Muerte a martillazos (2004)

El suceso criminal ocurrido el 6 de noviembre de 2004 en la tranquila localidad de Villanueva de las Torres, en la comarca de Guadix, acaso por despiadado sea uno de los hechos delictivos más crueles y sangrientos que registra la crónica negra de Granada más reciente. La frialdad con la que fue asesinado el vecino Miguel Valenzuela M. apenas tiene parangón con cualquier otro acontecimiento semejante. Murió cruelmente a causa de los golpes que le fueron propinados con un martillo de albañil, una machota, pero aquel mismo día, unas pocas horas después, los mismos asesinos intentaron matar a otro hombre, J.M.P, primo de la víctima, al que, tras robarle el coche para huir de la localidad, abandonaron creyéndolo muerto.

Ambos sucesos sembraron en toda la comarca una grave situación de inseguridad debido principalmente a que los dos ciudadanos rumanos que cometieron los hechos no fueron detenidos hasta mucho tiempo después gracias a la cooperación internacional de las policías de varios países europeos. La orden internacional de búsqueda y captura cursada a petición de la Guardia Civil, por el Juzgado de Instrucción número 2, de Guadix, que se hizo cargo de las diligencias, posibilitó la detención de los dos jóvenes ciudadanos rumanos autores del terrible crimen.

Detenciones en Austria y Rumanía

El 21 de junio de 2006 cuando intentaba pasar de Rumanía a Austria, el joven rumano, Daniel L.G., de 20 años de edad, fue detenido y puesto inmediatamente a disposición judicial por la Guardia Civil como presunto autor, junto a otro joven rumano cuya búsqueda internacional continuaba, del asesinato de Miguel Valenzuela, en España. De 61 años de edad había sido asesinado salvajemente a martillazos en la casa cueva de su propiedad el día 6 de noviembre de 2004 en Villanueva de las Torres (Granada). Igualmente, se le buscaba “por haber intentado asesinar a otro hombre de la localidad, primo del fallecido, al que agredieron para robarle el coche de su propiedad y al que abandonaron dándolo por muerto”, según figura en la documentación sumarial.

La investigación policial se dirigió contra Daniel L.S. desde el primer momento, cuando el Grupo de Homicidios de la Policía Judicial se hizo cargo de la investigación y sus pesquisas permitieron identificar tras la inspección ocular del lugar del crimen y encontraron distintos indicios como ropas manchadas de sangre, pertenencias y huellas pertenencias tanto en la vivienda del fallecido, como en el vehículo en el que se fugaron, y los testimonios de los que lo conocían y habían contemplado la agresión a la segunda de las víctimas J.M.P., que vinieron a confirmar que el presunto asesino era el detenido, Daniel L.S. Temiendo, como así fue, que hubiera huido a su país, fue cursada la citada orden internacional de búsqueda que permitió su detención un año y más de ocho meses después de la perpetración del crimen.

La detención del otro criminal, Marius S.L. de 30 años de edad —cuando sucedió el crimen tenía 24—, se dilató aún más y fue bastante más dificultosa. El segundo autor tuvo que ser localizado y detenido en su país de origen y posteriormente extraditado desde Rumanía gracias a la colaboración de varios agentes de la policía española con gendarmería rumana. Para cuando se produjo la detención de Marius S.L., Daniel L.G. ya había sido enjuiciado y condenado. Fruto de ello es que existan dos sentencias de la causa dictadas por la Audiencia Provincial de Granada y que el segundo detenido, esgrimiera una estrategia basada en que él no había participado en modo alguno en los crímenes, que habrían sido perpetrados exclusivamente por Daniel.

Como sucedieron los hechos

La clave de todo relato sobre un suceso criminal que se incluya en una crónica negra está en dar a conocer de modo fidedigno y detallado como sucedieron los hechos. En este caso y dada la existencia de dos resoluciones judiciales, dejando de lado las argumentaciones particulares que cada uno de los procesados esgrimieron acusándose mutuamente, los hechos declarados probados por el Tribunal no dejan lugar a duda de la coparticipación y de la extrema crueldad de los asesinos. Hay que casar los dos pronunciamientos, el primero, la sentencia de 30 de mayo de 2008, y la segunda, de 27 de diciembre de 2010, para dimensionar la realidad de lo ocurrido. Cierto que la defensa esgrimida por el Letrado granadino Diego Hernández Gómez, planteó algunas dudas respecto de la participación directa de su defendido en la muerte de Miguel Valenzuela M., no así en la participación de la tentativa de asesinato y robo de J.M.P.

