El primer año de la Alcaldesa
Esta semana se ha cumplido el primer año de Marifrán Carazo como alcaldesa de Granada. Fue el 17 de junio de 2023, cuando por primera vez en su historia una mujer recibía el bastón de mando que le acreditaba como máxima autoridad de la “muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica ciudad de Granada”, y lo hacía con un respaldo masivo de la ciudadanía que le otorgaba una mayoría absolutísima con casi 49.000 votos, 15 concejales y más de un 45% de los votos emitidos en la capital.
Esos magníficos resultados junto con el hecho de haber sido la mano derecha de Moreno Bonilla en su etapa como consejera de Fomento, auguraban un tiempo más que esperanzador, para una ciudad en la que el sentimiento de abandono por parte de las diferentes administraciones es una realidad más que evidente.
Es cierto que la situación económica del Ayuntamiento de Granada no da para muchas “alegrías”, pero no lo es menos que el anterior equipo de Gobierno, fue capaz, fondos europeos mediante, de sacar adelante diferentes proyectos y sobre todo de colocar a la ciudad en un escaparate privilegiado tanto a nivel nacional, como internacional; ahí queda la Cumbre de clausura de la Presidencia Española de la Unión Europea, o la consecución de la sede de los próximos premios Goya del cine español.
Es tiempo de evaluaciones y como suele ser habitual en estos casos, todo es del color del cristal con que se mira y por lo tanto, los balances del Gobierno son muy positivos, mientras que los de la oposición son todo lo contrario.
Carazo se ha mostrado muy satisfecha con que “Granada esté llena de grúas”, cosa que por sí misma no es ni bueno, ni malo, ni todo lo contrario y aunque si bien es cierto que la simplificación administrativa puede ser positiva a la hora de agilizar proyectos, también abre la puerta a riesgos que están por ver y que ojalá no se presenten.
Lo cierto es que en este primer año de gobierno de Marifrán, no hay mucho de lo que presumir y sí mucho marketing, publicidad y redes sociales, la santísima trinidad que tantos réditos le está dando a su mentor Juan Manuel Moreno y a la que tanto se está aplicando nuestra alcaldesa.
Doce meses después de su toma de posesión seguimos sin conocer cual es el proyecto de ciudad de Carazo y los temas estructurales y de futuro para esta ciudad siguen durmiendo el sueño de los justos, o languideciendo en un día de la marmota permanente.
Es cierto que el nuevo Plan General de Ordenación Municipal parece haber echado a andar, éso sí muy lentamente, y también lo es que parece haberse puesto orden en el descalzaperros laboral en que parecía sumida la policía local y que llegaba al extremo de dejar sin patrullas a buena parte de la ciudad durante los fines de semana; igualmente habría que destacar los esfuerzos que ha desarrollado el área de cultura que con un pírrico presupuesto ha sido capaz de presentar una oferta más que digna que seguro ahora crecerá exponencialmente, gracias a esos 700.000 euros que llegarán a sus arcas vía Fundación La Caixa.
A pesar de su mayoría absoluta, el gobierno de Marifrán Carazo fue incapaz de aprobar en plazo el presupuesto del Ayuntamiento para 2024, e incluso se dió por bueno el hecho de tener que funcionar con el presupuesto prorrogado, ni más, ni menos que el elaborado por el PSOE, con el respaldo de Unidas Podemos, algo difícil de entender teniendo en cuenta que las cuentas que presentara el nuevo equipo no deberían encontrar oposición ni dificultad alguna con sus 15 concejales, de los 27 de la corporación.
Quizás la mayor decepción nos haya llegado de la sorprendente falta de liderazgo de una Alcaldesa que fue aupada en volandas al despacho de la Mariana por obra y gracia de Moreno Bonilla y que nos prometió en su discurso de toma de posesión que siempre pondría los intereses de Granada por encima de todos los demás, incluidos los de su partido, cosa que no ha ocurrido en ningún momento.
Carazo ha sido una alcaldesa extremadamente cómoda para su jefe político y solo le hemos escuchado alzar la voz con reproches para el Gobierno socialista de la nación y con silencios atronadores ante la desaparición de la Escuela Andaluza de Salud Pública, las amenazas hacia el futuro del Parque de las Ciencias, o la discriminación presupuestaria de que está siendo víctima nuestra Universidad, asuntos todos ellos competencias del gobierno de su partido en la Junta de Andalucía.
No se ha molestado mucho el nuevo equipo de Gobierno en darle una vuelta a los macrocontratos de nuestros principales servicios públicos y como ejemplo ahí está el de la limpieza, que le va a costar a esta ciudad la friolera de 741 millones de euros durante los próximos 15 años, lo que supone 9 millones de euros más cada año. No parece que los rescates de servicios públicos que ha emprendido el compañero de partido de nuestra alcaldesa, el alcalde de Málaga, Paco de la Torre, vaya a hacer fortuna en Granada.
Curioso también que la alcaldesa de un partido que dice llevar en su ADN la bajada de impuestos, se los haya subido a casi todos, menos a los más pudientes y como muestra basta al botón de la subida del IBI y hablando de subidas, ahí está la muy reciente del bus urbano, medida que castiga especialmente a los sectores más desfavorecidos.
