Granada en el día de la marmota

Si hay alguna ciudad en el mundo que merezca toda la atención, de una televisión pública de tanta calidad como la British Boadcasting Corporation, esa sin duda es Granada. Pero no. Con este artículo no me refiero a la prestigiosa televisión británica, sino a las siglas conocidas chuscamente, como bodas, bautizos y comuniones, que es para lo que puede quedar Granada, en caso de triunfo de algunas propuestas electorales que vamos conociendo en estos días.

No aprendemos. Una ciudad única en el mundo como la nuestra, parece condenada a vivir una y otra vez en el Día de la Marmota, repitiendo errores y fiándolo todo a mantras de dudoso éxito, que cada cuatro años nos vuelven a “vender”, como bálsamo de Fierabrás y solución a todos nuestros problemas.

En estos últimos días hemos conocido algunas “revolucionarias e innovadoras” propuestas electorales, 5.0, como la construcción del teleférico más largo del mundo mundial entre Granada y Sierra Nevada; la instalación de un escalera mecánica o algún artilugio elevador, entre la ciudad y la Alhambra; un túnel que horade media ciudad para agilizar el tráfico; el cierre de la Ronda Sur, llevándose por delante una de las zonas medioambientales más valiosas de Granada y algunas otras cuantas astracanadas por el estilo. Nada de extrañar por otra parte, viniendo de quien vienen esas propuestas.

Y es que en su “radical renovación”, el PP vuelve a proponer a la sociedad granadina, confiar la alcaldía de la ciudad a Sebastián Pérez, un “prometedor joven” que lleva en política la friolera de 38 años, desde que allá por 1991, Gabriel Díaz Berbel, le hiciera un hueco en su lista, no porque confiara en sus capacidades, sino porque había dado su palabra a Sebastián Pérez (padre), para “colocarle al niño”. Desde entonces y sin haber acreditado oficio alguno fuera de la política, “Sebas” ha escalado las más altas cotas de la cosa pública.

Y así, casi cuarenta años después de su primer sueldo público, Sebastián Pérez, aspira ahora a la alcaldía de Granada -su auténtico sueño humedo-, después de haber sido concejal, senador, presidente de la Diputación, de EMASAGRA, etc, etc, y lo hace arropado por la nada más absoluta, en forma de propuestas ya sabidas y amortizadas por irrealizables.

No sabemos que nos depararán las urnas de mayo, pero la ambición de Sebas por ocupar el despacho de la Mariana es tal, que no duda en volver a arriesgar a su partido y a la propia ciudad, a otro seísmo solo comparable al sufrido con la detención por la UDEF, de su enemigo íntimo, Torres Hurtado, por varios casos de presunta corrupción urbanística. Entonces, el todavía alcalde, puso como condición para su salida de la alcaldía, que su primer teniente de alcalde, a la sazón Sebastián Pérez, saliera también de la Plaza del Carmen. Así se las gastaban y así se las gastan en el PP de la capital.

Pero el crónometro se ha puesto en marcha para Sebas. El tiempo corre en su contra después de la providencia dictada por la Audiencia Provincial de Granada, según la cual el próximo 23 de julio -poco más de un mes después de que el nuevo alcalde tome posesión de su cargo-, se decidirá definitivamente si su reelección como presidente del Partido Popular granadino fue ilegal, si el Congreso Provincial que lo aupó se tiene que repetir y si él por lo tanto tanto debe dejar su puesto como presidente provincial del partido. En definitiva, si Sebastián Pérez, es un tramposo orgánico.

Lo que se decida el 23 de julio por parte de la Audiencia de Granada marcará el futuro político de Sebastián Pérez, si no lo hacen antes otros acontecimientos.

Fuentes judiciales argumentan que es bastante probable que ese día el juzgado le dé la razón a Juan García Montero, y decida que Sebas llegó a presidente de manera ilegítima y que el XIV Congreso Provincial deberá repetirse de nuevo. Claro que en esto de condenas judiciales, el alcaldable popular viene aprendido, ya que el 2015 fue condenado por “desviación de poder” en su etapa como presidente de Diputación.

¿De verdad Granada se merece continuar en el Día de la Marmota?

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