Salvator Mundi

La elección contra todo pronóstico de Luis Salvador como alcalde de Granada no sólo ha sorprendido a propios y a extraños, sino también, y mucho más importante, a todos los granadinos, que el sábado no terminábamos de dar crédito a cómo los políticos pueden mercadear con nuestros votos sin respetar mínimamente los resultados de las urnas.

Y no voy a entrar en el argumento ya manido de cómo los impolutos naranjas han podido admitir los votos del rancio fascismo o de cómo éstos han podido votar a un ex senador socialista. O, más aún, de cómo Sebastián Pérez ha tenido que tragar con este alucinante desenlace porque tiene menos fuerza de lo que parece, por lo que ya le estarían buscando sucesor. De hecho, a momento de hoy, del opaco pacto tele dirigido desde Sevilla y Madrid nada se ha dicho, ni tan siquiera si Salvador estará 2 años y Pérez u otro -César Díaz- otros 2, cosa que si ha trascendido en otras plazas, lo que hace augurar un mandato de 4 años para Salvador, a cambio, al parecer, de la Diputación de Málaga para los populares.

¿Cómo es posible que el alcalde de una ciudad tan importante como la nuestra se decida en Sevilla y en Madrid y no en Granada? ¿Cómo es posible que Granada sea moneda de cambio para que la Junta no pierda su nuevo eje de influencia Sevilla-Málaga?

Lo único que está claro es que una formación con 4 concejales, frente a otra con 10 y a otra con 7, ha aportado su particular y nada davincesco Salvator mundi -con estudio morfopsicológico de su cabeza incluido-, que pretende salvarnos a los granadinos de todos los males del pasado y prometernos el paraíso local, con la legitimidad de unos pactos surrealistas, pero no con la legitimidad de las urnas, ya que no han respetado ni su primera, ni su segunda decisión ¿y estos eran los que llamaban okupa a Pedro Sánchez en la anterior legislatura?

Este estrambótico desenlace es otro episodio más del ninguneo generalizado que vive nuestra ciudad desde que se decidió, con absoluto desprecio a nuestra Historia, que debía pertenecer a una Comunidad Autónoma que más que Andalucía debería llamarse Sevillacía.

Y es que a ningún granadino le pasa desapercibido que desde la capital hispalense se deciden las cosas de aquí con total desconsideración y con descarado menosprecio a Granada y a los granadinos. El último ejemplo -una nimiedad en comparación con la postergación generalizada de nuestra ciudad en pro de Sevilla-, se ha dado hasta en el mundo del balompié, cuando hace unos días el Granada CF subió a primera, y la Junta no tuvo otra ocurrencia que regalarle la bandera de Andalucía, para más inri, copia horizontal de la del Betis.

Visto lo visto hasta hoy, no esperen que Salvator opiniomundi, que ya huyó a Madrid en la anterior legislatura con tal de no ser concejal de número, sea el salvador de Granada. Pero no sólo no lo esperen de él, sino tampoco de Pérez ni de Miralles, porque los tres están sometidos a las decisiones de sus madres superioras, que, desde Madrid y Sevilla, les darán hasta el último detalle de lo que deben y pueden hacer, con absoluto desprecio no sólo a sus votantes granadinos, sino también a los propios principios constitucionales de la autonomía local.

Y es que la Historia se repite, muchas veces he referido ya la indolencia de los regidores granadinos a todos los niveles, que priman sus intereses y los de sus partidos a los de Granada, porque sus sillones son lo primero y lo que necesita nuestra ciudad lo último, por muchas promesas que nos hagan en campaña. Y esta vez, ya desde el primer momento nos están demostrando que la decisión de los granadinos nada les importa. Contradicciones, falta de coherencia, falta de respeto a los votantes, en fin, que no sabemos en qué psicodélica situación política queda nuestra ciudad de cara a los próximos 4 años, incluidos socios que no se hablan de cara a la galería y que Dios sabe qué acuerdan con nuestro dinero en privado.

Llevamos 40 años padeciendo una Granada ninguneada, postergada y apartada, agraviada en lo administrativo, en lo judicial, en lo militar, en lo eclesiástico, en infraestructuras, en inversiones, en emprendimiento…No olvidemos que por muchas palmas que se den ahora, el AVE llega a Granada 27 años después que a Sevilla, y encima es de segunda, porque tarda casi igual que el coche, con sólo una línea, sin trenes convencionales, sin cercanías, sin mercancías, en fin, para qué seguir… Y ahora las perspectivas de progreso, de salir del abandono crónico, parecen bastante mermadas, porque todo se va a decidir desde Sevilla, porque todo se va a decidir desde Madrid… y sus marionetas locales acatarán obedientes la voz de sus amos con tal de seguir en sus encarnados sillones.

Pero no olviden estos interesados regidores que los granadinos miraremos con lupa sus decisiones y que Granada ya no es la indolente ciudad de años ha, sino una ciudad, aunque hastiada de su pasado reciente, muy preocupada por su presente y por su futuro, concienciada, reivindicativa y muy capacitada para conseguir llevarla a donde por méritos propios se merece estar.

Dado que el anti natura “pacto del Meliá” no respeta la decisión soberana de los votantes granadinos, dudo mucho que de aquí en adelante se salgan de su guiñolesco guion para lograr lo que Granada se merece. Por ello parece claro que los únicos salvadores de nuestra tierra sólo podemos ser nosotros mismos, los granadinos.

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