Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad

Los cristianos tenemos dos celebraciones principales y fundamentales a lo largo del año: el nacimiento del Mesías (Navidad) y la muerte y resurrección del Hijo de Dios (Pascua, Semana Santa).

En este ambiente festivo de celebración de la Navidad es habitual el desear “Paz en la Tierra a los hombres de Buena Voluntad”.

En estos veintiún siglos en los que se ha ido celebrando la navidad, la misma ha ido evolucionando en su manera de conmemoración acompasado a las transformaciones que las sociedades han sufrido en sus estructuras, costumbres, ideologías…

En la actualidad, esta fiesta ha adquirido más carácter de encuentra familiar y de amigos (“vuelve, vuelve a casa, por navidad”), perdiendo parte de su naturaleza original de tipo religioso. También hay que señalar el incremento del carácter consumista de la celebración (los regalos de navidad).

En mi opinión, esta evolución del sentido de la celebración, tiene una componente positiva (mantiene y refuerza los vínculos personales), pero también una componente negativa (erosiona las bases culturales y de identidad de nuestra sociedad).

En este marco, hay que aceptar que las tradicionales sociedades con una absolutamente dominancia cristiana de antaño, han evolucionado hacia unas sociedades más plurales y abiertas, en las que la religiosidad ha adquirido un papel secundario y los colectivos sociales no cristianos, aunque siguen siendo minoritarios en el conjunto de la sociedad, han adquirido un mayor peso (ateos/agnósticos, inmigrantes musulmanes o de otras religiones).

Pero, esto no quita para que la Navidad sea una fiesta profundamente arraigada y con una participación colectiva de la mayoría de la sociedad.

En este sentido, la forma de celebración de la Navidad, como de otras festividades, es algo absolutamente personal. Quien no quiera celebrarla, que no la celebre, pero que respete a la mayoría que si la queremos celebrar.

El problema surge cuando desde diferentes ámbitos políticos laicistas (hay que diferenciar laicidad de laicismo) promueven, ya de forma abierta, ya de forma encubierta, la total eliminación de cualquier referencia al origen cristiano de la celebración de la Navidad.

Por ejemplo, promueven sustituir el tradicional “Feliz Navidad” por el de “Felices Fiestas”, o en los actos municipales y en las fiestas escolares realizar actividades totalmente desconectadas y de ocultación del significado de la navidad, e incluso en los colegios y centros administrativos impedir que se coloquen nuestros tradicionales nacimientos.

La imposición del pensamiento dogmático de la minoría extremista sobre el conjunto de la sociedad no es admisible.

Por ello, retomando el inicio de este artículo, les deseo “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”, y a los que no son gente de buena voluntad llevados por un odio irracional e iletrado, que les den morcilla.

 

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