De las pruebas practicadas en los actos de juicio oral, principalmente en el segundo en la que pudieron practicarse otras adicionales, resultó como hechos probados, que Marius S.L. actuando de común acuerdo con Daniel L.G., sobre las 13 horas del día 4 de noviembre de 2004, llegaron a la localidad de Villanueva de las Torres y se presentaron en el domicilio de Miguel Valenzuela, casa-cueva que ya conocían porque habían residido anteriormente con Gheorghe, el padre de Daniel, con motivo de la recogida de la aceituna unos meses atrás, durante el mes de febrero de aquel año 2004 en la casa de un hermano de la víctima, A.V.M., sita en la calle Corralillos. Sea como fuere Miguel Valenzuela dio alojamiento en su casa a Daniel y su amigo, Marius.

Dos días después, también sobre las 13 horas del día 6 de noviembre Daniel salió del domicilio y se dirigió a un despacho de pan sito en la calle García Lorca para comprar. Recogido el pan, se dirigió hasta el domicilio de A.V.M., hermano de Miguel, para pedirle las llaves de la cueva que meses atrás había ocupado junto a su padre. Después de recogerlas regresó a la casa cueva donde se alojaba.  Por motivos insuficientemente aclarados y en hora no precisada de la tarde, cuando se encontraban en uno de los dormitorios de la vivienda, al parecer se inició una fuerte discusión entre Daniel y la víctima, en el curso de la cual, fue agredido con una machota de albañil (Marius diría en el juicio que él oyó la discusión desde la puerta de la vivienda adonde había salido a fumar un cigarrillo, sin participar en la agresión, que sucedió cuando Daniel estaba cocinando y que desconocía el motivo porque él no hablaba ni entendía el español).

Sea como fuere, lo que declara la sentencia es que la discusión se inició entre los tres. Entre Marius y Daniel con la víctima, a la que siguió un registro «violento» de los cajones y enseres del dormitorio de la vivienda. La riña continuó aún en tono más amenazante y llevó a los procesados a golpear «de forma sorpresiva», como ya se ha dicho, y hasta en cinco ocasiones con una «machota» de albañil en la cabeza a Miguel Valenzuela, y cinco golpes más en el cuello y pecho, «de forma cruenta», para, «una vez inconsciente y totalmente vencida la víctima», arrastrarla hasta la cueva almacén de la vivienda, golpeándole de nuevo «con el ánimo indudable de acabar con su vida hasta que lo lograron». Como consecuencia de «tan brutal agresión», causaron la muerte de su anfitrión y después abandonaron el domicilio sustrayendo «con manifiesto ánimo de ilícito lucro diversos objetos del fallecido”, que guardaron en dos bolsas de viaje marca John Travel y Godesum.

Acabaron con la vida de la víctima aumentando conscientemente su sufrimiento —ensañamiento— y de modo alevoso, tras los primeros golpes que le hicieron caer al suelo, a continuación, rasgaron una camiseta y colocaron un trozo de su tela alrededor del cuello y cabeza de Miguel para mover su cuerpo, desplazándolo desde la habitación dormitorio hasta el citado almacén contiguo, arrastre que dejó un reguero de sangre en el trayecto como comprobaría la Guardia Civil y le causó adicionalmente la fractura del asta superior derecha del cartílago tiroides y lateralización del hueso hioides. Ya en el suelo de dicho almacén, volvieron a golpear con dureza extrema a la víctima, lo que produjo salpicaduras de la sangre que manaba de la cabeza de la víctima en unas garrafas de aceite y realmente por toda la estancia. Los forenses certificaron que fueron en total diez los martillazos propinados. Hasta en cinco ocasiones en la cabeza (por respeto y no aumentar el dolor que supone leer la descripción que hace la sentencia no describo en detalle las heridas provocadas por la brutal agresión sobre el cráneo), otro en el cuello, otros tres golpes más en el tórax y uno en el epigastrio. Los golpes en la cabeza le afectaron las zonas más sensibles y dolorosas de e, la región interciliar, frontal, parietal, maxilar y temporal. Miguel murió a causa de los traumatismos padecidos. Tenía 61 años, estaba separado y tenía cinco hijos.

