Sigue la pesadilla

Acabamos de dejar atrás las noche de San Juan, la más mágica del año en la que la tradición manda quemar todo lo malo, pero en Granada seguimos instalados en el mal sueño en que vive esta ciudad desde hace dos años y que se ha convertido en pesadilla, con la situación más friki vivida en el Ayuntamiento, desde que se reinstaurara la democracia municipal, allá por abril de 1979.

Ni el chalaneo que supuso el canje de las alcaldías de Granada y Huelva por la de Sevilla, lo que a la postre se tradujo en la tumba del entonces floreciente andalucismo granadino; ni las «cosas» de Kiki y su inefable Fermín Camacho; ni la detención de Torres Hurtado, sospechoso de corruptelas urbanísticas continuadas en sus casi 13 años como alcalde, se pueden comparar con la ópera bufa, en que PP y Ciudadanos, han convertido a la institución más importante de una de las ciudades icónicas de España y el mundo, como es esta bendita Granada.

Desde que el otrora todopoderoso Sebastián Pérez, decidiera apretar el botón nuclear para descabalgar al iluminado de Luis Salvador de la alcaldía, pasan los días y las semanas, y salvo algún pequeño rayo de inteligencia, solo asistimos a una cadena de despropósitos que auguran un pésimo futuro a la gobernanza de esta ciudad.

Si estamos de acuerdo en que con Luis Salvador hemos tocado fondo, deberíamos convenir que este es el momento para tener la altura de miras suficiente, como para dejando de un lado los intereses meramente partidistas, poner de una vez por todas los de Granada, por encima de todos los demás. Algo tan elemental y tan sencillo, pero que salvo en algunos momentos de la alcaldía de Antonio Jara, jamás se ha puesto en práctica desde la Plaza del Carmen, en los últimos 42 años de municipalismo.

Si hay un momento crítico para que esa catarsis se produzca, sin duda es este. Una ciudad sin rumbo, sin proyecto; un alcalde sin partido y sin equipo; unos socios de Gobierno desnortados, diciendo hoy lo contrario de lo que afirmaban hace cuatro días, y una izquierda de la izquierda que parece no tener claro su papel, ni aunque se lo pongan delante con letras de 30 cms, abonan a Granada a seguir siendo el despojo con el que mercadean Bendodo y Hervías, Teodoro y Juanma, sin que nadie de aquí tenga vela en nuestro propio entierro como proyecto de futuro.

A poco que observemos mínimamente la realidad que nos rodea, deberíamos estar de acuerdo en que el futuro se escribe con «C» de ciudad. Con sus fortalezas y debilidades son las ciudades las que se están posicionando ante los grandes retos del siglo XXI: la digitalización, la sostenibilidad, la movilidad verde y en definitiva, todos aquellos recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en la Nueva Agenda Urbana Mundial. Pues bien, ninguna de las ciudades con las que Granada debería estar compitiendo, nos va a esperar y lo que es peor, nadie con responsabilidad en las grandes decisiones estratégicas nacionales e internacionales, va a confiar en una ciudad que es incapaz de gobernarse a sí misma.

Situaciones como la que estamos viviendo en la Plaza del Carmen, van mucho más allá del Suspiro del Moro, o del Pantano del Cubillas ¿O es que ustedes creen que quienes tienen que tomar decisiones sobre la ubicación de proyectos como el acelerador de partículas, o la capitalidad cultural europea, se van a fiar de una gente que es incapaz de poner a su ciudad en marcha?

Lamentablemente, para quienes toman las decisiones en la esfera pública y en la privada, nos estamos convirtiendo en una ciudad poco de fiar y eso es lo peor que le puede pasar a Granada, porque en este escenario de competencia total, cuesta muy poco perder la reputación de seriedad y fiabilidad, pero la misma vida recuperarla. Y en esas estamos.

Escuchar ayer al todavía alcalde menguante, exigir al PP que vuelva a las responsabilidades que abandonaron, amenazando en caso de que no lo hiciera con que la semana que viene o la siguiente, daría más pasos de cara a buscar la normalización en todos los sentidos, resultaría razonable si viniera de alguien con la legitimidad y la representatividad de la que, hoy por hoy, carece Luis Salvador, quien con tal de permanecer en la alcaldía, incluso le ha puesto ojitos a la izquierda bilduetarra y bolivariana.

Algo parecido ocurre con un PP desnortado, solo obsesionado con recuperar la alcaldía al coste que sea. Sin proyecto para esta ciudad y dispuesto a «sacrificar» en el altar de la peor política a su candidato Luis González, con tal de que su expresidente y el hombre al que ha hecho objeto de todos los desprecios posibles, no dé la Alcaldía al candidato socialista. Su última palabra pasa por reeditar el pacto con Cs, sin Luis Salvador y con el apoyo de los concejales no adscritos y Vox

Hasta el momento solo el ganador de las pasadas elecciones municipales, ha puesto sobre la mesa un abanico de propuestas para sacar a esta ciudad del cenaguero en que se encuentra y lo que es más importante, solo Francisco Cuenca ha ofrecido al PP, un gobierno de concentración como medida de salvación para la ciudad, para lo que incluso ha conseguido el visto bueno de la dirección federal de su partido, ante una oferta tan singular como la propia situación que vive Granada.

Así las cosas, más nos vale resetear seriamente todos los vicios que nos han traído hasta aquí, si no queremos que una ciudad con las mejores condiciones para ser puntera a todos los niveles, se quede como una comparsa segundona, eso sí, con un «marco incomparable».

PD.- Muchas felicidades a Juanas y Juanes, muy especialmente a mi amigo y compañero, Juan Pérez, editor de este periódico y fabricante de tantos y tantos sueños.

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