La Gestapo Escolar
Sé que, a mis lectores, la palabra “Gestapo” le suena a algo oscuro, y no les falta razón. La Gestapo fue la policía secreta del nazismo, creada para investigar y combatir cualquier tendencia que resultara, bajo su punto de vista, peligroso para el Estado. Pues bien, desde que hemos vuelto a las aulas, se ha creado un nuevo organismo sin orden ni concierto, la Gestapo Escolar.
La Gestapo Escolar está formada, principalmente, por familias negacionistas y alarmistas (de ellas hablé en mi segundo artículo), que están “investigando” con quiénes se están juntando el resto de las familias, haciendo las labores de pseudo rastreadores COVID a coste cero, pero para crear la alarma y el recelo entre un determinado grupo de personas con el que comparten alguna vinculación educativa. Además, de esa forma, pueden reafirmarse en su mensaje de miedo y objeción ante el regreso a las aulas de sus vástagos.
Las nuevas tecnologías de la comunicación son un gran avance para la humanidad, pero también un arma muy peligrosa en manos de quien escribe sin impunidad y los ojos que leen sin el más mínimo punto de vista crítico. Los grupos de WhatsApp o similar, son las armas que está utilizando la Gestapo Escolar para transmitir aún más intranquilidad a las familias y, lo que es peor, a enfrentarlas unas contra otras o contra el propio Centro Educativo. Sí, tal cual lo leen. Yo he sido testigo.
La Gestapo Escolar no tiene ningún otro fin que desacreditar a otras familias y enfrentarlas con las demás y, por ende, intoxicar al grupo clase de sus respectivas clases y, en definitiva, a toda la Comunidad Educativa. La Gestapo Escolar no tiene filtro en sus mensajes, pero saben a quién enviarle los mensajes acusadores. Se saben inmunes, pero tienen relativa prudencia, ya que quienes reciben esos mensajes, además de ser otros alarmistas, van a volver a reenviarlos. Como norma general, omiten a conciencia quién es la persona creadora de la alarma. La marea intoxicadora ha empezado.
Los miembros de la Gestapo Escolar no tienen clase ni condición. Son “argucionistas” académicos. No es la primera vez que lo hacen con tal de sacar su propio beneficio, pero en otras ocasiones, sus falacias han caído en saco roto.Ahora están hablando de la salud tanto de los menores como de las familias, que no es cualquier cosa… No son conscientes del daño moral que están haciendo a las familias que son acusadas, ni los quebraderos de cabeza que nos dan al colectivo docente que, si ya teníamos suficiente con los protocolos, mascarillas, hidrogeles, desinfecciones, distancias y demás, tenemos que lidiar con las conspiraciones judeomasónicas de alguna persona que, aburrida en el sofá de su casa, esparce sus miserias por esporas.
Guárdense bien de la Gestapo Escolar. Están acechando a la vuelta de la esquina. Mejor dicho, a la vuelta de su Facebook, Twitter o Instagram. Están analizando dónde y con quién hemos estado durante nuestro tiempo familiar, trazando hilos mentales como si fuese la pizarra de los investigadores del mayor crimen jamás resuelto, uniendo fotos de personas y presuponiendo que, en algún lugar, han estado con alguien positivo por COVID. Una vez terminada su diarrea mental, ya saben lo que viene a continuación: El mensaje acusador que se vuelve viral antes de que ustedes terminen de leer esta columna.
No saben el daño que están haciendo a niños indefensos y potencialmente inocentes. Se les está diciendo a los hijos e hijas de los receptores de los mensajes acusadores que no se junten con tal o cual compañero o compañera de clase, que ha estado con una persona infectada con coronavirus. ¿Estamos locos? ¿El neobulling ha llegado con el coronavirus y ahora lo hacen los adultos en lugar de los menores?
Desde aquí, les pido que sean críticos con los mensajes acusadores y que rehúyan de la Gestapo Escolar. No tiene ningún fin más que el de hacer daño, como la original. Volvemos a repetir los errores, pero con la tecnología que nos ofrece el tiempo en que vivimos. No entren en su juego, aunque solo sea por higiene mental.
