Más universidad y menos imbéciles

Lo hemos vuelto a hacer. Granada vuelve a ser portada de las televisiones, periódicos y radios nacionales, trending topic y motivo de conversación de tirios y troyanos. Lamentablemente no por la maravilla de ciudad que es, ni por su patrimonio único, ni por su vitalidad cultural, ni por sus paisajes irrepetibles. No. Granada ha sido y es noticia, por los comportamientos irresponsables de una manada de cretinos, haciendo justo lo contrario de lo que cualquier persona con dos dedos de frente, debería hacer para protegerse y proteger al prójimo, de una pandemia que sitúa a nuestra ciudad, como la tercera capital de provincia con más casos por cien mil habitantes. Un total de 645, lo que en cualquier país medianamente serio, supondría nuestro confinamiento inmediato.

Si imbéciles eran quienes festejaban, como si no hubiera un mañana, auténticos cretinos fueron los «apoyaores», que se dedicaron a subir a redes sociales semejante pandemonium. Como granadino debo confesarles que me he sentido auténticamente avergonzado, por los imbéciles y por los cretinos y he sido del todo incapaz de explicar a amigos y conocidos semejante conducta.

En esas estábamos, cuando la Junta de Andalucía anunció medidas contundentes, para atajar una situación que se nos está yendo de las manos a ojos vista. Quien más, quien menos, esperaba el confinamiento de la ciudad -del que nos hemos librado por los buenos datos de nuestros hospitales- y entendíamos que el Gobierno Andaluz adoptara restricciones de aforos, reducciones de horarios, o incluso cierre de algunas actividad. Pero ¡Oh sorpresa! lo que el «temido» Consejo de Gobierno aprobó fue, ni más ni menos, que el cierre de la actividad presencial en la Universidad de Granada durante los próximos quince días.

Podríamos decir aquello de que Moreno Bonilla, aprovechó que el «Pisuerga pasa por Valladolid», para en una decisión tan incomprensible como injustificable, cargar contra una institución que nada ha tenido que ver con el desmadre, más allá de la pertenencia a la misma de algunos imbéciles, solo algunos.

La decisión de cerrar la Universidad, sin que en ninguna de sus instalaciones se haya producido brote alguno, además de toda una declaración de intenciones por parte de la Junta, es de una cobardía sonrojante. A Bonilla y a Bendodo les resultaba mucho menos complicado cargar contra la UGR, que hacerlo contra la hostelería, lo que viene a ser lo mismo que intentar cerrar un aneurisma de aorta con una tirita.

No me interpreten mal. Jamás me alegraría de nuevas restricciones a un sector tan castigado por la pandemia, como el de la hostelería, pero en más de media España y en toda Europa, las restricciones a esta actividad están siendo el primer cortafuegos contra los contagios generalizados y desde luego, en ninguna ciudad, ni española, ni europea, hemos asistido al cierre de una Universidad, porque algunos, solo algunos de sus alumnos, hayan sido unos irresponsables cum laude.

Ante semejante astracanada, de nuevo la Rectora, Pilar Aranda, ha tenido que alzar su voz, poniendo a Moreno Bonilla ante el espejo, con una frase lapidaria: «Dejan abiertos los bares y cierran las aulas. Se valoran más los bares que la formación» … El contraste es sencillamente demoledor para un Gobierno andaluz que queda retratado en sus prioridades, quizás porque debe estar convencido que si cierra las facultades y escuelas universitarias de Granada, sus alumnos se van estar quietecitos en casita y no van a aprovechar el tiempo libre que les deja esta nueva situación, para hacer una gymkana por todos los bares y garitos de la ciudad; o no se van a ir a sus pueblos y ciudades de origen, diseminando el virus por media España.

Con esta decisión la Junta de Andalucía demuestra no tener ni idea de lo que supone la Universidad para esta ciudad, de como hacer frente a una situación como la que se está viviendo en Granada y de no tener el valor político suficiente para tomar medidas, como las que otros gobiernos autonómicos han adoptado, Cataluña, Galicia, Navarra, Aragón, Asturias o Castilla-León … Tan escasos van de valor que en solo 24 horas, redujeron los iniciales quince días de clausura, a tan solo 10.

Pero es que además, el lamentable espectáculo del fin de semana no fue solo protagonizado por jóvenes universitarios, sino también por muchos ciudadanos/as bastante talluditos, que poco o nada tienen que ver con la Universidad, salvo que algunos pasaran por ella, aunque por su comportamiento, la Universidad sí que no pasó por ellos.

Y por último no olvidemos que con esta decisión, los B.B de San Telmo (Bonilla y Bendodo), han propinado un duro golpe a la mismísima Constitución, a la que su partido dice tanto defender. Si amigos, la Junta de Andalucía, se ha pasado por el arco del triunfo, el artículo 27 de nuestra Carta Magna, que consagra la autonomía universitaria, que no es otra cosa que la garantía de la independencia política y administrativa de una universidad pública respecto de factores externos, consagrando que la universidad debe ser autónoma y auto-gobernada. Nada de eso se ha respetado en la decisión del consejo de Gobierno del pasado martes, hasta el punto que ni siquiera se pusieron al habla previamente con la Rectora.

La pregunta ahora es la siguiente ¿Si después de esta mamarrachada, dentro de diez días los datos de Granada siguen igual o peor, por qué va a optar la Junta? ¿Por enviarnos al consejero Aguirre, cual Moisés descendiendo del monte Sinaí, con su verbo florido y su ciencia infusa?

Seamos serios y prudentes en lo privado y por supuesto en lo público.

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