Navidades de napalm
Año nuevo Gobierno nuevo. Por fin. Tras cinco elecciones consecutivas ganadas por el PSOE y siete meses gobernando en funciones, casi como “regalo” de Reyes, antes de ayer Pedro Sánchez conseguía la confianza del Congreso de los Diputados, por el margen más estrecho desde la instauración de la democracia. Felicidades al presidente y a quienes han conseguido tejer la mayoría más compleja de todas las legislaturas.
Hasta aquí todo debería formar parte de la normalidad democrática. Sin embargo, todo lo que ha acontecido alrededor de esta investidura, no lo ha sido. Y no lo ha sido, porque quienes deberían dar ejemplo y poner cordura en la vida política española, han ofrecido uno de los espectáculos más bochornosos que se recuerdan. Es más, algunas de las actuaciones de la derecha patria, han estado más cerca del golpismo, que del sano y libre ejercicio de la discrepancia política.
Si alguien cree que lo que lo que hemos vivido desde principios de diciembre es “normal” en política, se equivoca. Que Vox emprenda la senda del golpismo y del matonismo institucional, entra dentro de lo lógico en un partido gobernado por vividores de la política, boinas verdes de oficina, promotores morosos y arquitectas fraudulentas, pero que ese camino sea transitado por el PP -una formación que ha gobernado y volverá a gobernar en este país- y por la otrora esperanza del centro político, como es Ciudadanos, hoy en franco proceso de demolición, es verdaderamente preocupante para el sosiego que necesita este país, en la dificilísima etapa que nos toca vivir.
En estos días se han sucedido llamamientos públicos al transfuguismo, a la intervención de Ejército, insultos intolerables a miembros del Gobierno y parlamentarios electos, amenazas a diputados, escraches en sedes de partidos políticos, groseras instrumentalizaciones de la figura del Rey y del patriotismo y mentiras, infinidad de mentiras, con el objetivo de meter el miedo en el cuerpo del personal.
Claro que dicen los viejos del lugar, que el lamentable espectáculo de estas navidades, no es ni más menos, que el que está en el ADN de la derecha de este país. No hace falta a remontarse a la época de la República, o del pistolerismo barcelonés que entre 1917 y 1923, se cobró la vida de 200 sindicalistas, 100 obreros y un número indeterminado de abogados y políticos afines. En fechas mucho más recientes, el PP con José María Aznar a la cabeza, acusó al PSOE de haber instigado el más terrible atentado de la historia de España, el del 11M. Si alguien fue capaz de semejante infamia, puede serlo perfectamente de las barbaridades a las que hemos asistido en las últimas semanas.
Al final lo que ocurre con las derechas de este país, es que solo entienden la Democracia en su propio beneficio, consideran ilegítimo cualquier Gobierno, que no sea el suyo y consideran que el ejercicio del poder, debe ser suyo por derecho de sangre. Éso es tremendamente peligroso, en un país en el que el nivel de análisis crítico en materia política está bajo mínimos. No conviene por lo tanto, trivializar las actuaciones de esta derecha montaraz, e irresponsable, ya que cualquiera de sus bestialidades, caen en la tierra fértil de millones de españoles que se creen todas las mentiras e intoxicaciones, predicadas desde sus púlpitos mediáticos y digitales.
Y como parece que estamos en un concurso, para ver quien dice la barbaridad más grande, hemos asistido a todo un catálogo de descalificaciones de difícil graduación, Gobierno frankestein, mentiroso, filoetarra, bolivariano, golpista, ilegítimo, etc, etc, etc. El problema es que cuando uno utiliza tanta sal gruesa, acaba por conseguir que semejante retahíla, le entre al personal por un oído y le salga por el otro … Además de incurrir en el más espantoso de los ridículos.
Pero siempre hay quienes pueden superar ese ridículo y esos son los que, para hacer méritos ante sus jefes, reproducen sus astracanadas e intentan sobrepasarlas. Es el caso del PP de Granada que en la mañana de ayer transitó entre el «fraude electoral» y el «Chavismo», pasando por la «pesadilla» un gobierno comunista, anunciando un «plan de choque», para hacer frente a un Ejecutivo que ni tan siquiera ha sido nombrado.
Es muy propio de Sebastián Pérez desayunar con napalm, para a renglón seguido incendiar la vida pública de nuestra tierra. El panorama abierto por su jefe le viene como anillo al dedo, tanto como para sobrepasar a Vox por la derecha, algo que, por otro lado, sería muy consecuente con su auténtica ideología … Atentos a lo que nos espera.