En defensa de Paco
Observo, porque lo he vivido sin ambages, la distorsión de las opiniones que generan las redes y los medios de comunicación, que realmente se han convertido en otro tipo de redes donde todo vale sin más control que la propia autorregulación, que vaya por delante, es absolutamente inexistente, el linchamiento interesado de Paco, Paco Cuenca, el exalcalde de Granada por decisión entre otros del señor Miralles que más que un político local parece una suerte de tahúr del Mississippi jugando al bacarrá.
No es que quiera yo meterme con un señor al que no conozco de nada y del que solo tengo referencias tangenciales, demasiado tangenciales acaso, pero del que sí veo que parece venido a la política solo para ejercerla caprichosamente, pedir dimisiones, crear contubernios para hacer mociones, montar estrategias esquizoides o ir contra la ciudad más que defenderla. O la provincia, que ahora, no sé si para hacerse notar en el poder orgánico o porque ha vendido la moto en Madrid va a ocupar el primer puesto de salida en la lista al Congreso de los Diputado por delante de la cunera Olona, con la que el pacto estratégico ya está hecho, “de salir, que está por ver, don Onofre cederá el paso y el acta para que la alicantina vuelva a ser diputada, paracaidista, por nuestra circunscripción”.
No, no voy a dedicar este artículo, desenfadado y siempre bien intencionado, al guirigay voxístico, no lo merece. Más que nada porque cualquiera percibe que su líder nacional se esfuerza en hacer un discurso serio y diferenciado, que podrá gustar o no, pero que en sus delegaciones provinciales le salen excrecencias tan ambiguas como aquí en Granada. Y tampoco voy a reflexionar, ni en corto, sobre la deriva que Ciudadanos está tomando, a pique como está, de entrar en barrena por las indefiniciones, variaciones y varietés, incluso, del desnortado Albert Rivera, una especie de Rey Sol, al que sin ser nada, hasta el propio Macrom tuvo que salir a corregir por sus indiscretas disquisiciones.
Decía que andan los medios, las redes sociales y algunos individuos que jamás deberían haber salido de ellas linchando a Paco Cuenta tras el pronunciamiento del Auto de procesamiento dictado, según el cual será enjuiciado por la posible comisión de delitos relacionados con la prevaricación administrativa. No voy a citarlos. No es necesario. Hoy ser político, y también funcionario, es profesión de alto riesgo, solo por el hecho de serlo. Es como el sistema de responsabilidad objetiva, respondes porque sí, sí o sí, porque haces una actividad potencialmente culpable.
No digo yo que Paco no lo sea. Sinceramente afirmo que no porque lo conozco y sé de su honestidad, pero para eso están los jueces, en los que confío aun sabiendo de la imperfección de la justicia como obra humana. Y también sabiendo que, si bien en su inmensísima mayoría los profesionales de la jurisdicción española son personas intelectuales, científicas y de una honestidad inquebrantable, hay sujetos, individuos, personajes mendaces que la manchan resolviendo a sabiendas lo que no deberían. Todos conocemos casos. Los hemos visto, conocido y hasta padecido, pero “nihil novi sub sole”, o, “sub sole nihil novi est”, que quiere decir nada nuevo bajo el sol, frase que como se sabe apareció por primera vez en la Vulgata del siglo IV, en el antiguo libro del Eclesiastés 1, 9, dado que es un problema subyacente a todas las organizaciones humanas.
Creo que en la actuación de Paco no habrá más crimen que firmar lo que los técnicos previamente le dijeron que firmara y de tal actuación su actual situación. Pero sí que creo que Paco es víctima de la negación, en política y función pública más que en ningún otro espacio, del principio de presunción de inocencia, uno de los pilares básicos de nuestro sistema, quebrado vilmente como lo ha sido por culpa, primero por los propios políticos, segundo por los medios, y finalmente, por una sociedad que solo responde a los estímulos salvajes y viscerales de los detentadores del proceso de información.
