Granada, atrapada por su pasado
Era tan previsible. ¿Nadie pensó que, salvo apoyos forzados desde Madrid, en estas elecciones podría suceder que la suma de PP, Ciudadanos y Vox diera la alcaldía de nuevo al Partido Popular, solo 3 años y 1 mes después de las detenciones por la Operación Nazarí del anterior alcalde, Torres Hurtado, junto con la edil de Urbanismo, Isabel Nieto?¿Alguna cabeza pensante de la izquierda granadina no calibró nunca que llevar la política del cambio a los periódicos y a los tribunales, y expulsar a compañeros de grupo o difamarles pasaría factura?¿A los experimentados intelectuales de la política progresista en Granada, no se les ocurrió que solo integrando a todo el ecologismo y al feminismo político de la ciudad, en un frente común contra la ultraderecha, se podría condicionar al PSOE para, esta vez sí, tratar de sacar a Granada del furgón de cola en el que está metida en tantos asuntos?
Alguien ha escrito un guión macabro para mi ciudad. Ha sido un guión verdaderamente coral, con el inestimable protagonismo de algunos y algunas, para acabar, como la mítica película de Brian de Palma y Al Pacino, atrapados por nuestro pasado. ¿Llegaremos a ese futuro distópico en el que en pleno siglo XXI estemos concentrando automóviles y agujereando Granada con túneles faraónicos?¿Nos veremos encerrados de nuevo en discusiones anacrónicas en el pleno del ayuntamiento, sobre medidas que solo aumenten la polución y trasvasen el presupuesto de las arcas municipales a los bolsillos de las constructoras amigas de la política del ladrillo y la estafa?¿Nos levantaremos una mañana con el anuncio de otra nueva “empresa” populista, montando inviables teleféricos hacia la Sierra, impulsando cierres absurdos de carreteras por Jesús del Valle, privatizando equipamientos como en el Serrallo, o tergiversando el suelo público para mayor beneficio de usos recreativos y cadenas de comida rápida, como en el caso del Pabellón Mulhacén?
Paco Cuenca ha ganado las elecciones, efectivamente. Y además lo ha hecho subiendo casi 7.000 votos desde el 2015. Gobernar hace mucho y probablemente con una política más valiente y menos periodística hubiera sabido recoger la ola “sanchista” de los últimos tiempos. Ganó y sumó, pero lo justo, de 8 a 10 concejales. Más le hubiera valido, por ejemplo, no haberse reído de quienes le propusieron un Plan de Arbolado Urbano en 2018, no haber llegado tan tarde a la defensa de la calidad de nuestro aire con algo más que con el baldeo de la calles, como propuso su concejal; o haber acometido una revisión verdaderamente participada del Plan de Movilidad, en lugar de “pintar” las nuevas líneas de autobuses y venderlas por las asociaciones y llamar a eso participación; o haber impulsado, cuando la Junta de Andalucía era aún socialista, el desbloqueo del imprescindible Plan de Transportes Metropolitano, o la revisión por concurso del obsoleto POTAUG; o haber reclamado un cambio de modelo para la Vega de Granada, contando con los agricultores y las asociaciones para acercar el consumo de proximidad a Granada… A este PSOE indolente y que trabaja a base de promesas de futuro más que incierto ya lo conocemos. A pesar de ello, ha jugado su partida del voto útil y ha sumado más concejales.
Aquí quien no ha hecho bien su trabajo es la izquierda. La actuación del partido Vamos, Granada, “imborrable” ya para los anales de la política granadina, ha sido sencillamente bochornosa, convirtiéndose en un actor político de unos pocos, manipulando, confundiendo y finalmente abandonando Podemos a su suerte, con técnicas de vieja política y persecución pública de aquellos que defendían al conjunto de los votantes de 2015. Sin embargo, VGR como grupo municipal en sus primeros años y en cierta medida también después, no paró de proponer aquello que era necesario: feminización de la política (algunas de esto solo saben rezarlo), ciudad de los cuidados, lucha contra los efectos del cambio climático en Granada, transparencia en la gestión pública y lucha anticorrupción, saneamiento de la tesorería municipal y gestión adecuada de los servicios públicos, laicismo, memoria histórica, defensa de la educación de 0 a 3 años, defensa de los vulnerables, búsqueda de empleo verde, etc.
Pero Podemos se inventó, aquí también, una nueva marca. Esta vez Unidas Podemos Adelante Granada (UPAG), y concurrió a las elecciones sin los deberes hechos. Sin reunir, como era su responsabilidad, al conjunto de sensibilidades de izquierdas, sin memoria ni agradecimiento, sin Equo, sin Pilar Rivas, sin PSLF, y sin denunciar la usurpación de la representatividad política que hizo VGR. Una campaña del “buenismo” y la asepsia frente a quienes retorcían el Cambio Político y mandaban al garete la fraternidad, la participación real, construyendo mayorías artificiales y falsas legitimidades, usando la prensa como propaganda o arma arrojadiza. Más allá de tendencias generales, los 20.579 votos de las municipales de 2015 (suma de VGR e IU), se transformaron el domingo en la mitad (10.759). VGR ha retenido nada menos que 2.558. Más revelador es aún observar cómo en las europeas Unidas Podemos ha logrado 2.111 votos más que en las municipales, lo que denota no solo esa desafección al proyecto local de UPAG, sino también seguramente reconocimiento a lo bueno hecho en estos 4 años, también por Equo (498 apoyos) y por Pilar Rivas (Partido del Bienestar de la Gente, 245).
