Hervías en Granada
“El asesino vuelve siempre al escenario del crimen”. No sé bien quién acuñó esta reflexión criminológica que unos atribuyen a Sir Arthur Conan Doyle y a su famoso personaje Sherlock Holmes, mientras otros dicen que su origen es mucho más científico que literario y que bien pudo ser Cesare Lombroso quien la acuñara, porque el crimen y la acción criminal es consustancial a la naturaleza del hombre.
Sea quien fuera el primero que la sintetizara por vez primera, lo cierto es que nos viene perfectamente al caso en Granada en estos días, porque el gerundense Fran Hervías, un personaje vendido en su día por los representantes locales del partido Ciudadanos, como un granadino de pura cepa y de pata negra, comprometido con nuestra ciudad y su provincia por ser sus abuelos oriundos de Quéntar. Con ello justificaban entonces su vuelo como paracaidista para dejarlo caer como congresista por nuestra provincia, primero, y seguidamente hacerlo senador por designación autonómica. Y es que Hervías vuelve a Granada. Regresa para visitar esta tierra a la que tanto le debe, pero a la que tanto daño ha hecho.
Lo digo sin acritud; con convencimiento pleno, porque fue él quién pergeñó el pacto algorítmico del 2+2 para el Ayuntamiento capitalino que primero ocultó y negó, facilitando el primer gobierno municipal de coalición, pero que después lo empleó para dinamitar, cuando ya había comenzado su transepto hacia el PP, para volar el mismo ejecutivo municipal que había armado junto a su ahora amo, Teodoro García Egea, generando con ello un conflicto de meses en la ciudad. Por fortuna le salió mal su pretensión y ahora gobierna pacíficamente Cuenca y el PSOE, pero sí por él fuera, por Hervias, aún seguiríamos enredados en Granada.
Aparte de esta despreciable acción política, nada se le conoce que haya efectuado en favor de la provincia que lo aupó al Congreso y que facilitó su después designación como senador del Reino de España. Montó un lío, dejó otro, y ahora le achacan, y parece que es cierto, que ha sido él, por mandato del campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna, quién ha filtrado la grabación de Marín sobre “la no aprobación del presupuesto para año el próximo año electoral”. Todo un dechado de virtudes groseras el señor Hervías, que actúa como zapador de la política como vemos y que lo mismo dinamita un gobierno local, que un gobierno autonómico. Todo sea siempre por su causa personal y por servilismo a quién lo ha acogido, incomprensiblemente dado su escaso valor, dicho sea, en la organización de la calle Génova.
Aquello de que “Roma no paga traidores”, parece que no es aplicable a su vil personalidad política. Apuñaló a Salvador primero, seguidamente a Arrimadas y ahora a Marín, para acabar con el partido naranja y pasarse al azul de la gaviota. Y ahora anda inserto en el circunloquio político de Egea tratando de procurar la implosión del ejecutivo de Moreno Bonilla.
La verdad es que a mí, lo que pase en clave interna en el partido de Casado-Egea-Hervías-MorenoBonilla, me trae al fresco. Ni es mi partido, ni le tengo simpatía, ni se la he tenido nunca (eso no impide que en su seno haya personas a las que le tenga afecto y reconocimiento), pero no puede entender que un personaje tan mediano, que ni siquiera llega a mediocre, pueda ser acogido por una organización pretendidamente seria como presumo que es el Partido Popular, después de conocerse su actuar y de haber hecho tanto mal a la provincia por la que fue elegido.
Hervías, el asesino político de gobiernos, regresa este finde a Granada como estrella invitada al congreso regional del PP. El autor del crimen suele regresar a la escena del hecho para asegurarse de que no hay huellas que lo delaten, pero a veces también vuelve para asegurarse de que su crimen o delito tuvo las consecuencias que él quería. Y esto último, creo que es lo que mueve a Hervías a regresar a nuestra ciudad, a la misma que empantanó provocando, primero un gobierno municipal con pactos inviables, y después sumiendo a la ciudad en un lío antológico durante meses.
Bien estaría que Fran Hervías, como representante de esa casta política indeseable que de un modo u otro se sirven de nuestra tierra para su particular beneficio, fuera acogido por los granadinos con el desprecio que políticamente se merece quien solo piensa en él y no a quién se debe.