Ni la autorregulación de los medios existe, solo es una falacia, ni la ponderación política lleva a nada que sea razonar dentro del respeto y la lógica del propio sistema que nos ampara. Son los propios políticos y los partidos los que trazan rayas que no se deben traspasar, eso sí pensando en los adversarios, que difícilmente pueden no traspasarse en un sistema en el que el Auto declarándote investigado, que es una situación de garantía y no de culpabilidad, se dicta con el solo requisito de declararse la apertura de diligencias previas. Entendamos de una vez que el principio de presunción de inocencia debe prevalecer de modo absoluto hasta que sea sustituido por una “sentencia” de culpabilidad, condenatoria, y no decaer con una simple opinión normalmente indocumentada de quien practica el “periodismo” por oficio o afición en un pretendido medio, o con una resolución jurisdiccional cuasi interlocutoria que debe pronunciarse en el procedimiento para poder enjuiciar un asunto concreto, nada más.
Que Paco esté siendo investigado, que esté procesado o que se abra el juicio oral y se siente en el banquillo para ser enjuiciado para mí es indiferente. Para mí sigue siendo la misma persona rodeada de garantías y derechos que no deben de ser vulnerados bajo ningún concepto, ninguno, hasta que no exista un pronunciamiento definitivo que diga que es culpable. Solo así es posible coexistir en un sistema como el nuestro, occidental y respetuoso con los derechos humanos y fundamentales e individuales. Cualquier otra cosa es la barbarie, el caos y la creación de un estado abominable.
Sé que Paco ha hecho lo mismo que ahora están haciendo con él. Lo hizo muy recientemente con contra de Torres Hurtado y sus concejales pidiendo dimisiones y acusándolos banalmente cuando aún están siendo, como él ahora, procesados. Lo hizo con el asunto de las Audioguías de la Alhambra, donde él era vicepresidente y no le dolieron prendas personándose contra personas intachables como lo es él. Lo hicieron los del PP a la inversa, los de Ciudadanos, los de Vamos Granada entre ellos y en asuntos contra compañeros de corporación, lo hacen ahora los podemitas y se lo agencian también los voxistas. Todos de modo irreflexivo y sin doler prendas contra el que toque, convirtiendo la política en un lodazal inmundo e inhumano, dando un espectáculo repugnante desde lo que debe ser una dedicación respetuosa con la sociedad que ampara a los individuos.
Ahora Paco sufre en sus propias carnes lo que antes pudo él haber evitado. Por eso salgo más a defenderlo ahora, exigiendo para él el respeto a su derecho a la presunción de inocencia, y para que de ese modo él practique esta misma suerte de respeto con sus adversarios y no caiga en la ignominia del ataque destructivo hacia sus semejantes, tan respetables en sus derechos, como lo es él mismo.
A menudo equivocamos las citas. Se atribuye erróneamente a Voltaire una famosa frase que él no dijo realmente: “No estoy de acuerdo con lo que usted me dice, pero haré todo lo posible para que usted lo pueda decir». Esta máxima tan sincrética con lo que es el estado de derecho en casi todos sus aspectos, no la dijo el tan criticable Voltaire, sino su biógrafa británica, Evelyn Beatrice Hall, en el libro Los amigos de Voltaire y que se publicó en 1906. La autora británica, que firmó con el seudónimo de Stephen G. Tallentyre, recreó una falsa conversación con lo que pretendía mostrar las bases del talento y las ideas progresistas y liberales del ilustrado francés (no lo consiguió), pero sí que asentó algo que yo trato de hacer valer: “y es que aunque desprecie la actuación de algunos agentes políticos, sí que estoy dispuesto a defender su honestidad hasta que no se demuestre que no lo fueron”. En eso no podemos fallar, porque en el envite nos va el orden y la paz de nuestra propia convivencia.
Paco, como cualquier ser humano, es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Lo mismo que exijo ahora para él debe reclamarse para cualquier otro que se encuentre en la misma situación. La mera sospecha no puede alterar el catálogo de sus derechos. Su enjuiciamiento no es más que una garantía para él y para todos, y un medio para concluir por quienes solo ellos pueden hacerlo, los jueces, si es o no culpable, porque inocente ya lo es.