No es la Granada vaciada
Leo con sorpresa a sesudos «analistas» de la España vaciada, recibir alborozados el enésimo nacimiento granatensis, de ese proyecto que reivindica la ruptura de Andalucía, en aras de un reino de un pasado lejano y del supuesto agravio presente de una comunidad autónoma, a la que los promotores de esta secesión, atribuyen todos los males de esta bendita tierra, sin hacer el más mínimo ejercicio de autocrítica hacia el paisanaje que la habita y la lleva devaluando desde el tiempo de los Reyes Católicos. Y no queridos lectores/as. El proyecto de partido político «Juntos por Granada» se parece a la España-Granada vaciada, lo que un huevo a una castaña.
Entendería perfectamente que Granada se sumara a la eclosión de formaciones emergentes, que reclaman combatir el drama de la despoblación rural, así como poner freno al hecho de que en la mayor parte de las ciudades de tamaño mediano, aquellas que no cuentan con una industria suficiente para retener población, se produzca también un éxodo hacia la gran ciudad.
Nos estamos encontrando con una categoría de ciudades de mediano tamaño, Linares, Guadix, Baza, Andújar, o Loja, que se vacían poco a poco. Mientras Sevilla y Málaga crecen y atraen talento, inversiones y población, otras ciudades de tamaño mediano se vacían, ante la falta de demanda de perfiles especializados que emigran a esas grandes ciudades, donde en cambio sí son valorados y demandados.
Ante este tipo de situaciones, absolutamente extendidas en toda la España interior, nacen iniciativas como la Teruel Existe, que no son flor de un día, como algunos parecen pensar por estas tierras, sino que ya cuentan con dos décadas largas de historia, que han cristalizado en su reciente éxito electoral y que además nacieron como un movimiento ciudadano espontáneo, plural, independiente y abierto a todas las organizaciones sociales, no como un ariete frente a la comunidad autónoma de la que forman parte.
Ni a «Teruel Existe», ni a «Cuenca Ahora», ni a «Soria ¡Ya!», ni a «Jaén merece más», plataformas, estas sí, genuinamente representativas de la España Vaciada, les habrán escuchado ustedes, exigir su salida de las comunidades autónomas a las que pertenecen, como si hacen desde el minuto uno los promotores de «Juntos por Granada».
Conviene por lo tanto no confundir churras con merinas y no pensar, que quienes pretenden resucitar las glorias del reino nazarí, vayan a enarbolar el pendón de las reivindicaciones y necesidades de las comarcas de Guadix, de Baza, de los Montes, de la Alpujarra, de Loja, de Alhama, de Huéscar, o del Valle, algunas de las cuales no las habrán pisado en su vida.
Comparto y creo absolutamente imprescindible ese movimiento que reclama medidas que frenen la despoblación, la marginación y el aislamiento que sienten esos territorios y que va desde lo sanitario, por falta de médicos y especialidades que no cubren las necesidades de la poca población que hay, a las infraestructuras y telecomunicaciones, así como a la falta de inversiones y ayudas necesarias para mantener servicios básicos. Algo que debería ser independiente del número de habitantes. Sin embargo, me temo que no sea esa la hoja de ruta del movimiento secesionista granadino.
El «leiv motiv» de esta plataforma gira al cien por cien sobre el abandono de que Granada es objeto por parte de la Junta de Andalucía, algo que pudiendo ser cierto en parte, no es la única, ni tan siquiera la principal razón, de los males de esta tierra, que habría que buscar más en la idiosincrasia y abulia de la sociedad granadina, que en el siempre socorrido agravio sevillano.
Comparto con el profesor Antonio Bernardos que lo que diferencia a Granada de otras provincias, es su escaso peso político en la comunidad, su falta de mirada estratégica y su ciega mirada táctica y ahí radican buena parte de nuestros males.
Málaga, por el contrario, es una provincia donde, desde un inicio, la mayor parte de sus políticos, de uno u otro partido, entendieron que su diferenciación pasaba por una estrategia común, en la que todos iban a una, basando su modelo de desarrollo, en optar a espacios institucionales que poco a poco dejaran caer un reguero de inversiones en lo que consideraban el futuro de su provincia: infraestructuras de comunicaciones, turismo, equipamientos culturales, inversiones en I+D+i, tecnología, etc.
Que Granada haya ido perdiendo espacio en lo político, lo económico y lo cultural, es un hecho incuestionable, pero no lo es tanto que eso haya ocurrido exclusivamente por «culpa» de la Junta de Andalucía. Alguna responsabilidad, yo diría que bastante, habremos tenido los granadinos.
No siendo satisfactorias, lo cierto es que Granada ha sido destinataria de inversiones autonómicas, multimillonarias, que nos han dotado de una estación invernal puntera en Europa; de un Palacio de Congresos envidiable, al que que no hemos sabido sacarle el partido que tiene; un estadio que desde hace años alberga fútbol de élite; un Palacio de Deportes a la altura de los mejores de España; un Parque de las Ciencias, que se ha convertido en un referente nacional entre equipamientos de su categoría y un Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, donde la administración autonómica ha realizado la mayor inversión en obra civil de su historia. Puede que sea insuficiente, pero desde luego son puntos de partida más que favorables para que les hubiéramos sacado mucho más rendimiento.
