El sueldo de Messi
555.237.619 euros. Lo escuché en la madrugada del sábado al domingo en la Cadena SER y, sinceramente, no daba crédito. A estas alturas, pocas personas habrán sido ajenas a estratosférico contrato que Messi firmó en su día por las cuatro últimas campañas. Ni al más culé que se precie le parecen unas cifras razonables por mucho que genere en publicidad y sea el mejor (o no) del mundo. Esas cifras son irracionales.
Hace un momento le escribí al director de este periódico comentándole que no me habían visitado las musas y no había salido el artículo a tiempo. Me senté en el sofá y vi al astro argentino recorriendo el campo. En ese momento me dio por pensar en los estudios que habría finalizado, sin muchas esperanzas por mi parte, y de ahí nace el artículo de esta semana.
No ha sido una sorpresa comprobar que solo terminó hasta lo que sería tercero de la ESO. Vamos, que ni el título de Secundaria tiene. Y es que es muy común entre los futbolistas que no alcancen un mínimo de estudios. Messi no es una excepción. Cristiano Ronaldo al igual que Ronaldo Nazario, lo dejaron a los 14 años. Sergio Ramos aprobó el examen de la ESO a los veintisiete años…Hay un sinfín de ejemplos, aunque el más llamativo me ha resultado el de Edson Arantes do Nascimento, un tal Pelé, quien cuando firmó su primer contrato profesional, no sabía leer ni escribir, aunque eso no le privó de ser uno de los más grandes futbolistas de la historia.
¿Son entonces los futbolistas unos seres poco instruidos? No tiene por qué. Emilio Butragueño es Licenciado en Empresariales y tiene un Máster en Gestión de Entidades Deportivas, Andrés Iniesta estudió el antiguo INEF, Esteban Granero la licenciatura en Psicología y uno de los grandes “carniceros” históricos de nuestra liga, Pablo Alfaro, es médico. Pero seamos honestos, son raras avis del panorama futbolístico.
Estamos de acuerdo que ellos hacen esfuerzos titánicos y exponen sus cuerpos a cargas de trabajo físicos increíbles, además de estar dotados técnicamente para este deporte, pero, ¿han hecho más esfuerzo que esos investigadores e investigadoras gracias a los cuales tenemos, entre otras cosas, la vacuna del COVID? Sin duda los esfuerzos, unos físicos y otros intelectuales, son encomiables e incluso comparables. ¿Es la remuneración de estos esfuerzos igualitarios? De ninguna manera.
Déjenme dar un salto hacia la televisión y las redes sociales. Hace unos años, alumno un me dijo que él lo que quería ser de mayor era “tronista” de “Hombres, mujeres y viceversa”. A parte de las risas cómplices que nos echamos aquel día, creo que algo bien hice y prosiguió sus estudios. El año pasado se graduó en la ESO y, aunque este año le he perdido la pista, estoy seguro que seguirá esforzándose y ayudando a crear un mundo mejor. Es una excelentísima persona, aunque eso no le exima de caer en la tentación, nunca mejor dicho, de apuntarse a una futura edición de “La isla de las tentaciones”…
Díganme entonces, ¿cómo podemos motivar en la cultura del esfuerzo educativo, ya de por si devaluado en nuestras leyes educativas, después de comparar estos aspectos? Es realmente complicado. Y si ya nos metemos en el campo digital de Youtubers, Ticktockers, Instagramer e Influencers, tenemos la guerra prácticamente perdida y con los susodichos, camino de Andorra para pagar menos impuestos.
Que el dinero rápido y la fama se han convertido en los grandes tótems de la sociedad del siglo XXI es una realidad. Que diluimos nuestras (y perdonen la expresión) miserias viendo a través de las pantallas las andanzas de estos seres, también. Pero voy a hacer una última reflexión: ya sabemos cuál es el sueldo de Messi. ¿Sabemos cuántas muertes a nivel mundial salvará la vacuna del COVID? Ya sé que es mezclar churras con merinas, pero no dejan de ser números que nos hacen un poco más conscientes de la importancia de la formación académica del ser humano.