Los cerdos no sudan
La Real Academia Española, en 2013, más por presiones externas (Uruguay) que por iniciativa propia, desterró de su diccionario (DRAE) expresiones racistas o xenófobas, trasnochadas en todo caso y con un sentido sinsentido.
Voces como ‘judiada’, ‘hacer el indio’, ‘trabajar como un negro’, ‘dejarse engañar como a un chino’ o ‘cabeza de turco’ (por no hablar de los términos ‘gitano’ o ‘moro’ en un aspecto despectivo), desaparecieron, en las nuevas ediciones, del libro del saber de una institución empeñada desde 1713 en darle brillo y esplendor a la lengua castellana.
Sin embargo, tanto en el DRAE como en nuestro lenguaje habitual mantenemos algunas expresiones referentes a los animales tradicionalmente admitidas, a veces por lo certeras y otras por usanza. Nadie ha protestado por ellas, salvo gentes comprometidas y otras asociaciones ecologistas. Yo me aúno a esta petición y lanzo la mano y escondo la piedra.
Tener ‘más vista que un lince’, estar ‘hecho un toro’, ser ‘astuto como un zorro’ o ‘cantar como un ruiseñor’, verdaderamente no están mal, por su aspecto positivo. Pero ser ‘más puta que las gallinas’, ‘parir como conejos’, ‘dormir como un lirón’, llevar ‘una vida perra’ o ser ‘un burro rematado’, atentan contra la dignidad de las ‘bestias’ (obsérvese el nominal empleado y sus ambiguos significantes).
El tiempo, la historia, la observación y la filosofía certifican la veracidad de estos dichos. Un minucioso (o no tan detallado) estudio del comportamiento animal, como poco, nos inclinaría a la duda. Por ejemplo, ‘sudar como un cerdo’. Marvin Harris, en su divertidísimo ensayo antropológico ‘Vacas, cerdos, guerras y brujas’, de 1974 (edición española 1980), lo aclara sin lugar a dudas: «El ser humano, que es el mamífero que más suda, se refriega a sí mismo evaporando 1.000 gramos de líquido corporal por hora y metro cuadrado de superficie corporal. En el mejor de los casos, la cantidad que el cerdo puede liberar son 30 gramos por metro cuadrado».
Así no es de extrañar —seguramente el porquero de Ulises en la saga homérica lo sabría— que en una pocilga se escuche a los cerdos entre sí comentar después de la faena: ‘estoy sudando como un hombre’.