La Agenda 2030 y la agricultura

Uno de los bulos que más se ha difundido durante las últimas movilizaciones de los agricultores ha sido que la culpa de todos sus problemas los tenía la Agenda Verde Europea, junto a la Agenda 2030. Pero también se habla de que la sequía está siendo provocada desde los gobiernos y los organismos internacionales; que las estelas de los aviones son para envenenar a las personas; o que nuestras lechugas dependían de la voluntad de Mohamed VI. Nada más lejos de la verdad. Quienes realmente asfixian a los agricultores, sobre todo a las pequeñas explotaciones, son las grandes corporaciones que, a consecuencia del perverso sistema de subvenciones de la PAC, reciben más del 80% de las ayudas europeas; y las multinacionales del sector agroquímico, que exprimen a los agricultores al subir el precio de los insumos. Lo explicaba Greenpeace en uno de sus últimos informes.

El origen de la Agenda 2030 está en la Resolución adoptada por la Asamblea general de la ONU el 25 de septiembre de 2015, “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible“. La misma se divide en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, desglosados en 169 metas y en tres dimensiones de desarrollo sostenible (económica, social y ambiental). Todos estos objetivos y metas están destinados a las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y las asociaciones. En el siguiente link se puede visualizar una explicación sencilla de esta agenda elaborado por el Centro UNESCO del País Vasco https://www.youtube.com/watch?v=MCKH5xk8X-g .

Respecto a la agricultura, el objetivo 2 (Hambre Cero) habla de los sectores alimentario y agrícola como los que “ofrecen soluciones claves para el desarrollo” y que “son vitales para la eliminación del hambre y la pobreza”. Por eso emplaza a luchar contra el desperdicio de alimentos y a apoyar a los agricultores y mercados locales y sostenibles. En concreto, llama a perseguir una serie de logros de importancia vital para el sostenimiento de la agricultura y los agricultores.

Así nos habla de “Asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra”.

También aconseja «Duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores familiares, los pastores y los pescadores, entre otras cosas mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas».

En lo referente a las semillas, habla de «Mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas, entre otras cosas mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas a nivel nacional, regional e internacional, y promover el acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales y su distribución justa y equitativa, como se ha convenido internacionalmente».

También considera prioritario «Aumentar las inversiones, incluso mediante una mayor cooperación internacional, en la infraestructura rural, la investigación agrícola y los servicios de extensión, el desarrollo tecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado a fin de mejorar la capacidad de producción agrícola en los países en desarrollo, en particular en los países menos adelantados».

Asimismo aconseja «Corregir y prevenir las restricciones y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales, entre otras cosas mediante la eliminación paralela de todas las formas de subvenciones a las exportaciones agrícolas y todas las medidas de exportación con efectos equivalentes».

Por último hace un llamamiento a «Adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de productos básicos alimentarios y sus derivados y facilitar el acceso oportuno a información sobre los mercados, en particular sobre las reservas de alimentos, a fin de ayudar a limitar la extrema volatilidad de los precios de los alimentos».

La pregunta, a la vez que la reflexión que nos debemos hacer es: ¿existen motivos reales para decir que la Agenda 2030 perjudica a los agricultores? A la luz de este objetivo 2, es evidente que no, sino todo lo contrario. En todo caso, lo que habría que exigir a todos los gobiernos es una mayor implicación e interés para conseguir estos objetivos.

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COMENTARIOS

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    Manuel 9 meses

    Algunos creen que no tener una agenda, unos objetivos a medio plazo, es mejor que tenerla. Que andar a velas venir es mejor que programar el futuro para afrontar con éxito los retos que plantea.

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