Sobre la plaga de la turistificación, el nuevo equipo de Gobierno acaba de aprobar un decreto que hará de Granada una de las ciudades más restrictivas de nuestro país para los alojamientos turísticos, pero no basta con esto, porque lo que la ciudad necesita es un nuevo modelo que prime la calidad sobre la cantidad y permita que las granadinas y granadinos de determinadas zonas, puedan seguir viviendo con la más elemental calidad de vida.
Poco, muy poco se ha hecho en este año en materia de movilidad y éso que nuestra ciudad es una de las más contaminadas de este país; otro tanto podemos decir en lo relativo a las aspiraciones de que Granada fuera un referente como ciudad de la ciencia, espacio en el que claramente estamos perdiendo relevancia, con lo que ello supone para nuestro futuro.
Así las cosas no parece que la nota del primer curso de Marifrán pueda llegar al aprobado, pero créanme que me encantaría que dentro de un año pudiéramos darle un sobresaliente.
Hace unoss días escribí para algo similar para ser publicado en la prensa. Era una evaluación/ especlación de lo que hubiese sido si Cuenca hubiese continuado como alcalde. LO pego porque no sé si lo publicarán.
Un año con Marifrán
Seguramente que entre el 100% de cumplimiento de compromisos electorales confesados por nues-tra alcaldesa y el 1% calculado por nuestro “ex”, Cuenca, media al menos una reflexión.
De haber gobernado Cuenca, posiblemente hubiese tenido que subir los impuestos, aumentar las terrazas, la zona azul y, con menor probabilidad, el precio del bus, como ha hecho nuestra alcaldesa, porque le atenazaría la deuda como a ella. Creo que Cuenca se hubiera esmerado más en uno de sus puntos débiles, la limpieza, y tal vez hubiese descuidado menos los jardines y jardineras mustias. Todo es un futurible. Quizás hubiese firmado el acuerdo de entrada semisoterrada del tren y se ha-bría opuesto a que nos “birlasen” la EASP y las gestiones de CETURSA, la Alhambra o la privatización de centros deportivos. Es casi seguro que nuestro “ex” no hubiese atravesado la muralla de la cir-cunvalación con viviendas y centros comerciales frente al Cerrillo de Maracena y la piscina Miami respectivamente y tengo dudas sobre el número de Grúas visibles porque probablemente fuesen las mismas y parecidas en el futuro, ya que partirían del PGOM que Cuenca dejó sobre esa mesa en la que todos encuentran las cuentas que siempre son peores a las confesadas. ¿La deuda y los pagos a proveedores? Pues depende del estado de los jardines, de la subida de impuestos, de lo que hubiese subido el bus etc. etc. Por lo demás, pienso que habríamos perdido un hijo adoptivo y que la ciudad perseguiría más o menos los mismos anhelos, museo arriba, museo abajo, jardín arriba o abajo.
Pero para mí, aunque importante, la política que media entre el 1% y el 100% no es lo trascendente. Lo importante es la falta de espacio y frente a ello la solución no puede ser llenarlo, acabarlo, con pisos y naves porque todo lo que se hiciese después: VAUS, metros etc. se convertirán en medios para facilitar la fuga de habitantes y empresas a los municipios vecinos. La guerra de grúas está perdida.
Si queremos que nuestra ciudad tenga futuro es necesario trascender la política cortoplacista que marcan las elecciones y trazar unas líneas directrices cuya finalidad sea dotarnos de espacio metro-politano con urgencia. La plataforma LGG tiene su estrategia, su modelo, pero pueden negociarse otras con perspectivas más inmediatas.
La moraleja es que las difencias entre ambos son importantes pero no trascendentes porque no hay respuesta a la falta de espacio.
Un año con Marifrán ( 2ª parte)
Desconozco el grado de cumplimiento electoral de Marifrán, pero si yo fuese ella me ocuparía con tesón en avanzar hacia acuerdos comarcales de fusión y/o “difuminación” de los límites con los municipios mejor posicionados para garantizar un crecimiento futuro sin que ello implicase una pérdida de vega y/o paisaje. Entre los candidatos: Las Gabias, Alhendín, Cúllar y Escúzar, también Otura, municipios muy próximos a la ciudad que cuentan con terreno de secano para crecer. Condiciones indispensables para acrecentar nuestro espacio vital.
Con la vega intermunicipal haría un “mix” agrícola /parque central donde el espacio agrario fuese predominante y foco de atracción y disfrute; ubicaría el crecimiento residencial en el secano de estos municipios; convertiría los polígonos industriales “moribundos” en residenciales de calidad y el desarrollo del sector terciario y la investigación en el secano de Escúzar y Alhendín, tal y como está decantándose en la actualidad. Es obvio que la mayoría de las infraestructuras comarcales tendrían que redireccionarse hacia estos municipios.
De suceder tales circunstancias y abordar debidamente (con calidad) el crecimiento propuesto, la ciudad de Granada resolvería su falta de espacio, los municipios implicados perderían interés por el crecimiento poblacional y estaríamos apostando por la calidad de vida que deviene de la protección de nuestro entorno. Y, finalmente, nuestro futuro estaría asegurado.