Miguel Ángel Blanco y la memoria democrática

Se han cumplido 25 años del execrable asesinato de Miguel Ángel Blanco. Desgraciadamente, todos los días se podrían celebrar aniversarios de pobres víctimas, no solo de ETA, sino también del resto de grupos terroristas que han manchado de sangre este país (GRAPO, FRAP, BVE, Pistoleros fascistas, AL QAEDA, ISIS,…) en los últimos 60 años. Afortunadamente, la versión andaluza del terrorismo independentista (Brigadas Armadas 28-F) tuvo un recorrido muy corto. Desde aquí, mi recuerdo y solidaridad hacia todas sus víctimas.

El asesinato de Miguel Ángel Blanco fue uno de los tres elementos claves para la victoria de la sociedad española frente a la barbarie del terrorismo de ETA. En primer lugar, la caída de la URSS les privó del apoyo logístico y económico que lo sostenía. El segundo punto de inflexión fue la entrada de España en la entonces Comunidad Europea (embrión de la actual confederación de la Unión Europea), que permitió acabar con el “santuario” francés mediante la colaboración político-policial del estado francés. El asesinato de Miguel Blanco (tercer elemento), fracturó el control político de la sociedad vasca por parte de los nacionalistas y la pérdida del dominio de la “calle”, siendo la primera vez que los constitucionalistas vascos se atrevían a presentar cara de forma pública a los asesinos y sus secuaces.

Este aniversario ha coincidido con la aprobación de la nueva Ley de Memoria Democrática. Supongo que habrá sido una coincidencia involuntaria.

Esta ley tiene algún aspecto positivo (mejora el sistema de búsqueda de desaparecidos o del acceso a la información sobre la represión), pero en sí es una ley sectaria promovida por un sector extremista y minoritario de la sociedad española, que pretende reescribir la historia, tal y como se ha vanagloriado la Vicepresidente Yolanda Díaz.

La ley es un ataque a la concordia entre los españoles, cuya mejor representación es la “Transición”, que permitió con el acuerdo de la inmensa mayoría de los españoles transitar desde una abominable dictadura a un régimen democrático, sin que se produjera la tan temida confrontación social, que desde los extremos (izquierda, derecha) buscaron por todos los medios posibles (terrorismo, golpes de estado). Aunque solo tenía 7 años en el año 1975, me siento partícipe a través de mi familia (educación, valores, libertad, igualdad, fraternidad) de aquella acción, y muy orgulloso de lo que se construyó, y que es la base de la España actual, con muchísimas más luces que sombras, a pesar de lo que intentan vendernos los populistas de izquierdas y derechas.

La memoria histórica, sobre la base de la verdad y la justicia, es un proceso de construcción consensuada por la mayoría de la sociedad, no puede ser el producto de la imposición unilateral de un reducido grupo de iluminados. Es parte del “Subconsciente colectivo” (Carl Gustav Jung) de la nación.

Además, es una ley que solo contempla a los verdugos de un bando, y no a todos los verdugos. No protege a todas las víctimas, solo a las que sufrieron el terror de los verdugos de la dictadura. Todas las víctimas son víctimas, todos los verdugos son verdugos, independientemente de su posicionamiento político. Mi familia materna sufrió la represión franquista (incluido el asesinato de mi abuelo, teniente de alcalde socialista de Santa Fe), pero también fueron víctimas los que sufrieron las atrocidades del bando perdedor en la Guerra “Incivil”.

El actual sobredimensionado gobierno frankenstein de “adolescentes” con síndrome de Peter Pan, de baja formación cultural y prácticamente nula capacidad de gestión de la “cosa” pública (salvo la honrosa excepción de Margarita Robles), presidido por un señor sin principios más allá de mantenerse en el poder sea como sea, ha impulsado este sinsentido.

Realmente, es otra muestra más de que en realidad este gobierno solo está preocupado en imponer sus prioridades y principios dogmáticas y sectarios (ideología de género, ecologismo primario e infantiloide, internacionalismo pueril y maniqueo, anticristianismo visceral de educación de primaria a la par que justificación de los postulados del integrismo islamista, modelo económico basado en irreales clichés más propios de una novela de Charles Dickens,…) y no en solucionar los auténticos problemas de los españoles (inflación, incendios forestales, crisis energética, educación, sanidad, inmigración,…).

Creo que la fijación mental con el franquismo, es más una cuestión de esconder el fracaso de su gestión, aparte de su desconexión mental con la realidad, producto de su pretendida superioridad moral.

Lo peor de todo, es el intento de “blanquear” al terrorismo etarra. La extensión de la dictadura incluyendo en este periodo a los primeros gobiernos socialistas, es algo tremendamente abominable, y un desprecio hacia lo que ha representado el PSOE a lo largo de su historia como proyecto democrático, modernizador y de integración de los españoles. Es una afrenta a sus “mayores”, y muestra una deriva ideológica de la actual Dirección socialista extremadamente preocupante.

Me produce náuseas ver el abrazo del actual PSOE con aquellos que de forma activa o pasiva colaboraron con el asesinato de muchos militantes socialistas (y de otros muchos inocentes). HB, Batasuna, SEGUI, BILDU, o con las siglas bajo las que se quieran esconder, tienen las manos manchadas de sangre, no han pedido perdón ni han condenado los ignominiosos crímenes que cometieron, y ahora pretenden dar lecciones de democracia a sus víctimas. Inadmisible e imperdonable.

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