Feijóo naufraga en el M.A.R. de Ayuso
Ni el Covid–19, ni el volcán de La Palma, ni la guerra en Ucrania, ni la calima del Sahara, han servido para superar la pulsión desmedida de odio que asola al país desde la llegada de Vox. Todo lo contrario. Los mensajes de esta banda han tenido dos efectos alarmantes y muy peligrosos sobre el entramado social: arrastrar al Partido Popular a posiciones extremistas y, peor, incendiar la convivencia en las calles.
España, país de contrastes, mestizajes, fusiones y maridajes, tierra benigna para vivir, tiene un histórico problema: la españolidad. Todo cabe en España. Todo debiera caber en España, si no fuera porque la españolidad ha sido secuestrada por la derecha extrema y radical para hacer de ella un virus excluyente con efectos autoritarios.
A banderazo limpio, repitiendo bulos hasta sangrar la verdad, pervirtiendo el concepto de libertad, prostituyendo la palabra patria, discriminando entre víctimas buenas y malas… así han construido las derechas una españolidad que apesta a la que durante cuarenta años impuso la dictadura nacionalcatólica haciendo de España una repugnante anomalía en el civilizado mundo occidental.
Mientras las sociedades democráticas europeas establecen pautas políticas para aislar el virus de la extrema derecha, España se lo inyecta en vena, sin anestesia. A poco que nos descuidemos, Miguel Ángel Rodríguez y Abascal culminarán un nuevo proceso de involución democrática con odio hacia 26.000.000 de hijoputas desafectos. Hasta el Partido Popular Europeo advierte con preocupación de la anomalía española. Claudicación la llaman.
Abascal, las suyas y los suyos practican la política de tierra quemada, la de los cristales rotos, una copia hispana 2.0 de la practicada por Hitler y Putin en Europa. El otro, el emboscado MAR, mucho más peligroso, es quien mueve todos los hilos políticos de España para instaurar un nuevo régimen autoritario, a medias con Aznar y su laboratorio de creaciones monstruosas.
A Feijóo le están imponiendo el discurso antes de su estreno como candidato a presidir el gobierno de la nación. A Abascal le están permitiendo pensar que es alguien en política, que tiene valía más allá de ser el contrapunto para una Ayuso que habla de gobernar Madrid en coalición con Vox, lo que equivale a zamparse a Abascal como se ha tragado a Casado y a Ciudadanos: sin bicarbonato ni sal de frutas, de un bocado.
Aznar y MAR tienen en Ayuso un producto ideal para justificar el giro político al extremismo radical. Ayuso, incapaz de elaborar una oración compuesta sin leerla en un papel y que asume con docilidad el papel de objeto para usar y tirar, es una figura política con la que fácilmente se identifica un electorado carente de recursos intelectuales y privado de pensamiento crítico.
Encauzar el odio, convencer a la ciudadanía de que hay que odiar al gobierno como causante de todos los males, incendiar las calles y votar a la extrema derecha en cualquiera de sus variantes, es abocar al suicidio a millones de españoles, a todos aquellos y todas aquellas que no pertenecen a las élites financieras y empresariales.
Feijóo acude a su canonización en Sevilla por los delegados peperos este fin de semana con la incertidumbre de saber si será coronado o le pondrán los cuernos, orquestados por MAR, con la extrema derecha de Ayuso.