La formación de los profesores es mejorable

El título del artículo no es mío, es copiado del Diario SUR del pasado viernes. Y es que el consejero de Educación, Javier Imbroda, se ha descolgado con unas declaraciones en el programa “La Alameda” de 101TV con las que, sinceramente, no estoy de acuerdo. Textualmente dijo “Para prestigiar la docencia, deben entrar los mejores. Al grado de Educación en las universidades no puede entrar cualquiera; hay que poner filtros, de nota, de entrevistas o cualquier otro que nos permitan seleccionar a los mejores”.

Aparte de ser un conglomerado de palabras al aire, porque ni él mismo deja claro lo que quiere hacer, decir que para prestigiar la docencia deben entrar los mejores, es una auténtica aberración. Pero esto no es nuevo. La ministra Celaá no se quedó atrás con una entrevista en el periódico “El País” el 23 de febrero del 20, donde afirmó: “Es importante que a la Facultad de Educación se entre con notas altas”. La lectura que saco de todo esto es que el gran problema que estamos teniendo con nuestro sistema educativo es que los futuros docentes entran en las facultades de Educación con unas notas de corte irrisorias, y que subiendo las mismas, nuestros docentes tendrán más nivel de conocimientos y, por ende, nuestras generaciones futuras.

Tanto Imbroda como Celaá hablan de notas altas para los aspirantes a docentes en nuestros centros educativos. Pero, ¿qué hay de los docentes de las facultades de Educación? Durante mis años de estudiante tanto en Magisterio como en Psicopedagogía, y a lo largo de todos estos años, en contacto con mis alumnos de prácticas de la Universidad, hay una queja generalizada. Nuestros docentes universitarios de las facultades de Educación, no tienen el nivel mínimo. ¿Sabe el señor Imbroda o la señora Celaá cuál debería ser el nivel mínimo para un profesor de una Facultad de Educación? Que al menos hayan pisado diez años una escuela, hayan limpiado mocos, curado heridas, hayan tenido tutorías infernales y reuniones de Claustro donde la teutología es primordial.

Los nuevos docentes en las Facultades de Educación siguen, en un gran porcentaje, el mismo patrón: sacan buenas notas en Magisterio, hacen una Licenciatura / Máster. Tienden una buena red de contactos entre susdocentes (si es que no la tienen por su linaje). Hacen un doctorado donde, además de leer sus artículos, pasan por un centro escolar para pasar unos test a un alumnado al cual ni conoce ni conocerá. Extraerá sus conclusiones y casi como por arte de magia, ya está preparado/a para dar clase a futuros maestros. ¿Perdonen? De qué van a hablar, ¿de lo que dicen los libros que otros han escrito? ¿Qué sabe esa persona realmente de la escuela? ¿No se les ha pasado por la cabeza pensar dónde está otro de los grandes fallos?

En esta sociedad, nos regimos exclusivamente por números. Nos echamos las manos a la cabeza cuando sale el informe Pisa y salimos tan mal parados. Solo se evalúan áreas de conocimiento, pero no al ser humano como algo integral. No se evalúa la empatía, el compañerismo, la asertividad… Esos valores tan necesarios e imprescindibles en la sociedad del siglo XXI. Estos grandes indicadores no aparecen en las mejores notas para las Facultades de Educación, pero le aseguro que son imprescindibles para todo docente. La implicación, la cercanía, la capacidad de emocionar, respetar y hacerse respetar desde el cariño y la comprensión, son valores inalienables a nuestros docentes si queremos que nuestra sociedad prospere. ¿Me puede decir cómo van a medir eso para los aspirantes a docentes?

Permítanme decirles a modo de conclusión, señor Imbroda y señora Celaá, que el mejor docente no es el que más sabe, sino el que más y mejor transmite.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )