Marcar territorio
La pésima educación, o carecer de ella, de un excesivo porcentaje de personas hace que las mascotas soporten toda clase de improperios, amenazas y agresiones. Forman parte del paisaje urbano algunas fachadas con hileras de botellas llenas de agua como amuletos para ahuyentar a los chuchos que, por naturaleza, marcan territorio con rápidas meadas en esquinas y ruedas de coches ajenos. Son parte de ese paisaje zurullos caninos dejados en la vía pública por animales (léase los dueños) reacios a respetar las normas de convivencia.
Ciertos individuos de menguado juicio imitan esta inclinación animal y ensucian de forma grosera pueblos y ciudades, sus edificios, vehículos colectivos y mobiliario público y privado. Son niñatos y niñatas sociópatas que miccionan con rotulador o excretan con espray en fachadas, persianas, monumentos, señales de tráfico o letreros comerciales, ya sean públicos o privados. Son gentes cobardes, más gallinas que perros, que ejecutan sus delictivas animaladas normalmente de noche, con su triste y vulgar personalidad embozada.
Entre la fauna propensa a marcar territorio, cabría incluir al Partido Popular y su afán de mear y cagarla en el paisaje público cuando alcanza el poder. Bonilla tenía como objetivo prioritario marcar territorio, y nada mejor que mear en la imagen corporativa de la Junta de Andalucía, nada mejor que manchar con rotulador y espray edificios, mobiliario, papelería y ajuar para rechazar el anterior logotipo y sustituirlo por uno distinto. ¿Cómo? recurriendo a una plantilla de un banco de imágenes vagamente modificada por 14.000 euros a dedo.
No es el primer caso. El PP ya marcó territorio en la Diputación de Granada en 2011 sustituyendo el moderno logo de la institución por el escudo viejuno de la provincia. Ni es el último caso. De nuevo el PP ha ganado la Diputación y de nuevo vuelve a mear en las esquinas y el papel timbrado. ¿Cómo? Modificado burdamente otra vez una plantilla gratuita de un banco de imágenes a la que han endurecido las formas y le han aplicado el color verde Vox. Por este trabajo de perezosa creatividad han pagado más de 15.000 euros.
Curioso que el PP de la Junta argumente el cambio radical al logotipo plagiado aduciendo que el nuevo es la letra inicial reconocible de Andalucía, motivo por el cual todo el mundo se identificará con él. Curioso que el PP de Granada decida utilizar unos trazos irreconocibles, propios de un aprendiz de grafitero de la ESO, y eliminar el logo anterior consistente en la letra inicial de Granada aduciendo que, en este caso, sólo representaba al PSOE. Junta y Diputación, Sevilla y Granada sufren un trastorno bipolar similar al de Ayuso y Feijóo.
Para la gente del PP, la imagen corporativa es un capricho muy caro. El partido es más de reclamos y propaganda, de marcar territorio, de meadas en los organismos públicos y cagadas en las instituciones. La creatividad no cotiza en un partido corrupto, recortador y avasallador, que favorece a familia y amigos. No hay más que ver las aberraciones sufridas por su propio logotipo a raíz de que una lumbrera decidiera que la lucha contra la corrupción consiste en sustituir el “dibujito” de la gaviota o de ocultarlo en las campañas electorales.
No obstante, conviene una lectura positiva del costoso infantilismo que supone la guerra de los logotipos. Queda claro que el deterioro de la Sanidad y la Educación, el adoctrinamiento y los recortes en la Escuela Pública y el maltrato a Granada en favor de Sevilla y Málaga son cosa de la Junta de la “A”. Queda claro que quienes han cambiado la “G” por el grafiti son responsables de que el presupuesto para los municipios pequeños se comparta con los grandes o de que los de menos recursos deban elegir una sola de entre sus necesidades.
Bien hirvanado.