Juanma «predilecto»
Andábamos enredados con el apoyo del PSOE a Bildu para hacerse con la alcaldía de Pamplona; con el «colgar por los pies» a Pedro Sánchez, versión Santi Abascal; con el repasito que el mismo Pedro Sánchez le propinaba ayer mañana en el Parlamento Europeo a Manfred Weber, líder del PP Europeo y ultra confeso; con las infames declaraciones contra los jueces de Junts en el Congreso; con el primer debate sobre la Ley de Amnistía en ese mismo escenario; con el fichaje de Brian Zaragoza por el Bayern Múnich y con las compras de una Navidad que tenemos a la vuelta de la esquina, cuando aprovechando la presencia en Granada del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, para la colocación de la primera piedra de las obras de ampliación del Metro, su subalterno orgánico y a la sazón presidente de la Diputación, Francis Rodríguez, colaba de aquella manera, la entrega a su jefe del título de Hijo adoptivo de la provincia de Granada, probablemente el nombramiento más bochornoso, pelota, servil, adulador y patético al que hayamos asistido en la historia de una distinción que es la más importante que se puede hacer a alguien que no haya nacido en nuestra tierra.
Les confieso que en estos tiempos de fake news mi primera reacción, cuando conocí la noticia, fue la de pensar que se trataba de una burda intoxicación. No pasaba por mi cabeza imaginar que nadie, con dos dedos de frente, pudiera plantearse en serio semejante esperpento, pero la realidad fue tozuda y me demostró, vía nota oficial, que el despropósito era real.
Créanme si les digo que tal distinción me produce una profunda tristeza, porque una vez más, Granada vuelve hacer el ridículo, por obra y gracia de una lealtad política malentendida, al tiempo que devalúa una distinción con la que esta provincia ha honrado al premio Nobel de Literatura, José Saramago, al ex secretario general de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, al cantante Leonard Cohen, o al poeta y premio nacional Antonio Carvajal entre otros, figuras de primera línea mundial, entre las que ahora se nos cuela alguien que no tiene más trayectoria que la de ser el jefe político de quien lo propone.
En sus cinco años como presidente, Juanma acredita hacia Granada un currículum incompatible con cualquier distinción, que se resume en el traslado a Sevilla de la gestión de CETURSA, la desaparición de la Escuela Andaluza de Salud Pública, ratificada ayer tarde en el Parlamento Andaluz por la consejera del ramo; el cierre del Centro de Enfermedades de Transmisión Sexual, la supresión de la autonomía del Parque de las Ciencias, la rebaja de categoría del Centro de Documentación Musical de Andalucía, perdido ahora en la Biblioteca de Andalucía o la laminación del Legado Andalusí en la Fundación Tres Culturas… Añádanle el destrozo que la gestión de Juan Manuel está haciendo en la Sanidad y la Educación públicas y casi cabría más un nombramiento de «persona non grata» que el de «hijo adoptivo».
Pero tan impresentable como la propuesta es la aceptación de la misma. Que nadie en San Telmo haya tenido el pudor de rechazar tan inmerecido honor, demuestra que el cesarismo de Juanma, que ya quedó acreditado en su napoleónica toma de posesión, solo ha hecho que ir a más.
Dicen las malas lenguas que el «peloteo» de Francis Rodríguez con su jefe, Juan Manuel, podría enmarcarse en una estrategia más amplia, dirigida a cortocircuitar las aspiraciones orgánicas de la alcaldesa Marifrán, «niña de los ojos» de Bonilla, a la que desde ya mismo va a contra programar con su presencia diaria en pleno corazón de Granada, para lo que va a convertir el coqueto Palacio de Niñas Nobles, a la vera de la Catedral y un tiro de piedra de la Plaza del Carmen, en la sede de la presidencia de la Diputación que él ostenta; un traslado que como todo el mundo sabe es de lo más «práctico» para los 174 alcaldes de la provincia que tengan que trasladarse a Granada a despachar con su presidente.
En la genial película «Atraco a las tres» de José María Forqué, el gran José Luis López Vázquez, inmortalizó aquella frase dirigida a Katia Loritz: «Fernando Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo»; pues bien, el presidente de la Diputación y del PP de Granada, ha superado el servilismo del genial actor, con la diferencia de que además de no tener ni puñetera gracia, lo hace en nombre de todos los granadinos.
Creo que Bonilla se ha tomado muy en serio lo de hijo, pero no adoptivo, sino como hereu en toda regla , creyendo que todo es suyo. La suerte es que es mediogranadino por estado civil ( está casado con una granadina) si se divorciara, dios no lo quiera, qué podríamos esperar de él. Quemar Granada como Nerón quemó Roma.