Nueva víctima

Tras abandonar el cuerpo, con el liviano botín que describe la sentencia, Seguidamente, salieron de la casa-cueva y se dirigieron a la casa de A.V.M., donde encontraron a la esposa de este, a la que Daniel le pidió dinero. La mujer les dio 15 euros y les dijo que su marido estaba en el bar «Miami», en la calle Juan Carlos I, adonde se dirigieron y tras encontrarlo allí estuvieron consumiendo varias cervezas con él, hasta que a las 23 horas los dos rumanos, se dirigieron hacia la calle Corralillos, ya con el propósito de preparar su huida.

Al llegar a la altura del número 3 se percataron de la presencia del turismo Peugeot 205 propiedad de J.M.P., familiar de los hermanos Valenzuela, con el que se encontraron cuando este salía de dar de comer a un perro que tenía guardado en una casa cueva. Se dirigieron a él en tono conminatorio diciéndole que el coche se lo iban a llevar. Al responder J.M.P. que el coche era suyo y que no se lo llevaban, los dos acusados le golpearon fuertemente —el que comenzó a golpear al propietario del vehículo fue Marius S.L. que le asestó 4 puñetazos-. Con ánimo de acabar con su vida la víctima recibió numerosos golpes, uno de los cuales se lo propinó Daniel por detrás y con un objeto contundente no identificado, que le hizo caer al suelo inmediatamente. Trató de escapar, pero fue alcanzado a pocos metros y golpeado de nuevo por ambos, así como agredido con un arma blanca.

Tratando de evitar que la agresión continuase J.M.P gritó: “ya os podéis llevar el coche”, siendo respondido por Daniel en los siguientes términos: “nos vamos a llevar el coche, pero además te vamos a matar, y siguieron golpeándole sin parar, cesando la agresión solo al creer que había fallecido. Después se dieron a la fuga inmediatamente. Huyeron en dirección a Dehesas de Guadix y sufrieron un accidente a tres kilómetros de la localidad al caer por un terraplén. No obstante, no sufrieron daño alguno. Abandonaron las bolsas con los efectos robados y el vehículo, consiguiendo llegar en tren hasta Madrid, donde se separaron y huyeron hasta Rumanía.

Las condenas

El resto de las circunstancias relativas a la detención y procesamiento de los dos rumanos acusados, ya las sabemos. Sí que hay que decir que la segunda víctima, J.M.P que a punto estuvo de fallecer tardó 227 días en curar. Estuvo 35 días hospitalizado en la UCI, impedido 192 y sufrió secuelas permanentes y síndromes depresivo y postconmocional de los que aún se resiente.

Los juicios de ambos asesinos procesados bajo las acusaciones de asesinato, robo con violencia y homicidio en grado de tentativa con resultado de lesiones, tuvieron lugar en la Audiencia Provincial de Granada en las fechas ya indicadas.

Finalmente, ambos fueron condenados como autores de los delitos imputados a las condenas de veinte años de prisión, accesoria legal de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena por el delito de asesinato, y a la pena de nueve años y diez meses de prisión, accesoria legal de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y prohibición de acudir o residir en la localidad de Villanueva de las Torres, así como de cualquier otro en que residiere J.M.P. durante dieciocho años, por el delito de homicidio intentado. Se señaló como límite máximo de cumplimiento efectivo de la condena a pena de prisión el de veinticinco años. Y pago de las costas, gastos procesales y las indemnizaciones fijadas. Uno de ellos cumple condena en Rumanía, otro, en España.

El que puede ser considerado uno de los crímenes más fríos y terribles de la crónica negra granadina reciente, habían quedado cerrados definitivamente.

 

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