Esos «trabajos de mierda»

Una de las lecciones que estamos sacando de esta pandemia es reconocer el trabajo que realizan algunos profesionales; trabajos que hasta ahora, nos habían pasado desapercibidos en cuanto a su valoración, quizás, porque son de esas categorías laborales que suelen ocupar los últimos lugares en las tablas de referencias funcionales y por supuesto, ocupan los últimos lugares en las tablas salariales.

Me refiero, por ejemplo, a trabajadoras y trabajadores de supermercados y tiendas de alimentación, los barrenderos y recogedores de residuos, las personas, generalmente mujeres, que han estado limpiando en hospitales y otros centros, los expendedores de gasolineras, y todos ellos, solo con guantes y mascarilla se han enfrentado al virus, con la compensación de un salario miserable. Y es que sus trabajos, son empleos clasificados como de baja o escasa cualificación y consecuentemente, mal retribuidos. He aquí la clave del asunto, la relación entre el puesto de trabajo y el salario que se percibe por realizarlo. Cuanto más descualificado es un puesto de trabajo, menos cuesta renovar personal y pagar salarios.

¿Pero ustedes han visto trabajar a un expendedor? Que me dice usted de esos trabajadores que controlan en sus operaciones de seis a ocho vehículos que se están suministrando a la vez, los clientes que están en caja y los que deambulan por la tienda, realizando cobros y manteniendo una conversación sobre cualquier cosa y siempre procurando ser amables.

¿Se han fijado como te atiende la chica de la hamburguesería, ya sea un McDonalds o un Burger King, desde la ventanilla, cuando haces el pedido desde tu automóvil, sin bajarte?. Esa chica que toma el pedido, que a la vez está sirviendo otro y cobrando,…

Han demostrado que son imprescindibles para que esta sociedad funcione cada día. Cuando tú vas a tu trabajo, ellos ya han descargado y cargado camiones, limpiado tu oficina, cuidarán de personas mayores, personas incapacitadas, de niños pequeños, conducen autobuses, reponen las estanterías,…

Esos trabajadores no cualificados hacen las tareas más ingratas, pero si ellos, pero si ellas, no lo hicieran, esto no funcionaría. ¿Quién le iba a quitar los pañales al abuelito?

Estos trabajos que realiza el “personal no cualificado”, son tan dignos como los que realizan los trabajadores de cuello blanco y uñas pulcras y hasta más imprescindibles si me apuras. Y aunque, unos y otros, son considerados como meros medios de producción y se suelen vender con la empresa cuando hay problemas, son “capital humano”, requieren un nuevo planteamiento laboral una nueva definición, acorde con los tiempos y con la importancia que han demostrado tener.

Hemos tenido que sufrir una epidemia para conocer su importancia, ahora toca reconocerlo en convenios, actualizando su definición laboral, valorando su importancia en la cadena de producción e intercambio, mejorando su salario, mejorando sus condiciones laborales: vacaciones, estabilidad, contratos, descansos, seguridad, formación.

No son “trabajos de mierda”, son empleos que no se valoran para que resulten más baratos para las empresas. No son puestos de “trabajo no cualificado”, requieren personal con mucha humanidad, temple, destreza y aprendizaje.

Y como lo hemos visto y reconocido, toca ahora organizarse, no se puede olvidar la importancia de ese aparentemente puesto de trabajo insignificante. Tenemos que seguir alzando la voz para que sus reivindicaciones laborales queden debidamente reflejadas en las negociaciones con las empresas. Necesitamos que se redefina y actualice el concepto de trabajo no cualificado.

En defensa de los derechos de esos trabajadores y trabajadoras de empleos no cualificados, yo alzo mi voz y el puño.

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