¡Sálvese quien pueda!

No a las patentes antivirus mientras dure la pandemia. O hay vacunas para todos o este es el grito de alarma: ¡Sálvese quien pueda! Así lo han entendido los pícaros españoles: politiquillos, gente del clero y otros individuos de mal corazón, que practican la técnica medieval y muy española de Rinconete y Cortadillo y el Lazarillo de Tormes.

Pero no son los únicos que siguen esta consigna. Lo hacen los países ricos frente a los menos ricos y pobres. Sin tener en cuenta que, en una pandemia de este calado, la vacuna tiene que ser para los 7700 millones que pueblan la Tierra. Qué va a hacer Israel, ya todos casi vacunados, dejar a los palestinos sin vacunar. Y si enferman, quienes les van a limpiar las mierdas o hacer de albañiles. Y lo mismo para los ingleses que priman la vacunación de los blancos frente a las otras minorías, quién hará las labores menos gratas si estos grupos no están vacunados. Y que te voy a contar de EEUU, donde también, la vacunación está siendo muy mayoritariamente para los blancos y con nivel adquisitivo medio alto, frente a la escasa vacunación de los pobres, negros e hispanos.

Y es que desde que la salud es una mercancía que se compra y se vende, las consecuencias son estas, para las empresas farmacéuticas y sanitarias, primero son los beneficios y luego la salud y las personas no somos pacientes sino clientes.

Buscando por internet, he contado cerca de cien grupos que intentan dar con la vacuna milagrosa que inmunice frente al SARS-Cov2. Todos reciben dineros públicos aunque la mayoría son empresas privadas que patentarán la vacuna una vez la encuentren. Aquí está el meollo del asunto, una vez descubierta la vacuna, se protege mediante la técnica de la patente durante veinte años y el titular dispondrá de ese tiempo para su explotación en exclusiva.

Ya estamos conociendo las consecuencias, no es que falten vacunas, es que primero se producen justitas para que su distribución no sature el mercado y segundo, se las venden a los que más pagan.

Que se suspendiera la patente, al menos mientras dure la pandemia, fue una petición de algunos países como Sudáfrica o India, que defendían la accesibilidad universal a estas vacunas garantizando así su producción y precios más bajos, pero rechazada por los países fuertes: EEUU, Japón, Australia y la Unión Europea que defienden que la patente es una garantía de buena calidad de la vacuna y de “que no falte su producción ni distribución”. Es el monopolio de las vacunas.

Los gobiernos se llenan de grandes frases sobre la salud universal como un derecho pero a la hora de aplicarlo privatizan la sanidad, son privadas las farmacéuticas y las empresas que fabrican los respiradores y otros productos necesarios para combatirla. De qué sirve pedir que no se antepongan los beneficios a la salud de las personas.

La UE se ha reunido dos veces con las farmacéuticas, la segunda vez fue el 20 de Noviembre y a puerta cerrada. Aquí se volvió a bloquear la propuesta de suspender las patentes y los acuerdos no trascendieron más allá de confirmar que hay puntos en los contratos de compra que conocemos por “casualidad” como los precios y otros que nunca conoceremos pero que hacen que las vacunas comprometidas no estén llegando a los países que las compraron cuando otros pagan más. ¡Y aquí no pasa nada! Alguien se ha creído que iban a limitarles las exportaciones a estas empresas fabricantes de vacunas. Está claro que no hay ninguna transparencia en las negociaciones y los acuerdos son muy muy confidenciales y comprometidos para los firmantes. ¿Qué firmarían los parlamentarios europeos?

Y si se preguntan qué están haciendo las organizaciones internacionales como GAVI o CEPIo Covax preocupadas de que lleguen las vacunas a los países más pobres, les responderé: no apoyan la suspensión de la patente, se conforman con que la vacuna les llegue en 2024 ó 25. Pienso yo, que ya soy un mal pensado, que esto se debe a que también están subvencionadas por gobiernos y fundaciones y no se pueden salir del guión si quieren seguir recibiéndolas.

Hay vacunas para todos, pero se están utilizando para acrecentar las desigualdades y como arma geopolítica. Como ha señalado la OMS: es un fracaso moral catastrófico. China sigue suministrando material anti covid a los países donde no suministran los países más ricos, lo mismo hace Rusia con su vacuna Sputnik V que ya la ha repartido por Sudamérica, Asia y parte de África. En Occidente dejamos este trabajo a las ONG´s mientras seguimos haciéndonos la zancadilla, EEUU e Inglaterra trabajan para sí y cuando la Comunidad Europea había conseguido trabajar en bloque, las farmacéuticas nos “engañan”, habiendo pagado ya los suministros.

Como me acuerdo del tipo que descubrió la vacuna contra la polio, Jonas Salk, que reusó patentar la vacuna para que pudiera ser utilizada por todo el mundo sin ninguna restricción. ¿Ya no quedan investigadores como éste? ¿Hemos perdido ética y moral? ¡Estamos condenados a extinguirnos!

 

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