación eléctrica en el conjunto de toda Europa, y especialmente, la interconexión de las redes eléctricas nacionales.

En mi opinión, fundamentar todo el sistema de generación eléctrica en las energías renovables es una apuesta muy arriesgada y con importantes costes ambientales. Estas energías para poder asegurar el abastecimiento a los ciudadanos y al sistema productivo requiere tener instalado una potencia de generación de entre 3 y 4 veces la utilizada en el momento, jugando con una mezcla de diferentes fuentes (solar, eólica, maremotriz, hidráulica,…), lo cual necesita ingentes inversiones, de dudosa recuperación a corto/medio plazo, consumiendo grandes cantidades de recursos minerales y la ocupación de enormes cantidades de terreno para su construcción, con sus importantes impactos ambientales asociados. Además, aún no se ha desarrollado una tecnología de almacenamiento de electricidad suficientemente eficaz, por lo que el consumo debe ser inmediato a su generación.

Frente a ellas, la Energía Nuclear puede ser una alternativa viable. Prácticamente sus emisiones de GEIs son nulas.

Esta energía permite cubrir en todo momento las necesidades energéticas del país, no estando al albur dela naturaleza (sequías, falta de lluvias, oscuridad nocturna), Europa cuenta con importantes reservas de minerales de Uranio y Plutonio (la importación desde terceros sería mucho menor), y permite realizar una planificación económica y tecnológica a largo plazo (esencial para las inversiones de todo el sistema económico).

No obstante, esta energía tiene dos problemas importantes: la gestión de los residuos nucleares y su imagen pública.

Lo más difícil puede ser mejorar su aceptación social, ligada a los accidentes nucleares, destacando Chernovyl (1986) y Fukushima (2011), y a las campañas políticas en su contra realizadas en los últimos 50 años.

No obstante, las nuevas centrales nucleares están basadas en tecnologías mucho más modernas y seguras, y tienen un grado de aprovechamiento del mineral mucho más eficiente, por lo que se genera un volumen mucho menor de residuos.

En una balanza, creo que la energía nuclear puede ser la gran solución, aún a pesar de sus problemas asociados.