Elegancia en el gasto, ¿a costa de qué? Reflexiones desde tierras andaluzas
A L.B.
En el festín burocrático de las tierras del sur, donde el sol calienta más las cabezas que las arcas públicas, están levantando un gran monumento al derroche tan imponente como deslumbrante. ¿Acaso no es admirable cómo los mandatarios del gobierno andaluz consiguen que suban las cifras del gasto farmacéutico cuando el sistema sanitario hace aguas?
¡Bravo! Se alza Andalucía como la estrella en ascenso del firmamento del descontrol fomentado. Así lo demuestra el incremento del 21% que ha experimentado el gasto farmacéutico desde 2019 a 2023. ¡Con la boca abierta y los bolsillos temblando estamos! Un aplauso para esos excelentes estrategas que, con una maestría digna de encomio, sitúan a Andalucía en 3,7 puntos por encima de la media nacional y la segunda que más crece de todas las Comunidades Autónomas en gasto en medicamentos.
¡Por fin Moreno Bonilla nos acerca a la cabeza de algo!
Pero no contentos con tan magistral exhibición de generosidad con el dinero de todos, la dispensación de medicamentos sigue una tendencia ascendente. ¿Quién necesita subastas de genéricos, transparentes y conocidas, cuando se puede saborear el éxtasis de lo exclusivo?
¿Ha olvidado acaso la ciudadanía andaluza que desde que las subastas dejaron de ser convocadas, se han desvanecido más de 270 millones de euros anuales que vendrían a caer como lluvia deseada sobre el maltrecho sistema sanitario? Multiplique por 6 quién le gusten los abismos. ¿Quizás este dineral se perdió en el remolino del pago de favores a distribuidoras y otras? Quién sabe, pero lo cierto es que mientras algunos bailan e iluminan sus fiestas con dinerito fresco, la salud pública se desangra lentamente, como una herida mal cicatrizada en el cuerpo de Andalucía.
270 millones de euros, un torrente de millones de euros, un océano dinerario que hay que sumar a las cifras, ya de por sí mil millonarias, de dineritos trasvasados a la sanidad privada, que también baten récords bajo el pretexto de mitigar las largas listas de espera, que el gobierno andaluz alimenta al despojar de recursos y descapitalizar el sector público.
Ahora regatean. ¡Mirad cómo juegan!
La subasta de medicamentos, esa antigua danza de márgenes transparentes y públicos, utilizaba los mecanismos establecidos por la ley de compras que rige las administraciones públicas, con el objetivo de distribuir los beneficios. No olvidemos que el margen medio de beneficio de un medicamento genérico alcanza el 53,1% con un descuento del 35%. La subasta permitió que parte de este margen, quedara en manos de la administración. ¡Horror! ¡Una parte en el bolsillo de todos, a través del gasto en servicios públicos! Y la otra parte, en la caja registradora de la oficina de farmacia.
Ahora, buscan promocionar los genéricos por la puerta de atrás, con trucos de magia propios de un juego de trileros. Cada cambio de carta, cada giro de mano puede dejar al descubierto un margen despistado, una pequeña ganancia que se desvanece entre los pliegues de “los amigos” del antiguo consejero, hoy presidente del Parlamento de Andalucía. En este juego de sombras y trampas, ¿quién saldrá realmente victorioso?
Y así, entre propuestas no de ley y propuestas de ley, entre cifras astronómicas y negociaciones secretas, se esconde el verdadero arte de la administración andaluza de Moreno Bonilla: el arte de gastar con gracia, de derrochar con estilo, de bailar sobre el presupuesto sin despeinarse. Siempre habrá una amnistía contra la que luchar, o unas culpas que centrifugar.
Pero tranquilos,… En el horizonte se dibuja la promesa de una nueva Ley de Farmacia, un monumento legislativo que promete cambiarlo todo… para hacer más abultada la caja de unos poquitos. Así que levantemos nuestras copas, brindemos por la Andalucía que derrocha con estilo y clase. Porque, al fin y al cabo, ¿quién va a reclamar políticas de inversión pública en vivienda, o en el campo desde Andalucía, o mejoras en los colegios, o en los servicios sociales, o en la propia sanidad pública? O ¿quién necesita austeridad cuando se puede tener elegancia en el gasto con desdén de señorito?
Bien hilado. La sanidad es uno de los grandes temas sobre los que se debería tener un mínimo consenso. Ahora defendemos la sanidad pública en tiempos de elecciones y posteriormente ,cuando se acaban,la venta ( traspaso de servicios) de la misma a la privada. El problema vendrá cuando la pública desaparezca o esté tan debilitada que no interese a casi nadie.