La vín qué…
Que el tiempo está loco ya nadie lo duda. El cambio climático ha hecho que pasemos del frío al calor y viceversa en cuestión de horas y que lo mismo tengamos que tener a mano un abrigo que un bañador, o pasar de la piscinita hinchable en el minipatio trasero o del apartamentucho playero con suegra incluida, a la colcha de croché y al niki de manga larga. Ya han dicho los meteorólogos que vayamos acostumbrándonos…
¡La vín qué calor!, ¡la vín qué frío!. Y es que esta sinrazón climática, fundamentalmente por mor de EEUU, China e India, provoca que, en la fase de la canícula, el cerebro huya de las intelectualidades, y si el coco no carbura, el cuerpo tampoco es que se le quede a la zaga, y en la fase gélida, otro tanto de lo mismo, aunque por los motivos contrarios.
En esta situación isobárica bipolar, para más inri, tenemos que soportar un panorama político en el que, por el contrario, no hay cambio climático alguno, el caloret -pobre Rita, LaSexta debería de tener cargo de conciencia…- está estancado en la península Ibérica, y la quemazón de los partidos se está acentuando en las últimas horas. La última víctima, Podemas, como en las pasadas semanas ocurriera con C´s y Vox. El achicharramiento llega a tal extremo que hasta Teresa Rodríguez ha dicho que la consulta de Don Pablo a sus bases sobre el posible pacto de “gobierno” con Don Pedro es un insulto a la inteligencia. No es de extrañar que Ramón Espinar apele a que tienen que “repensarse”, reinventarse diría yo, aunque con este tiempecito, las pensadas intelectualoides que las dejen para septiembre, sobre todo si hay elecciones, pero si sus jefes no venden el casoplón poco tendrán que pensar sus votantes, mejor dicho, sus ex votantes.
Y es que no se puede querer ser ministro a toda costa… Don Pablo debería haber sido actor y haber protagonizado “Mamá quiero ser ministro”, quizás hubiera sido incluso hasta famoso por sus dotes o por su coleta, no olviden que ya fue extra en la serie “La casa de los líos” de Arturo Fernández por 5.000 pesetas. Fugaz intento de estrellato, pero premonitorio de que se dirige en picado a estrellarse debido a los líos de su “casa”, la de Podemas y la de Galapagar.
Pero a mí todo este embrollo entre Don Pedro y Don Pablo me recuerda más a otros famosos de animación, los Picapiedra y sus divertidos episodios, que veía con ilusión en aquellos veranos de una infancia en la que hacía el calor normal, y no la pechá de tiempo loco que ahora nos invade, quizás más parecido al prehistórico de Piedradura.
Incompatibles pero imprescindibles, en aquel caso amigos, en este no, porque la falta de empatía entre los Pedro y Pablo del siglo XXI es más que evidente, y puede que desemboque en nuevas elecciones. A este paso, casi mejor, se añora la estabilidad del bipartidismo de antaño, equilibrio político que nos depararía un verano, aunque con tiempo loco, tranquilo de una vez…
En el panorama local no andan las cosas muy distintas, el patio está también bastante calentito, aunque aquí el fuego no lo aviven ni Puentedura, ni Don Paco, sino la rocambolesca situación política de Salvator Mundi y los 7 niños de Écija, unidos a la fuerza y todos ungidos con la “edílica” dignidad, a base de bastones de mando y de tenencias de alcaldía no queridas por el pueblo.
Percal municipal otrora enfriado ante la desidia local tradicional de los regidores granadinos, ora acalorado ante la abundante jeta consistorial. Lo malo es que aquí no puede haber nuevas elecciones y hay que aguantarse con este “ambientazo” 4 años. Hay quien ya está tachando los días a ver si pasan cuanto antes porque poco se espera que hagan por Granada unos socios que no se aguantan y que tienen que apoyarse en otro que los aguanta menos aún. Socios a la fuerza que sí que han convenido rápidamente como primera medida consistorial el subirse el sueldo. No creo que sus votantes comprendan semejante gesto de vanidad y codicia en uno de los Ayuntamientos más endeudados de España, con unos regidores que han primado sus propios intereses a los de Granada y los granadinos.
A estas alturas, para los granadinos, estos políticos ni están ni se les espera. Parece mentira que esta sea la triste situación de una ciudad tan postergada y ninguneada como la nuestra, que tanto necesita y a la que tanto se le debe desde Andalucía y España, que ha visto y ve cómo otros despegan y progresan, mientras nosotros seguimos descendiendo en el furgón de cola de la democracia de las autonomías.
Y siendo nuestro futuro inmediato tan poco halagüeño, ¿qué mejor que olvidarse de los interminables asuntos locales y nacionales tumbados al sol o en el chiringuito?
Con tanto calor, agalvanado y quieto parao se está mejor, y si vuelve el frío, lo tomaremos como un respiro, el mismo que en estos días necesitamos respecto de nuestros trabajos y preocupaciones, así como de lo que irremediablemente nos depara la cargante situación política actual.
En fin, desconecten de la city y chapoteen un poco, a lo tortuga si es en la charca casera, o a lo Tarzán si es en el mar o en la piscina, que alivia bastante, sobre todo la cabeza, que a este paso nos va a estallar, y más que por la variación climática, por la complicación política.
Si no tienen vacaciones, lo mejor es hacerse un lavado cerebral sobre lo requetebién que se está en la urbe en julio y agosto, y lo requetebién que lo hacen nuestros políticos, con la alentadora esperanza de que cada día que pase es un día menos que queda para que finalice el verano bipolar y también un día menos que queda para las próximas elecciones generales y también locales ¡La vín qué suerte!
En fin, feliz verano y que ustedes los aguanten bien…