Parece, según este escenario, que el impulso del cambio político en Granada pasó a mejor vida. Las opciones que desde hace 3 años ha disfrutado la izquierda en el Ayuntamiento de Granada, de presentar iniciativas y mociones en contacto con la sociedad civil, buscando el apoyo de los otros grupos, pero contando principalmente con el del PSOE en el gobierno, se han esfumado. El cálculo electoral de que un pacto solo a 2, entre Podemos e IU, podría “gobernar” Granada, sin marcar de forma nítida la distancia con el grupúsculo de Vamos, y sin sumar realmente a las demás fuerzas, ha resultado muy equivocado e irresponsable. En el contexto político municipal, sacar adelante ideas que puedan realmente cambiar la vida de la gente y frenar un gobierno con la ultraderecha, debían haber sido los dos únicos objetivos en la agenda de la política a la izquierda del PSOE.
Porque sumar en política no es una operación matemática. Sumar es reunir esfuerzo, sensibilidades distintas, ensanchar las bases y acercarlas a la toma de decisiones. Y la vieja idea del “liderazgo”, en estos comicios, ha vuelto a quedar tocada frente al trabajo constante y la cultura de organización, que hubiera cosechado, estoy convencido, otros resultados bien distintos. Toca lamerse las heridas y ser fraterno, porque nos esperan 4 años de lucha social y ambiental sin apenas armas, para volver a poner sobre el tablero los asuntos importantes de los granadinos y granadinas. Hay que seguir contando con las asociaciones, con los barrios, y devolver la ilusión cohesionando todo lo progresista, pero también penalizar los transfuguismos y las maniobras de los partidos que se subieron al carro del 15M para tomarnos el pelo a las primeras de cambio.
Toca el desierto, o la estepa, esperemos no los túneles, no los teleféricos, no más aparcamientos en el centro ni más concesiones ni utilización privada del suelo público. Por si acaso, cojan sus mascarillas y organícense de otro modo, salir del túnel no será fácil y mucho menos por la Plaza del Carmen.
Para quien quiera entender el extremadamente sesgado punto de vista del que firma el artículo. Es hermano de Pilar Rivas.
Madre mía, un arquitecto haciendo de politólogo. No merece la pena ni pararse a leer este arículo. Sres de la Voz, un poquito más de rigor periodístico a vuestro panfleto, no?
Lo que necesita la izquerda de esta ciudad es un cambio generacional, pero ya. Ni desde Podemos, ni desde IU, ni desde VGR, ni desde Equo, ni mucho menos desde el elitismo que pregonan algunos se puede construir una alternativa real en Granada. Si la opción era Paco Cuenca o Sebastián Perez, apaga y vamonos.
Aunque dudo mucho que seáis lo suficientemente transparentes y tengáis el encaje para aceptar críticas, os debo decir lo siguiente:
«…persecución pública de aquellos que defendían al conjunto de los votantes de 2015». ¿Cómo se llama a quienes cuando sus propuestas pierden por goleada en votaciones abiertas no sólo no lo aceptan y asumen las ganadoras como propias sino que desprecian y traicionan a esa mayoría que vota dentro de tu propio colectivo? Quizá inmaduros, siendo muy suaves.
«…abandonando Podemos a su suerte». Fatal eso de no querer trabajar con el partido que ha apoyado al tránsfuga que bloquea tu acción municipal con la connivencia del grupo municipal en el gobierno. ¿Dónde están las críticas a Podemos por esa actuación que impide que un posible socio natural trabaje contigo? (María, has «abandonado a Paco a su suerte», con lo poco que te pegaba cuando estábais casados…).
«…expulsar a compañeros del grupo». Qué feo está sacar de tu partido a quien se ha aliado con un tránsfuga para quitarle la voz a la portavoz elegida por mayoría. Claro, habría que haberle puesto un monumento a tu hermana Pilar, por ser una chica excelente.
«…sin Equo, sin Pilar Rivas, sin PSLF, y sin denunciar la usurpación de la representatividad política que hizo VGR». Olvidas mencionar que Podemos no quiso a Pilar Rivas, pero tampoco la quiso Equo, partido en nombre del que hablaba hace pocos meses. Quizá haya aquí un cierto patrón que se te está pasando por alto y que tenga que ver con el propio comportamiento político de tu hermana (o quizá todos los profesores le tengan manía en el cole, que también puede ser). Y la usurpación de la representatividad es como llamas tú a perder las votaciones de tus propuestas. Por la misma regla de tres, entendemos que Pablo Casado estará usurpando la representatividad del PP ya que Sáenz de Santamaría pensaba distinto y fue apoyada por gente, aunque menos.
Sólo puedo coincidir contigo en varias frases sueltas de tu reflexión, pero visto vuestro comportamiento en plenos y medios de comunicación me suenan a ideas en abstracto pero que sois incapacez de llevar a la realidad.