El verano del Falcon (Crest)

Así lo ha querido la dirección del PP y el coro mediático de voceras y voceros desocupados y aburridos que han pretendido (yo creo que sin lograrlo, ni siquiera acercarse) captar la atención de una ciudadanía española, a medio camino entre un merecido y trabajado descanso y una natural preocupación por el futuro, pero que ha descontado, cual  ”serpiente de verano” estéril, el indecente y chabacano intento de convertir en debate nacional el uso de medios de transporte oficiales a cargo de quien ostenta la presidencia del gobierno del país. Cómo si la gente no supiera de qué va el paño, cuales son las prioridades del gobierno y a que se dedican los anhelos de quienes nos dirigen.

De modo que la dirigencia del PP (sin duda a falta de mejores argumentos), queriendo convertir este verano en el verano del Falcon, lo que ha hecho ha sido convertirlo en el verano del nuevo Falcon Crest, aquella célebre serie americana de nuestra juventud en la que, a modo de Ayusit@s desbocad@s, amigos de narcotraficantes a babor o venganzas consumadas o por consumar, se escenificaba la cruda y dramática realidad de lo que hoy es, nada menos, que el principal partido de la oposición política en España. Una banda mal avenida de gentes que se mienten unos a otros en asuntos de trascendencia nacional, que incumplen acuerdos importantes, que se descubren las vergüenzas entre si y que no tienen nada que ofrecer a la sociedad española, salvo un descarnado espectáculo de mediocridad, ramplonería y carencia de ideas y proyectos, tan sólo aparentemente tapado con la verborrea sobre el transporte oficial de la presidencia del Gobierno.

Tal y como reconocen la práctica totalidad de países de nuestro entorno (Gobiernos y medios de comunicación), en España, este verano del año 2022 está siendo el verano de las medidas valientes y adecuadas para paliar la crisis energética, el de la consolidación de las medidas sociales adoptadas con anterioridad, el de preparación de nuevos presupuestos que incidan en esa recuperación y, naturalmente, el de analizar las nuevas realidades (nada halagüeñas desde luego) que nos traerá un curso político difícil y complejo, en el que, de nuevo, la oposición política, ni está ni se le espera. Bastante tienen en el PP con ocuparse de si el presidente del gobierno de un país ha de usar el patinete o su coche particular para su trabajo. Además, por supuesto, de acompañar con gracietas la gran novedad del fichaje del hijo pródigo Álvarez Cascos, sin duda todo un espejo en el que viejas glorias, hoy arrumbadas en el baúl de los recuerdos, se pueden mirar para ver si también les toca a ell@s. En tal intento, cabrá cualquier argumento de saldo para aumentar los méritos.

La realidad es que el verano, aunque metereológicamente aún le quede, va tocando a su fin y el autorretrato que el PP se ha hecho a si mismo, con su líder gallego a la cabeza, es digno de figurar en los anales de la peor política practicada en un país serio en mucho tiempo. De la política más inútil para la ciudadanía y más carente de sentido práctico. De una frivolidad y una vaciedad realmente alarmantes, de la que sin embargo, y quizá esto sea lo peor, todas y todos en el seno del PP parecen sentirse realmente satisfechos. Cómo si se hubiera entablado una competición interna, a ver quien “la hace más gorda”. Tan sólo pudiera apreciarse algún atisbo de vida inteligente en quienes, por pudor o por mera prudencia, han permanecido callados y calladas. O más bien, escondidos y escondidas.

Porque, en efecto, habiendo querido convertir este verano en el verano del avión, han terminado por convertirlo en el verano del folletín (propio), de la indigencia (intelectual propia) y de la maldad (entre ellos mismos). A ver si alguien recupera en Septiembre.

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