Jueces contra la democracia (lawfare)
Eso que llaman Justicia y sus administradores dan vergüenza (a quien la tenga). Evocan al oidor feudal, al inquisidor y al sumarísimo togado militar. Creer en la Justicia es un acto de fe, dado que demasiadas actuaciones de jueces y órganos judiciales tienen el enfoque de un auto de fe. Por eso, la lectura de las sentencias es filtrada y se hace pública «para edificación de todos y también para inspirar miedo», como señaló el jurista Francisco Peña, en 1578, en un comentario al Manual del Inquisidor de Nicholas Eymerich, escrito en 1376.
Quienes hace apenas un lustro hablaban, rasgándose las vestiduras a cuenta del lawfare, de “democracia plena” obviaron las tropelías de la derecha del PP en el Poder Judicial y el “aguante” del PSOE esperando turno para las suyas. Es el panorama desde la transición: el bipartidismo turnista garantiza privilegios para ambos partidos y para las élites por ellos representadas, entre otros la impunidad. Con la venia de sus señorías, la Justicia se ha convertido en un lupanar donde corre el dinero y el tráfico de favores es moneda habitual.
Desde que la izquierda ha tocado poder, casi un siglo después, (aguantando covid, guerra en Ucrania y volcán de La Palma) la economía española lidera el crecimiento en la OCDE, el paro ha bajado al 10,6%, hay 21,8 millones de trabajadores, el SMI ha pasado de 707 € en 2017 a 1.134 € en 2025 y las élites económicas han multiplicado sus beneficios. En el mismo periodo, la izquierda ha sido perseguida política, policial y judicialmente (lawfare), con el concurso mediático y episcopal, como no se recuerda en España desde la dictadura.
Llaman la atención muchas actuaciones de la Justicia, desde el bloqueo inconstitucional del CGPJ hasta el indecente interrogatorio del juez Carretero, pasando por el acoso y derribo de Podemos, manifestaciones de las togas en plena calle contra el Gobierno Legítimo, pronunciamientos contra leyes concretas, insumisión torticera hacia esas leyes o exhibición de todo un catálogo de varas de medir que se puede ejemplificar con la actitud agresiva hacia el entorno familiar de Sánchez y contemplativa con el clan de los Ayuso. Lawfare.
La misma Justicia que incoa causas, a la velocidad del rayo, contra políticos de izquierdas, basadas en recortes de prensa, bulos y pruebas fabricadas por la cloaca política y policial, archiva, a la velocidad del rayo, las abiertas contra políticos de derechas. El bipartidismo lo sabe y juega con ello, disfrutando, cuando hay pruebas irrefutables, del beneficio de errores increíbles en la instrucción o calculadas dilaciones que abocan sus casos a la prescripción o al archivo, con hiriente descaro, sin atisbo alguno de vergüenza, con insolente impudicia.
La gravedad del desempeño antidemocrático de la Justicia supone de facto la ruptura de la división de poderes. Gravedad que no estriba tanto en que la derecha controle la Justicia (y ésta se deje) desde la puerta de atrás, sino en la evidencia de que sus señorías aplican su militancia ideológica, de manera pública, notoria y sostenida, a la hora de enjuiciar y dictar sentencias (lawfare). Son tan numerosos como peligrosos los ejemplos de jueces que no dudan en pronunciarse abiertamente contrarios a los poderes ejecutivo y legislativo de hoy.
El Poder Judicial, instalado en un trumpista populismo autoritario, se muestra sin tapujos, al igual que los medios de comunicación, como un organismo golpista que ha tomado el relevo del tradicional alzamiento militar que sigue siendo una amenaza latente para 26.000.000 de hijoputas. Las arengas antidemocráticas de Vox y del PP ayusista quedarían en nada sin la connivencia de la brigada togada, nutrida de una nómina de jueces y juezas –consulten la hemeroteca (Algunos ejemplos de lawfare, unos pocos, no todos: https://jacobinlat.com/2024/04/jueces-quieren-derrocar-al-gobierno-espanol2/)–, que muestran con orgullo su deriva ultra y no dudan en practicar lawfare.