España y Granada
El pasado 12 de octubre se celebró la Fiesta Nacional de España.
Los españoles nos podemos sentir muy orgullosos del camino que hemos andado en estos últimos 45 años.
Tengo 51 años, y recuerdo como era aquella España de los años 70 del siglo pasado. Éramos un país en vías de desarrollo (lo que se llamaba el segundo mundo, no alcanzábamos a ser un país desarrollado del primer mundo, pero tampoco éramos el tercer mundo subdesarrollado), con estructuras y hábitos sociales y económicos anclados en tradiciones e inercias decimonónicas. Las infraestructuras de comunicaciones eran penosas (aún recuerdo con horror cuando bajábamos a la playa) y las dotaciones en los núcleos de población eran mínimos (aún peor en los pueblos que en las ciudades). La expresión de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, en este caso no es aplicable.
Aquella situación se rompió con la consecución de un sistema democrático por el pueblo español (“la Transición”). Frente a los extremos maximalistas de izquierdas y derechas, la inmensa mayoría de los españoles supieron alcanzar un gran acuerdo nacional sobre el que se construyó nuestro actual modelo de país, el cual está consiguiendo que tengamos el periodo de tiempo más largo de desarrollo y bienestar que ha conocido España en los últimos siglos. Sin duda, nuestra plena y anhelada incorporación a Europa fue un impulso de primer orden.
Ahora mismo somos uno de los 15 países del mundo (de más de 200 estados que actualmente existen) con mejor calidad de vida (Índice de Calidad de Vida, ONU), con un sistema democrático pleno y con unos altos niveles de libertad y desarrollo personal de los ciudadanos (somos una de las únicas 20 democracias plenas según el Índice de Democracia Anual), y en el plano económico somos la 13 mayor economía del mundo (FMI).
¿Todo es perfecto? Obviamente, no. España tiene grandes problemas de índole social, económico y político. Otro día hablaré sobre Cataluña.
Pero también tenemos a nuestra disposición herramientas que nos permiten intentar dar soluciones a estos problemas. La resignación es inútil, y simplemente quedarse en la crítica exacerbada y negativista con propuestas imposibles de llevar a cabo en el actual mundo complejo y multipolar, como hacen los populistas de izquierdas (“Viva la Revolución Bolivariana”) y derechas (los que desean volver a aquella España gris de mediados del siglo XX), es una pérdida de tiempo y energía colectiva, además de caldo de cultivo de la frustración social. Como muy bien dice el dicho andaluz, “todo tiene solución en esta vida, menos la muerte”, y España está muy viva.
En el caso de la provincia de Granada, tenemos pendientes de ejecutar un conjunto de proyectos que nos permitirían dar un gran salto socioeconómico: Presa de Rules, acelerador de partículas, línea 400 Kv, Geoparque de Granada, ampliación del Puerto de Motril, Segunda circunvalación, Corredor ferroviario mediterráneo,…
Hay que destacar que en lo referente a la instalación del Acelerador de Partículas (junto a la actividad del Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, nos permitirá cambiar nuestro modelo económico de forma muy positiva, integrándonos en la Economía de la Alta Tecnología y del Conocimiento), se ha producido un enorme cambio con la llegada del Gobierno del Cambio (en donde CIUDADANOS dirige la Consejería de Economía, Conocimiento, Empresas y Universidad) en la Junta de Andalucía, poniendo ahora el dinero a disposición del proyecto que no ponía el gobierno anterior del PSOE, quien solo hacia brindis al sol.
En la mayoría de los casos, durante estos años hemos sido espectadores de un simple intercambio de reproches y acusaciones entre el PSOE y el PP en relación con la demora en la ejecución de los proyectos, dependiendo de quien ostentaba en ese momento el poder, pero sin llegar a acelerar su ejecución.
Albert Einstein decía que “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
Aplicándolo a nuestro caso, esperar que quien no ha hecho nada por estos proyectos en estos años, vaya a hacerlo ahora, es descabellado, por lo que hay que apostar por la alternativa política sensata y de centro que está realmente comprometida con el desarrollo de Granada y con los grandes proyectos que hagan avanzar a nuestra provincia.