No vale con mirar solo a Sevilla o Málaga; o no solo vale mirar sus infraestructuras o inversiones públicas, sin echar un vistazo a la forma de actuar de sus políticos y sobre todo de su sociedad civil, de sus empresarios, de sus profesionales, que son quienes están obteniendo el rendimiento que en Granada no hemos sabido, o no hemos querido obtener. Y ya por «compararnos», podríamos hacerlo también con Córdoba, Jaén, Huelva, o Almería, provincias que, ni de lejos, se acercan a Granada, en cuanto a las inversiones de la administración autonómica.
No seré yo quien defienda la manera de actuar de la Junta de Andalucía, para con Granada, pero creo sinceramente que de la actual situación tenemos más responsabilidad los granadinos que cualquier administración ¿De verdad no están hartos de escuchar desde hace décadas la martingala de la pérdida de la capitalidad cultural, judicial o de la Capitanía General? ¿Y en ese tiempo, qué iniciativas, económicas, innovadoras, o culturales, hemos sido capaces de poner en marcha como sociedad? Yo les contesto: ninguna.
Tengo para mi que independizarnos de Andalucía no va a solucionar nuestros problemas, más allá del prurito de convertirnos en cola de ratón, lo que quizás pueda satisfacer el ego de algunos/as. Que en Granada estemos promocionando a un partido regionalista promovido por gente que ya está de vuelta de todo, habla claramente de por qué esta tierra no progresa. Las mismas personas viviendo eternamente de lo público, sin aportar otra cosa que el agravio comparativo y echar gasolina al mensaje de «Sevilla nos roba», que ya sabemos hasta que punto cala en personas que son moderadas.
Si de verdad queremos defender el futuro de Granada, tengamos primero el coraje de hacer autocrítica, establecer prioridades, ser capaces de trabajar juntos con independencia de nuestra ideología, pero no nos limitemos a culpar a los demás de todos nuestros males y huyamos de echarnos en según que brazos.
Evidentemente una buena parte de nuestra falta de desarrollo está en la clase política granadina. De lo que sí estamos ya cansados es de comentarios como los de este señor sobre el «paisanaje» granadino. Siempre nos han querido hacer creer que éramos unos ciudadanos de segunda, que no peleábamos por lo nuestro, que nuestro carácter es el culpable de todos nuestros males, porque, por supuesto, los malagueños o sevillanos son emprendedores desde que están en la cuna. Quizás este señor no recuerde los miles de granadinos que salimos a manifestarnos cuando desde la Junta de Andalucía intentaron suprimir un hospital en Granada, o el abrazo colectivo con cerca de 3000 granadinos y granadinas que se dio al Parque de las Ciencias cuando desde la Junta de Andalucía se llevaron la gestión hace dos años a Sevilla (3 millones de euros que ya están en una entidad bancaria de la calle Nervión) o quizás se olvide este señor de las manifestaciones por el empeño de la Junta de tener aislada por tren a Granada (el AVE tenía que llegar a Sevilla en 1992) en Granada llegó muy tarde sin ser un AVE real y en buena parte de culpa por la Junta de Andalucía. Y encima tiene la caradura de decir que algunas ciudades atraen el talento… Afortunadamente muchos granadinos y granadinas, de centro, de izquierdas, de derechas hemos abierto los ojos y sí, queremos decidir nuestro camino lejos del yugo andaluz. Por cierto, muchos de nosotros somos de Huéscar, Baza, Cúllar, Zújar, Benamaurel…
Evidentemente una buena parte de nuestra falta de desarrollo está en la clase política granadina. De lo que sí estamos ya cansados es de comentarios como los de este señor sobre el «paisanaje» granadino. Siempre nos han querido hacer creer que éramos unos ciudadanos de segunda, que no peleábamos por lo nuestro, que nuestro carácter es el culpable de todos nuestros males, porque, por supuesto, los malagueños o sevillanos son emprendedores desde que están en la cuna. Quizás este señor no recuerde los miles de granadinos que salimos a manifestarnos cuando desde la Junta de Andalucía intentaron suprimir un hospital en Granada, o el abrazo colectivo con cerca de 3000 granadinos y granadinas que se dio al Parque de las Ciencias cuando desde la Junta de Andalucía se llevaron la gestión hace dos años a Sevilla (3 millones de euros que ya están en una entidad bancaria de la calle Nervión) o quizás se olvide este señor de las manifestaciones por el empeño de la Junta de tener aislada por tren a Granada (el AVE tenía que llegar a Sevilla en 1992) en Granada llegó muy tarde sin ser un AVE real y en buena parte de culpa por la Junta de Andalucía. Y encima tiene la caradura de decir que algunas ciudades atraen el talento… Afortunadamente muchos granadinos y granadinas, de centro, de izquierdas, de derechas hemos abierto los ojos y sí, queremos decidir nuestro camino lejos del yugo andaluz. Por cierto, muchos de nosotros somos de Huéscar, Baza, Cúllar, Zújar, Benamaurel…