¡Hasta nunca 2020!

Mal, muy mal tendría que darse cualquier año futuro, para empeorar a este horrible 2020, al que solo le restan unas pocas horas, pero que quedará por siempre grabado a fuego en nuestra memoria.

Cincuenta mil o setenta mil compatriotas -que ya nos vale ser incapaces de contar a nuestros muertos- que hace un año se tomaron las uvas, con la ilusión de que 2020 fuera un gran año, no estarán esta noche entre nosotros. Padres, madres, abuelos, hermanos, amigos, se nos han quedado en el camino, mientras nos tirábamos los trastos a la cabeza con las mascarillas, los respiradores, los EPIS, las competencias … La política en su expresión más miserable.

Nueve meses después de que se declarara la mayor catástrofe de los últimos 75 años y con las vacunas abriendo la puerta de la esperanza, nuestros políticos siguen ofreciéndonos un espectáculo deplorable, en el que parece que la salud de sus conciudadanos importa menos que el relato, la supervivencia de los negocios y empleos, menos que dos puntos arriba o abajo en las encuestas y la decencia y credibilidad, menos que el aplauso fácil de los hooligans de turno.

El vergonzoso panorama brindado por nuestros próceres con la llegada de la vacuna, define a la perfección el nivel de nuestra clase política. Pocos logros pueden ser más susceptibles, de concitar la unanimidad de todos en cuanto al beneficio que supondrán para nuestra sociedad, que el inicio de la vacunación. Pues bien, en este país, hemos sido capaces de convertir la mejor noticia de los últimos años, en un pelapollos infame, por un quítame allá una pegatina del «Gobierno de España». ¿De verdad a algún ciudadano de a pie, le habría importado un pimiento el envoltorio de lasa vacunas, de no envenenarnos con ello, quienes deberían insuflar un mensaje de esperanza?

Entre el «Noche de Paz» y las doce uvas, hemos asistido también al repugnante discurso del «España nos roba», en este caso, no en boca de los independentistas catalanes, sino de quienes ponen en duda el reparto equitativo de las vacunas a las distintas comunidades, solo por obra y gracia del Espíritu Santo en forma de gaviota. ¡Qué decir del veleta naranja, a la sazón vicepresidente de la Junta, acusando al Gobierno de «robar» a Andalucía, quince mil millones de los fondos europeos!

El despropósito está llegando a tal punto, que a menos de 36 horas para finiquitar este maldito 2020, la factoría Sánchez-Redondo, nos anunciaba que el ministro de Sanidad, será el candidato a la presidencia de la Generalitat por

el PSC, sustituyendo en los carteles a Miquel Iceta, aunque solo unas horas antes el propio Salvador Illa, jurara y perjurara que él no sería el candidato y hace unas semanas, Iceta afiamara que él sería el presidenciable, salvo «terremoto o dolencia cardiaca», extremos estos que sepamos, no se han producido. En mal lugar queda la palabra y la credibilidad de ambos en vísperas de unas elecciones, en las que ser creíble, debe ser la virtud principal para conseguir la confianza de los electores.

Puede que Illa hubiera sido un magnífico candidato para defender la marca del socialismo catalán; puede que la factoría Sánchez&Redondo, así lo pensará, cuando lo eligieron como ministro de algo que, como la sanidad, no tenía demasiado peso en la administración central hace un año; pero resulta que por medio nos ha arrasado una pandemia que, lejos de haber terminado, sigue amenazando vidas y haciendas, y no parece que en estos momentos, sea demasiado presentable «prescindir» de tu ministro de Sanidad, en aras de un mero interés partidista.

Es cierto que la oposición de nuestro país, está demostrando en esta crisis, un nivel de patetismo difícil de igualar, pero no lo es menos, que el Gobierno se lo está poniendo a huevo con meteduras de pata gloriosas y cabezonerías impropias de un país medianamente serio, baste recordar su reciente oposición, a cerrar nuestros aeropuertos a vuelos procedentes del Reino Unido, para evitar la llegada de la supercontagiosa cepa británica.

No les amargaré más las últimas horas de este nefasto año, porque en el fondo lo importante es que, a pesar de tirios y troyanos, este país siga siendo capaz de superar tanta incompetencia y sobrevivir a esta crisis, de la que no saldremos mejores, pero sí que les deseo de todo corazón que salgamos vivos … ¡Feliz y saludable 2021!

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