Silencios vergonzosos
Aunque por su balance de gestión no lo parezca, Marifrán Carazo, lleva siendo alcaldesa de Granada desde hace un año y medio. Puede que 18 meses no sea tiempo suficiente para plasmar un proyecto de ciudad, pero es más que sobrado para que esa misma ciudad, empiece a experimentar alguna de las transformaciones prometidas por quien consiguió uno de los mejores resultados electorales que se recuerdan en Granada, aunque lamentablemente poco o nada se mueva en esta maravillosa ciudad.
Quien más quien menos pensábamos que siendo nuestra alcaldesa el ojito derecho del Hijo Adoptivo de esta provincia y presidente de la Junta de Andalucía, de quien fue todopoderosa consejera de Fomento, ungida por él para ser candidata del PP a la alcaldía, Marifrán iba a ser un ciclón a la hora de impulsar Granada. Lamentablemente estos 18 meses demuestran que nada más lejos de la realidad.
En su toma de posesión la alcaldesa afirmó que colocaría los intereses de nuestra ciudad por encima de todos los demás, incluidos los de su partido. Tampoco en esto Marifrán ha cumplido las más elementales expectativas exigibles de nuestra máxima autoridad local.
En este año y medio los silencios de Marifrán respecto al deterioro de Granada, han sido clamorosos y solo hemos escuchado su voz haciendo seguidismo de los argumentarios de su partido en temas nacionales, que poco o nada tienen que ver con los intereses de nuestra ciudad.
El penúltimo episodio de tan vergonzante mutismo ha tenido lugar esta misma semana y el motivo no ha sido otro que el de nuestra candidatura a la capitalidad cultural europea de 2031, uno de los escasísimos proyectos a los que Marifrán se ha agarrado como un clavo ardiendo, ante el erial de su gestión. Como ya sabrán, el presidente de la Junta de Andalucía e Hijo Adoptivo de Granada, Juan Manuel Moreno, quien, al menos en media docena de ocasiones, manifestó su apoyo decidido a nuestra candidatura, no fue capaz de mantener ese apoyo cuando el pasado lunes visitó nuestra ciudad y como un Poncio Pilatos 2.0, aseguró que la Junta de Andalucía apoyaría por igual a las candidaturas de Granada y Jerez, ciudad esta última que presentaba su candidatura cuatro años después de lo que lo hiciera Granada.
Ante tan sorprendente equidistancia, Marifrán Carazo no ha dicho ni pío, demostrando con su silencio que aquel compromiso contraído en su discurso de investidura, de poner los intereses de Granada por encima de todos los demás, era un mero brindis al sol.
No sorprende el silencio de nuestra alcaldesa. Tampoco la hemos escuchado decir esta boca es mía, ante el acoso y derribo de que está siendo víctima el Parque de las Ciencias, que va a “celebrar” su trigésimo aniversario con un millón menos de presupuesto y sin director.
Marifrán también se ha puesto de perfil ante el asedio al que el gobierno de Juan Manuel, somete a la Universidad de Granada, institución estructural para casi cualquier proyecto de presente y futuro para esta ciudad. La alcaldesa no ha dicho esta boca es mía sobe la axfisia presupuestaria de que la UGR está siendo víctima, como tampoco lo hizo cuando la Junta de ¿Andalucía? negó a la universidad más importante de nuestra comunidad el grado de inteligencia artificial, a pesar de haber acreditado el liderazgo nacional e internacional en esta especialidad.
Los silencios de la alcaldesa también han sido estruendosos con la liquidación de la Escuela Andaluza de Salud Pública, o con la reivindicación de nuestra ciudad como sede del Instituto de Salud de Andalucía, que como ustedes imaginarán acertadamente se quedará en Sevilla.
Tampoco hemos escuchado reivindicación alguna ante la decisión del Gobierno andaluz de vender al mejor postor la residencia de Tiempo Libre de Pradollano, instalación que permitía a los andaluces de menos poder adquisitivo poder acceder a las pistas de Sierra Nevada. Silencio también ante el anuncio de venta del centro de menores de San Miguel.
La gran esperanza blanca en que se convirtió Marifrán para muchas y muchos granadinos, se está convirtiendo en una enorme decepción, ya que a la ausencia total de proyecto para esta ciudad, se une la más absoluta falta de defensa de los intereses de sus intereses, con una sumisión inaceptable a cualquier decisión emanada desde San Telmo, por mucho que esas decisiones sean claramente lesivas para el presente y el futuro de Granada.
Debería la alcaldesa aplicarse en la tarea de ser la voz que reclame lo que es justo para la ciudad que gobierna, ya que de seguir con su silencio crónico, corre el riesgo de que la ciudadanía la amortice como el referente del granadinismo que la inquilina de la Plaza del Carmen siempre debería ser.