Mujeres en la ciencia

El pasado martes conmemorábamos el décimo aniversario Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, declarado así por la ONU para para apoyar a las mujeres científicas y promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

Con ese motivo 7TV Granada emitió un debate monográfico, en el que cuatro científicas extraordinarias nos contaron sus experiencias en un mundo tan complejo, competitivo y hasta no hace mucho tiempo masculinizado, como es el de la ciencia.

La Vicerrectora de Extensión Universitaria, Marga Sánchez; la directora del Instituto de Parasitología y Biomedicina, López Neyra del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Fuencisla Matesanz; la doctora en Ciencias Físicas e investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía, Olga Muñoz y la profesora, divulgadora e investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo del Alimento Funcional de la Universidad de Granada, Mari Luz Cádiz, desgranaron experiencias, dificultades, logros y proyectos, pero sobre todo hicieron llegar a las espectadoras, con la pasión que todas ellas tienen por su trabajo, la importancia de que las niñas y las mujeres se incorporen a la actividad científica. Primero en su formación y después en la compleja carrera que supone la investigación.

“No tenemos que ser Marie Curie”, coincidieron todas en señalar, aludiendo así al estereotipo que todos nos hemos hecho a la hora de identificar una mujer sobresaliente en el terreno de la ciencia, porque según ellas, estamos hablando de la científica más importante de la historia, la única con dos premios Nóbel en su haber y con la que compararse puede resultar frustrante, pero sí que es fundamental que las niñas se interesen por la ciencia porque, según apuntaron muy acertadamente, ninguna sociedad puede permitirse el lujo de prescindir del talento de la mitad de su población que es la conforman las mujeres.

La realidad es que, a pesar de algunos avances en los últimos diez años, con resultados variables según las disciplinas y los países, la igualdad de género en la ciencia sigue siendo difícil de alcanzar. En la actualidad, solo uno de cada tres científicos es mujer. La falta de igualdad de género en la ciencia no es solo un problema que afecta a las mujeres. Limita también el progreso científico y frena el desarrollo de un país y sus esfuerzos por construir sociedades pacíficas.

En España, las mujeres ocupan el 25% de las plazas de catedráticas de universidad y profesoras de investigación en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Son el 28% de los profesionales que desarrollan su carrera en sectores de alta y media-alta tecnología y solo un 7% de las jóvenes de 15 años manifiesta su deseo de dedicarse a profesiones técnicas en el futuro, porcentaje que se triplica en el caso de los chicos.

Las mujeres solo representan un 6% del total de ganadores de premios Nobel en toda su historia. El dato desciende al 3% en las disciplinas científicas. Solo 5 mujeres han ganado un Nobel de Física y en su última edición todos los agraciados en categorías científicas fueron hombres.

Las mujeres son mayoritarias en los estudios sanitarios, pero, a medida que avanza la carrera académica, se reduce su presencia. Las matriculadas en medicina superan el 60%, pero las catedráticas de este ámbito apenas representan un cuarto del total, según el Ranking CYD 2024.

La probabilidad de que las niñas se consideren buenas y con aprendizaje rápido en matemáticas es un 9% menor que para los niños, según el mismo estudio, únicamente el 1% de las chicas contempla estudiar un grado vinculado a las tecnologías y solo el 5% una ingeniería, según el “Observatorio Mujer y STEM: qué piensan las jóvenes españolas”.

Pero es que además, a medida que las mujeres avanzan en sus carreras científicas, la brecha de género se acentúa. En las estructuras de gestión de la investigación, la proporción de mujeres en puestos directivos sigue siendo desproporcionadamente baja. En campos de vanguardia como la inteligencia artificial, donde solo uno de cada cinco profesionales (22%) es una mujer.

El caso es que a pesar de la escasez de competencias en la mayoría de los campos tecnológicos que impulsan la Cuarta Revolución Industrial, las mujeres siguen representando solo el 28% de los licenciados en ingeniería y el 40% de los licenciados en informática y computación.

Y en los tiempos que corren la ausencia de mujeres en determinados campos agrava aún más el panorama Llama la atención el hecho de que  estén desapareciendo de las matemáticas, algo que debería activar todas las alarmas, denuncia la matemática y divulgadora, Clara Grima, preocupada por la escasa diversidad de «las personas más poderosas del mundo», propietarias de las tecnológicas. «No les hemos votado, nos controlan porque saben muchas matemáticas», advierte y cree absolutamente necesario que en esa élite estén representados todos los géneros, etnias, orientaciones e identidades sexuales, porque, de lo contrario, «la cosa se pone muy oscura».

A pesar de que se han producido avances la discriminación hacia las mujeres en la ciencia es un fenómeno probado, tienen que hacer esfuerzo extra y se confía más en hombres para puestos de responsabilidad. La presencia de las mujeres en la ciencia es una cuestión de justicia y equidad y hay que contar con todas, por la sencilla razón de que no tenemos las suficientes.

Y sí, aunque no tengan por qué ser Marie Curie, nuestras científicas sí que son un poco Juana de Arco, por aquello de tener que luchar contra tirios y troyanos para poderse dedicar al trabajo que aman y para que su talento sea reconocido como se merece.

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