Granada, la Gran Recalentada
Granada lleva 30 años recalentándose. Junto con Barcelona, Ávila, Murcia, Cuenca, Teruel, Castellón, Málaga, Albacete y Lleida, es una de las ciudades españolas en las que más ha subido la temperatura en las últimas tres décadas. Este hecho, unido a la escasa humedad en el ambiente, podría ser la causa de nuestro proceso de extinción en un plazo inferior a 80 años, según un estudio de la Universidad de Purdue*. Esto podría haberse evitado hace dos años pero ya es tarde, según las mediciones atmosféricas de la National Oceanic Atmospheric Administration (NOAA) y el Norwegian Polar Institute**.
Entenderéis que cualquier debate al margen de esta realidad sea una burda maniobra de distracción de quien solo pretende ganar o mantenerse en el poder mientras viva. Ande yo caliente, el vivo al bollo y Juan Palomo.
Estamos a las puertas de un periodo electoral intenso. Ante de irnos de vacaciones nos habrán llamado a las urnas tres veces: para decidir en qué modelo de ciudad, de país y de Unión Europea queremos vivir los próximos cuatro años. Yo lo tengo meridianamente claro. Uno en el que pueda respirar mejor. Y si ya es demasiado tarde para mí, al menos que la solución llegue a tiempo para mis hijos. Que yo pueda corretear a mis nietos en el Tico Medina sin una bombona de oxígeno que me lastre, vaya.
Recientemente vi un documental francés, Demain (Mañana)***, en el que un grupo de diez personas viajaba por todo el mundo conociendo nuevas formas de vida basadas en el intento de evitar que el planeta se convierta en un lugar inhabitable. Es inspirador comprobar cómo la gente ha sabido hacer de la necesidad una virtud en lugares como Detroit, donde la resaca de las subprimes dejó un motón de industrias vacías y solares sin desarrollar. Curiosamente, sobre la huella del hombre sí volvió a crecer la hierba y hoy día la agricultura urbana es una de las señas de identidad de esta metrópoli. Suena un poco a Mad Max con final feliz ¿verdad?
Pienso en la vega que circunvala nuestra ciudad y se me saltan las lágrimas solo de imaginarla convertida en un vergel atendido por familias, asociaciones de consumidores, pequeños emprendedores de comercio local que lo usan como despensa de hortalizas, frutas y verduras de temporada… Ains, ¡qué bonico sería! …Y me caigo de la cama.
El documental muestra también cómo Dinamarca, un país que está muy cerquita de las cero emisiones de dióxido de carbono, aspira a ser energéticamente autosuficiente en 2050. Para ello, camina en dos direcciones: la primera, ser menos dependientes en lo que a transporte se refiere. Es decir, fomentar el transporte público, las bicicletas, los trayectos a pie… La segunda, fomentar las cooperativas eléctricas, entidades que contratan energía procedente de fuentes verdes -eólica y solar- locales, es decir, molinos y placas instaladas en el propio territorio.
Foh… esos tejados en edificios y comunidades de vecinos de Granada reflectando rayos de sol mediterráneo para convertirlos en energía de la buena en sustitución de las calderas. Y me suena el despertador.
¿Y la educación? ¿Cómo? ¿Qué también se puede empezar a cambiar el mañana de Granada en los colegios? ¿y en los espacios públicos de convivencia como plazas, calles
y parques? Decía María Montessori que “tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital, donde todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de vida, donde se hallan encerrados los secretos del alma, por ahí se elabora la educación del hombre del mañana”.
Me imagino unas escuelas municipales en cada distrito donde se eduque la socialización y la relación con el entorno de la ‘mini’ ciudadanía granadina desde la conciencia medioambiental. Y también sueño con un urbanismo que favorezca la convivencia, adaptado a todas las edades y capacidades funcionales. Y bueno, ya, que me está pitando la olla exprés.
Yo creo que lo que hace a Granada Gran-de es una apuesta por la gestión holística de la calidad del aire. La agricultura, la energía, la economía, la educación, la arquitectura, el transporte, la mismísima democracia pueden y deben abordarse desde esta óptica. Y yo estaré soñando, pero qué bonito sueño.