El turismo de los huevos de oro
En estas fechas nos encontramos inmersos en el principal periodo turístico del año.
El turismo es un “hijo” del capitalismo. La progresiva ampliación del segmento de población de las clases medias derivado del desarrollo económico asociado al capitalismo y la mejora de la movilidad dentro de Europa y de Estados Unidos (fundamentalmente de los ferrocarriles, aunque también de la red de carreteras y de la marítima) durante el siglo XIX, facilitó que el excedente monetario que se generaba (la burguesía, tanto la grande como la pequeña, habían superado el estado de subsistencia que seguía manteniendo la mayor parte de la población de trabajadores) se destinara a en viajar y en participar en una rica vida cultural, como demostración de su estatus social.
En esta época se inicia la literatura de viajes. Por ejemplo, Granada fue visitada por famosos viajeros románticos como Washington Irving o Teophile Gautier, que dejaron escritos su visión orientalista y deformada por los prejuicios con los que venían a conocer nuestra tierra. También se crean situaciones mentales nuevas como el Síndrome de Stendal (el escritor francés del siglo XIX Henri Beyle -conocido por el seudónimo Stendhal- describió el miedo a caer y «una especie de éxtasis» después de ver la «belleza sublime» de la Basílica de la Santa Croce situada en Florencia).
No obstante, el gran desarrollo del turismo se produjo después de la segunda guerra mundial, especialmente a partir de la década de los años 60 del pasado siglo XX, derivado de la recuperación y expansión económica posteriores al conflicto bélico.
Actualmente el turismo es una de las principales actividades económicas mundiales, genera el 9% del PIB mundial, moviendo alrededor de 7,4 billones de dólares americanos en el año 2023. España es el segundo destino turístico mundial (Francia es el primero), representando el 12,8% de nuestro PIB y un montante de 186.000 millones de euros. El sector da trabajo a 2,87 millones de personas, de forma directa, más los producidos de forma indirecta. Como nota negativa hay que señalar que es un empleo por lo general temporal y precario, de baja calidad y productividad. Se ha estimado que por cada euro invertido en mejorar nuestra red comunicaciones o de restauración y puesta en valor nuestro patrimonio cultural, se genera un impacto de entre 2,5 y 3 euros en la economía española. En gran medida, ha sustituido al sector agroalimentario como principal fuente de ocupación laboral.
Incluso la capacidad para hacer turismo, es actualmente una variable para determinar si una persona es pobre o no.
Se puede decir que el turismo es una gallina de huevos de oro.
Este éxito del turismo en España es debido a la capacidad que ha tenido el sector para ir adaptándose a la evolución de los tiempos. Desde aquellos inicios en los que el modelo era el denominado “turismo de sol y playa”, que sigue siendo la base del sector, se ha ido desarrollando nuevas opciones como el turismo cultural, el de congresos, el de salud, e incluso el destinado a colectivos específicos de altos niveles de riqueza como el homosexual (las declaraciones de ciudades como “gayfriends”) o el de yates (ampliación de puertos para poder acoger estos navíos). Sin duda, “la pela es la pela”.
En Granada, el turismo representa el 14% del PIB y el 15% del empleo directo.
No hay que decir que Granada es una ciudad reconocida a nivel mundial como gran destino turístico, derivado de su rico patrimonio cultural (la Alhambra es un icono mundial, al mismo nivel que la Torre Eiffel o el Coliseo de Roma). Quizás sea algo presuntuoso por nuestra parte decir que la Carrera del Darro es una de las calles más bonitas del mundo, pero tras visitar muchos lugares estoy de acuerdo con dicho juicio de valor.
No obstante, el turismo también genera problemas (tráfico, masificación, ruidos,…) y gastos (limpieza, deterioro y reparación de infraestructuras, disminución de partidas presupuestarias destinadas a cubrir otras necesidades sociales). En este sentido, la UNESCO considera el turismo masivo como una amenaza para proteger el Patrimonio mundial. En este contexto, desde diversos movimientos sociales se ha reclamado la limitación de la actividad turística.
Dentro de esta reclamación se solicita la instauración de la denominada “Tasa turística”, como ya existe en otras ciudades europeas (Roma, Paris, Bruselas,…), teniendo un carácter finalista (el dinero ingresado sería destinado a cubrir los gastos generados por el turismo, y me parece acertada la propuesta de ADELANTE ANDALUCIA de destinar parte de estos ingresos a políticas de vivienda). El gobierno andaluz, apoyado por el sector turísticos, se ha posicionado en contra y juega a dilatar su creación, alegando que puede ser negativo para el sector.
En mi opinión, el que un turista decidido a visitar nuestra ciudad pague un euro/día no le va a retraer, y por el contrario permitiría compensar los gastos y no detraer de las arcas municipales partidas que se puedan gastar en el bienestar de los granadinos.
Una derivada de esta situación son los denominados pisos turísticos. La dinámica actual de progresivo despoblamiento del centro de la ciudad y su transformación en un “parque temático” ocupado por establecimientos destinados a los turistas, creo que es negativo para la sostenibilidad de la ciudad. El incremento de los precios de la vivienda en parte debido a este hecho, es un asunto que merece un análisis aparte y soluciones enmarcadas en el conjunto del Área metropolitana (La Gran Granada). En este sentido, el decreto de la Junta de Andalucía intentando regular esta situación e imponiendo límites a la expansión de estos alojamientos me parece positivo pero insuficiente.
Así mismo, estoy de acuerdo en que hay que endurecer la Ordenanza municipal de convivencia, para proteger el confort de los ciudadanos. En este sentido, el turismo de las despedidas de solteros/as me parece bochornoso y ridículo, cayendo muchas veces en el mal gusto.
Como epílogo, no matemos a la gallina de los huevos de oro, pero tampoco permitamos que nos picotee.
Buen artículo. Creo que llegó el momento de poner medidas en práctica , de evaluarlas y de seguir adelante. Si pensamos en la finalidad: Tener una ciudad presentable y vivible para todos, turistas y nativos, y que no pierda su esencia como tal, será más fácil llegar a buen puerto.