Mariana y Macarena
«¡Oh! Qué día tan triste en Granada,
que a las piedras hacía llorar
al ver que Marianita se muere
en cadalso por no declarar…»
Fue tal día como hoy, un 26 de mayo de hace 191 años, cuando una joven granadina de tan solo 26, subió al cadalso y dirigió una última mirada a sus paisanos congregados en el Campo del Triunfo de Granada, para contemplar su muerte por garrote vil. Aquella joven era Mariana Pineda y fue condenada a morir por un método tan cruel, por encontrar en su poder una bandera revolucionaria a medio bordar. Tras sufrir un duro interrogatorio, Mariana se negó a delatar a sus compañeros de ideología, pagando su lealtad con su vida. El nombre de Mariana Pineda entraría de este modo, a formar parte de la leyenda y de la historia de la literatura, de la mano de Federico García Lorca
«Libertad, igualdad y ley», ese era el lema bordado en la bandera que le costó la vida a Mariana por el delito de «rebelión contra el orden y el monarca», que por aquel entonces se castigaba con la muerte. No obstante, el ministro de Justicia autorizó un indulto si la joven delataba a sus compañeros, a lo que ella contestó: «Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios», frase que forma ya parte de su leyenda.
Con el correr del tiempo, la figura de Mariana se ha convertido en un símbolo de todas aquellas causas contra la tiranía y por la libertad y como emblema de la lucha de las mujeres por la igualdad, llegando incluso a bautizar con su nombre el Centro Europeo de las Mujeres, que tiene como sede su casa de la calle Águila, donde la heroína fue detenida.
Este centro se ha convertido en un lugar de encuentro, foro de debate y estudios sobre género e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, además de albergar la sede del Consejo Municipal de la Mujer, actividades todas ellas, de las que Mariana se sentiría hoy más que orgullosa.
Los «caprichos» de calendario han permitido que este aniversario del ajusticiamiento de tan ilustre granadina, haya podido ser declarado fiesta local, algo que numerosos colectivos llevan reivindicando, con escasa fortuna, desde la llegada de la democracia a los ayuntamientos.
Ha querido también el azar, que este aniversario coincida con la precampaña electoral andaluza, en la que otra mujer, en las antípodas ideológicas de Mariana, está siendo lamentable protagonista. Por tramposa, al empadronarse en un municipio como Salobreña, donde no ha pisado nada más que para hacer el paripé; por mentirosa al autocalificarse como «andaluza», siendo como es alicantina y no teniendo más vinculación con nuestra tierra que la de ser una «paracaidista» política; por provocadora, al pisotear -y alardear de ello- todos los valores por los que Andalucía lleva luchando tantos años… Y por soberbia, manipuladora, arrogante, excluyente y algunas cositas más.
En este tiempo de realidades paralelas, de trumpismo y de falsedades, en que nos ha instalado el partido de esta «salobreñera fake», a Mariana no la habríamos ejecutado por garrote vil. No hubiera sido necesario, porque ya se habría encargado la jauría de hooligans descerebrados de tan peculiar candidata, de crucificarla y destrozarle la vida en las redes sociales, inventándose todo tipo de infundios… como acostumbran hacer ahora con todo aquel que combata su pensamiento mononeuronal.
A tenor de la capacidad de perversión de la realidad, presente, pasada y futura, y de la repugnante apropiación de nuestros más queridos personajes históricos que tienen los «macarenos», deberíamos estar prevenidos ante la nada despreciable posibilidad, de que en cualquier momento, la «presidenciable» ultra, se nos disfrace de Mariana Pineda y nos asegure, con su tonillo de insufrible suficiencia, que de vivir hoy, Mariana sería de Vox… Ya dijo algo parecido de Federico García Lorca, asesinado por aquellos de quienes «Maca» y sus mariachis, han heredado ideología, fascismo, bilis y mala baba.
Si Mariana y Federico vivieran hoy, estarían frente a todo lo que representa esa especie de sargento chusquero vestido de faralaes, que un partido cuasi fascista nos ha colocado como candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, porque lo que simboliza «Macarena de Salobreña», es lo peor de la condición humana y lo peor de la peor historia de este país.
Hemos tenido la desgracia de que sea Granada la que aloje políticamente a una candidata que, si hubiera vivido en tiempos de Mariana, habría sido su acusadora ante Pedrosa y si lo hubiera hecho en los de Federico, le habría vendido a Ruiz Alonso y a Valdés, así que, queridos lectores y lectoras, el próximo 19 de junio no dejen de acudir a las urnas y voten por la formación política que consideren oportuna, menos por la que envenena nuestra convivencia, convierte la mentira en su forma de actuación y contamina de odio todo lo que toca.
Ojalá y el día 20 de junio Macarena vuelva a ser la de Alicante, o la de Madrid, porque eso significaría que el pueblo andaluz habría vuelto a ser sabio, dando la espalda a todo lo que esta señora significa, y así no tendríamos que llorar
con estos versos del romance popular por la muerte de Marianita Pineda, que se volverían de lamentable actualidad en el caso contrario:
«¡Oh! Qué día tan triste en Granada, que a las piedras hacía llorar.»