Juanma «El Tatuado»

«Y ante dos copas de aguardiente

sobre el manchado mostrador

él fue contándome entre dientes

la vieja historia de su amor:

Mira mi brazo tatuado

con ese nombre de mujer

es el recuerdo del pasado

que nunca más ha de volver…»

Así cantaba en pleno franquismo doña Concha Piquer, haciendo volar nuestra imaginación a las tabernas portuarias preñadas de humo, alcohol y olor a humanidad. «Amor de madre», rezaban los tatoos en los brazos de los presidiarios, condenados por toda la caterva de delitos del código penal. «Novio de la muerte» se graban los legionarios en los pecholatas antibotones.

Hasta no hace mucho, lo de tatuarse era algo de gentes no muy recomendables, pero parece entre milennials, centennials y generación Z, han puesto muy «cool» eso de utilizar la propia piel para escribir la biblia en verso. Exactamente, lo que ha hecho Bonilla, aunque para los muy cafeteros del tatuaje haya sido un poco parco y se haya limitado a grabarse en la cara interna del antebrazo el número de escaños conseguidos en las pasadas elecciones, quizás porque le pareciera un poco presuntuosa la frase «Nasío pa gobernar», que era la que le pedía el cuerpo.

Los tatuajes han sido objeto de estudio por antropólogos, sociólogos y etnólogos, intentando aclarar su significado y motivos de su realización. En España en el departamento de Dermatología de la Universidad de Salamanca , se intentó hacer una valoración en 51 pacientes portadores de 178 tatuajes, con respecto a los motivos para su realización. Respondieron un 33,4% y en ellos coincidían determinadas circunstancias tales como ambientes sociofamiliares no deseados, estancia en presidio, toxicomanía, servicio militar. Algunos autores opinan que en ocasiones se realizan como consecuencia de una crisis de identidad en la adolescencia.

Convendrán conmigo que Bonilla no debería entrar en ninguno de esos supuestos, salvo en su caso el de la crisis de identidad adolescente,  y sí más bien deberíamos imputar su tatuaje al haber sucumbido a la moda imperante, no sabemos aun si con visos de dependencia, porque de todos es sabido que quien se hace uno, se hace ciento.

Si Brad Pitt fue «El Renacido» después de haber sido destrozado por un oso, Bonilla ha empezado el tortuoso camino que le puede llevar a hacerse merecedor del sobre nombre de «El Tatuado», aunque para ello necesite ceder mucha más superficie corporal al noble arte de la caligrafía en su propia piel.

Dice el presidente que el tatuaje en cuestión se lo ha hecho en cumplimiento de la palabra dada durante la campaña electoral, algo que resultaría ser algo extraordinario, ya que los incumplimientos electorales de Juanma, son legendarios.

Como de todos es sabido, el tatuaje crea dependencia y como Bonilla no es un prodigio de imaginación, aquí estamos para sugerirle algunos mensajes dignos de quedar inmortalizados en su apolíneo cuerpo.

Podríamos empezar por su mítica frase de la campaña electoral de 2018: «Crearemos 600.000 puestos de trabajo»; mensaje corto, directo y más falso que una moneda de tres euros, como todos hemos podido comprobar cinco años después. Por continuar en aquella campaña, en la que Bonilla cosechó los peores resultados de la historia para el PP, podríamos añadir, quizás debajo del ojo izquierdo, de las siglas «BMI», o bajada masiva de impuestos, con la que ahora ha vuelto a atacar, hasta que su correligionaria británica se ha estrellado con la realidad. Quizás resulte un poco larga pero la pregunta de, dónde están los 1.000 millones de euros que prometió en materia de vivienda, también en aquella campaña quedaría la mar de resultona en su nalga derecha.

Si algo le trajo «suerte» al presidente andaluz, fueron sus conversaciones con la vaca Fadi, por lo que le sugerimos, que en agradecimiento a la «baraka» que le transmitió el animal vacuno, podría tatuárselo en el omóplato derecho, junto con la frase: «600.000 euros de sueldo pepero», que fue la cantidad que nuestro prócer recibiera, en los tiempos en que fue mano derecha y secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, con la inefable Ana Mato, mientras propinaba una auténtica puñalada trapera a los susodichos servicios sociales.

Por aquello del agradecimiento debido a su hasta ahora mano derecha, Juanma debería reservar un espacio bajo su tetilla izquierda, para tatuarse un corazón atravesado por una flecha que uniera los nombres de Bonilla y Bendodo, bajo el lema «siempre tuyo».

Aunque nos va quedando poco espacio corporal para seguir «iluminando», no podemos olvidar un tatoo imprescindible, a tenor de las últimas actuaciones políticas de Bonilla y su ambición nada disimulada de convertirse en el sucesor de Feijóo, hablamos del «fusilamiento» de todas y cada una de las medidas de Ayuso, a la que debería reservar una de sus pantorrillas con la leyenda: «Isabel, contigo empezó todo»; la otra debería acoger la leyenda «sin oficio ni beneficio» que definiría perfectamente la trayectoria del prócer andaluz fuera de la política.

No sé si a Juanma le servirán de algo estas humildes sugerencias, nacidas con el único motivo de contribuir a que su recién estrenada carrera de «tatuado», esté a la altura de su ego y de su prometedora carrera. Por lo pronto, me cuentan que ya camina por los pasillos de San Telmo, tarareando por doña Concha Piquer…

«Mira su nombre de extranjero

escrito aquí, sobre mi piel.

Si te lo encuentras marinero

dile que yo, muero por él»

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