La reconquista europea
El pasado día 21 de julio se aprobó por la Unión Europea el plan de choque para combatir los efectos económicos y sociales generados por la pandemia del COVID-19.
El plan se basa en dos pilares: el presupuesto plurianual para el periodo 2021-2027, que se incrementa hasta los 1,074 billones de euros, y el Fondo de Recuperación de 750.000 millones de euros para conceder ayudas a los veintisiete entre 2021 y 2023. Para financiar el fondo, la Comisión Europea emitirá deuda en los mercados con el respaldo del presupuesto comunitario.
Del Fondo a España le corresponden 140.000 millones (aproximadamente el 11% del PIB Nacional). Más de la mitad de ese fondo (72.700 millones), serán ayudas directas, o sea que no habrá que devolverlo. El resto será en forma de préstamos, los cuales tendremos que devolver, y que previsiblemente terminarán de pagar nuestros hijos.
Es una gran noticia, además de un paso muy importante en la construcción europea.
La concepción de castigo a los pecadores que se aplicó en la anterior crisis financiera (que no tiene nada que ver con la actual, por su origen y efectos), ha transmutado a una visión de que somos una unidad, y en temas de financiación se han roto varios tabúes, aunque sea a regañadientes, como es el incremento del presupuesto comunitario (el presupuesto comunitario representa alrededor del 1% del PIB de la UE, frente al 14% del PIB que maneja el gobierno federal norteamericano) y lo que es más importante: la mutualización de la deuda.
En primer lugar estos fondos deben utilizarse para la protección social de los ciudadanos europeos. Nadie puede quedarse atrás. Pero no puede quedarse solo en eso, pues sería pan para hoy y hambre para mañana.
Este plan debe destinarse fundamentalmente a apoyar y reforzar la estructura productiva y empresarial europea (que es el modo de generar riqueza para poder sostener nuestro modelo social), y además no debe centrarse en la construcción de las infraestructuras tradicionales (carreteras, ferrocarril, aeropuertos,…), sino transformar la economía europea hacia un modelo más sostenible económica y ambientalmente, y menos dependiente de terceros países. Para ello debemos apostar por los sectores tecnológicos que marcarán el futuro: inteligencia artificial, telecomunicaciones, redes 5G, automóviles eléctricos, aeroespacial, alimentación, farmacéutico, lucha contra el cambio climático, energías verdes, valorización de residuos…
A nivel nacional, hay que reconocer que en este caso el gobierno español supo moverse para llegar a un buen acuerdo que fuera positivo para todos. Esto no quita para que siga pensando que tenemos el peor gobierno que hemos tenido en nuestra etapa democrática, en el peor momento de nuestra etapa democrática. Y la recepción entre aplausos del presidente de gobierno por parte de los ministros me recordó a “Bienvenido Mr. Marshall” del “enorme” Berlanga.
A partir de aquí se ha abierto otra lucha política en el modo de gestión de estos recursos.
Desgraciadamente se ha vuelto a caer en un sistema desequilibrado, en donde los intereses y necesidades del gobierno han vuelto a ser aprovechados por los nacionalistas catalanes y vascos para obtener una cantidad mayor, en detrimento de otras comunidades como la andaluza (cuando gobernaba el PSOE en la Junta de Andalucía salíamos perdiendo porque no iban a protestar contra sus superiores, ahora se nos castiga porque en la Junta no gobiernan los suyos).
A nivel municipal, el intento de obtener fondos de los ayuntamientos a través de un acuerdo de la FEMP con el Ministerio de Hacienda, impuesto por la mayoría socialista de este organismo, también ha obtenido un rechazo de los alcaldes españoles de todo el resto del arco político (siendo una cabeza muy visible de esta protesta el alcalde de Granada, Luis Salvador). Según este acuerdo, a los ayuntamientos que han podido ahorrar se les “requisa” el dinero, el cual les será devuelto dentro de 15 años, y a cambio entran en un reparto de 5000 millones de euros. Y los ayuntamientos que no cuentan con “ahorros” no reciben ayuda. Esplendida manera de ayudar.
Desgraciadamente, el Ayuntamiento de Granada está entre estos últimos, gracias a la nefasta gestión económica municipal sucesiva y acumulada de los últimos 20 años con la que se ha encontrado el actual equipo de gobierno municipal.