Queridos Reyes Magos
Por los pelos, pero creo que esta carta aún llegará a tiempo de ser atendida por sus majestades los Reyes de Oriente, que como todos ustedes ya sabrán, esta noche colmarán de ilusión millones de hogares, haciendo realidad las cartas de los niños y niñas de medio mundo, mientras que en el otro medio pasarán olímpicamente de largo.
Probablemente no sea culpa suya, pero lo cierto es que sus altezas serenísimas llevan siglos sin hacer ni repajolero caso a millones de niños y niñas, por su lugar de nacimiento, su sexo, el color de su piel, o la cuenta corriente de sus padres… Aunque probablemente sea culpa de los «carteros reales», quienes, en según que latitudes, o barrios de nuestras ciudades, no estarían cumpliendo su cometido como Dios manda.
A pesar de todo lo anterior quiero deciros que cada vez creo más en vosotros. Si en este mundo nuestro hay cosas realmente serias son la magia y la fantasía. Por eso estáis ahí, siendo tan necesarios, tan importantes. Vuestra imagen está asociada a la ilusión y la alegría…y en eso sí que creo. Hay quien dice que los Reyes son los padres; no me lo creo; muchos padres a sus hijos les compran las cosas para entretenerlos, para hacerles callar y que no molesten; eso no es lo vuestro. No me creo mucho que seáis reyes. Magos, sí, desde luego, pero Reyes… (En todo caso republicanos).
Sé que no seré muy original si me atrevo a pediros que traigáis un poco de paz a este mundo de locos, porque sé que en vuestro Oriente querido y en otras muchas zonas del planeta, las cosas andan chungas y las bombas mandan desde hace mucho tiempo; parece mentira, que no podáis casi ejercer de magos en vuestra tierra; los balcones de las casas de los niños deben estar en ruinas para dejar juguetes…y muchas criaturas han perdido la expresión y la capacidad de soñar de tal manera que dudo incluso de que vosotros, con vuestra magia y vuestros camellos cargados de fantasía, podáis renovarles la sonrisa.
Vosotros tenéis experiencia de esto, tratasteis con Herodes que provocó una masacre de criaturas y un éxodo masivo de familias en la martirizada Palestina… hoy son muchas las personas de todas las edades, también niños y niñas, que tienen que huir de Siria, de Yemen, de Somalia, de Liberia o de Ucrania, en pateras y cayucos o atravesando fronteras de muerte, jugándose la vida, para llegar a una Europa en la que aspiran a refugiarse del horror, cosa que muchas veces no consiguen. Dejadles, por favor, carbón a los que acaban con la sonrisa de los niños y niñas a fuerza de fanatismos, guerras y terror. El oro, ya lo tienen; el incienso, se lo dan a sí mismos y la mirra… bueno, la mirra no sé muy bien qué es.
Por quedarnos en casa, sé que aunque os habéis encontrado con una feroz oposición, este mes de enero traéis el mejor de los regalos a los más de nueve millones de jubilados de este país, que ya no tendrán que vivir acongojados con la subida de la inflación, porque sus pensiones subirán en la misma proporción que lo haga aquella; sé también que aunque algunos súbditos poco leales nos quieran confundir, muchas mujeres estarán algo más tranquilas con la nueva ley del Sí es Sí; que muchos trabajadores no vivirán bajo la espada de Damocles de si su jefe les renueva o no el contrato temporal, mientras otros miles respiran mínimamente con las sucesivas subidas del salario mínimo, por no hablar de aquellos que habiendo sido abandonados por todos, al fin perciben un ingreso mínimo vital que les permita sobrevivir con una cierta dignidad; qué os voy a contar de los millones de inquilinos que no padecerán la zozobra de cuanto le va a subir su casero el alquiler, porque en tiempo de crisis económica no podrán hacerlo por encima de un dos por ciento.
Este país ha debido de «portarse bien», para que se haya podido articular un paquete legislativo que ha evitado el enorme sufrimiento, que millones de compatriotas padecieron en la anterior crisis, medidas como las del control de precios de la energía o los carburantes, los ERTE, que salvaron miles de empresas y millones de empleos, los créditos ICO, el récord de Fondos Europeos, la subida del salario mínimo, el ingreso mínimo vital, la revalorización de las pensiones, la reforma laboral, el récord de empleo y el de cotizantes a la seguridad social, la ley de muerte digna, la Ley de la Vivienda; la Ley de Educación, que bate récords de becas a quienes más las necesitan y no a familias que ingresan más de 100.000 euros anuales; la Ley de Protección a la Infancia, la Ley de Bienestar Animal, o la Ley de Cambio Climático, han hecho un poco más llevadera una situación verdaderamente endiablada.
No quiero entreteneros mucho ni daros demasiado trabajo, pero os recuerdo que este año este país va a vivir hasta tres procesos electorales y por ello quiero pediros, que nos traigáis una dosis XXL de sentido común y sensatez, para que no votemos en base a argumentarios manipuladores, ni por quienes no creen en la igualdad ni en la solidaridad y solo pretenden conseguir el poder, para perpetuar sus privilegios y los de quienes siempre se han considerado los dueños de esta patria que es de todos, aunque ellos estén convencidos de que es solo suya.
Queridos Reyes Magos, gracias por leer esta carta que os ha llegado «in extremis» y ójalá que podáis hacer posible algunas de las cosas que en ella os pido. Sé que son difíciles, pero también que vosotros podéis conseguir lo imposible… A este país le vendría «realmente» bien.