Poetas, cine y series.
Apunta con gracia y acierto mi admirado Paco Espínola que en Granada, ya todo el mundo es poeta. Es tan sencillo como abrir las redes sociales y ver con qué facilidad el gentío se autoproclama poeta: “Fulanito de tal. Poeta” Y cuelgan sin cesar sus poemas, sus cánticos, sus epopeyas diarias. Y es que de poesía y de poemas está repleta Granada: la nombrada, la cantada, la maldita, la que “entierra a sus ríos y mata a sus poetas”, decía el genio Morente. Claro que los poetas que Granada “mataba” eran aquellos genios de Ganivet, el propio Lorca, que también tuvo algo de maldito, y Javier Egea, el último “suicidado por la sociedad”.
Y de poesía y de poetas va la cosa electoral. Paco Cuenca es un Soto de Rojas de claustro en su ‘Paraíso cerrado’ y fustigándose por el bloqueo creativo que padece. Sebastián Pérez es más de Benítez Carrasco, aunque ya ha intentado apoderarse de Lorca, como Aznar lo hiciera de Azaña, pero la vena rimbombante de Benítez C. le sale sin quererlo. Luis Salvador prefiere a Ganivet y esa reivindicación del españolismo que rezuma el poema de aquel ruiseñor que se llevó lejos de Granada. Antonio Cambril se nos antoja un Egea recién duchado, de versos directos y sentenciosos, preocupado porque el amor se abra paso entre “(…) unas calles donde todo era sucio (…)”. Y los chicos de VOX son más de procesiones, marchas militares y Cersei Lannister, lo de la poesía es cosa de rojos.
Para las nacionales, Granada no aparece ni en los mejores sueños poéticos de los candidatos a ocupar las siete actas de diputados, que son como los siete reinos de Juego de Tronos, con sus correspondientes cortes de cabezas, si son necesarios. El poema se escribe en clave nacional, y mientras la santa Trinidad de las derechas se han empeñado en rimar quemado y fusilado con Coripe, para disputarse el muñeco de Puigdemont y concentrar votos, buena parte de la izquierda también se ha empeñado en dispersar el voto divagando sobre el sexo de los ángeles y sin propuestas concretas que tengan que ver con Granada.
Si ustedes han paseado por ‘Puerta Rá’, habrán observado como salían a chorros las gentes (sobre todo jóvenes) que solicitaron el voto por correo antes de regresar a los países donde trabajan. Votan desde aquí, porque el ministerio de Asuntos Exteriores del PP (con la pasividad del actual PSOE) ha dinamitado el voto por correo en el extranjero hasta tal punto que para hacerlo, los jóvenes escuchan un “¡Comienzan los juegos del hambre’”.
Y así las cosas, el otro día vi volar a esos avezados ciudadanos que se lanzan desde Cenes con su parapente. Ahora en la recta recta final, en el día de reflexión, me ha dado por pensar que es desde esa altura lírica de los pájaros desde donde ven las ciudadanas y los ciudadanos las elecciones nacionales. Desde arriba, lejos, no alcanzan a distinguir bien los “ecos de las voces”, que diría Machado, ni los dígitos de los ceros que está ganando la banca, los grandes empresarios y los “amos del mundo”, como apunta Arcadi Oliveres. Esos son los grandes beneficiados de las elecciones.
El “águila que corona el edificio de la Banca” (Egea), Plaza Isabel la Católica, esquina Gran Vía, se ha convertido en el águila ‘Tricéfala’ de Carlos V, con sus poyuelos /derechas custodiando el edificio del verdadero poder, y haciendo cuentas y números para el día 28, mañana. Ese águila ha visto pasar muchos inviernos, como este que no se acaba de ir a pesar del calendario. Se irá o se quedará otros cuatro años más. Eso solo depende de ustedes, amables lectoras, amables lectores: los caminantes blancos ya han comenzado su marcha.