Ernesto, Miguel, Ana

Son los nombres de pila de tres de las personas que más han trabajado por hacer del Parque de las Ciencias un referente de la divulgación científica nacional e internacional. En cualquier otra ciudad del mundo, Ernesto Páramo, Miguel Guirao y Ana Crespo, no tendrían un minuto en su agenda para recibir homenajes y distinciones, por su excepcional trabajo; en Granada se les ha “pagado” con una patada en el trasero, para ponerles en la calle vía burofax.

Hace apenas un mes que el que esto suscribe firmaba otra columna alertando de la política de acoso y derribo, de la que el Parque de las Ciencias de Granada está siendo víctima por parte del Hijo Adoptivo de la provincia, a la sazón presidente de la Junta de Andalucía y malagueño ejerciente 24/7. Entonces fue por la estocada presupuestaria de más de un millón de euros, con la que el Gobierno andaluz, “felicitaba” el 30 aniversario del parque que se cumple este año que estamos estrenando. Si pensábamos que no se podía caer más bajo, estábamos equivocados.

Es difícil, muy difícil, demostrar menos categoría y talla política de la que la Junta está evidenciando con una de las instituciones más prestigiosas y admiradas de Andalucía y España, como es el Parque de las Ciencias. El despido vía burofax de su “alma máter”, Ernesto Páramo, quien junto con los profesores Miguel Guirao y Ana Crespo, conformaban un formidable equipo de asesores que dedicaban su tiempo, “gratis et amore”, a la institución que colocaron a la cabeza de España en la divulgación científica, es la gota que colma el vaso del agravio.

Despedir por un burofax a alguien como Ernesto, Miguel y Ana, es una indignidad monumental, pero además es una torpeza impropia de quienes rigen los destinos de nuestra comunidad. Se equivoca y se equivoca mucho Moreno Bonilla, si cree que decisiones tan miserables como esta le van a salir gratis, porque la paciencia de Granada está llegando al límite y lo que es peor, está instalando en miles de granadinos y granadinas, la idea de que, intencionada y conscientemente, la Junta de Andalucía va a por esta ciudad, cercenando competencias en aquellas instancias que no puede liquidar, como la Alhambra, Sierra Nevada, la Universidad, o el propio Parque y eliminando las que sí que puede, como la Escuela Andaluza de Salud Pública, el Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual, o el Centro de Documentación Musical de Andalucía.

Si la actuación de la Junta ha sido de juzgado de guardia -no descarten que alguno de sus responsables acabe en el banquillo- el “papelón” de quienes componen el Consejo Rector del Parque, Ayuntamiento, Diputación, Universidad y Gobierno central, también es para echarles de comer aparte, porque ninguno de sus representantes se enteró de que entre la documentación que debían estudiarse figuraba el ignominioso cese. Capítulo aparte merece la señora alcaldesa, quien además de su mutismo sobre todo lo que sea defender los intereses de Granada ante las tropelías de su jefe Bonilla, añadió su ausencia del Consejo, de que es vicepresidenta y en el que apenas si estuvo unos minutos, para salir pitando lo antes posible.

La Junta pretende que el personal comulgue con ruedas de molino y se trague que el cese fue iniciativa del director dimisionario del parque. Puede que formalmente así sea, lo que deja en un pésimo lugar a Luis Alcalá, aunque nadie duda de que su único papel en este sindios, ha sido convertirse en el brazo ejecutor de las instrucciones recibidas desde la Junta de Andalucía, a la que el prestigio y la influencia de los tres cesados parece incomodarle de cara a sus planes de futuro para el Parque.

Cuando hace casi un año descubrimos la tostada del Gobierno Andaluz de apoyar decididamente un proyecto muy similar al del Parque de las Ciencias radicado en Málaga, ya advertimos de que los tiros iban a ir por ahí. Lamentablemente no nos hemos equivocado. La voracidad de Málaga y Sevilla, por acaparar todo aquel espacio de lustre existente en Andalucía, nos está llevando a desatinos como estos que solo contribuyen a resucitar en miles de granadinos, los fantasmas de que Andalucía nos maltrata y no nos quiere y que por lo tanto, mejor solos que mal acompañados. Mucho ojo Presidente, porque este asunto se sabe como empieza, pero no como acaba.

Mal empieza en año en que Granada se juega ser capital cultural europea en 2031, porque no se nos olvide que el hilo conductor de nuestra candidatura está íntimamente relacionado con la ciencia, como deja claro el lema de la candidatura: “’Granada, la tierra que inspira y el conocimiento que transforma”. No parece que el cese de tres referentes internacionales en ese campo sea una buena manera de iniciar un año tan fundamental.

Solo una cosa más. Me sorprende extraordinariamente el pasotismo de los granadinos ante semejantes agravios. Nuestra indolencia es la mayor aliada de quienes nos ningunean y expolian, por la sencilla razón de que con nuestra indolencia, sus tropelías les salen gratis en las urnas que es donde más les duele… Ustedes mismos.

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