Sobre reconocimientos
En estos días de andanzas, me vi enredado en un encuentro inesperado en las vetustas calles de Qadimabad. Un homenaje se desplegaba en honor a un personaje de la ciudad, que se proclamaba doctor sin serlo, y como es mi sino, no pude resistir la tentación de sumergirme en tan singular acontecimiento. El acto resultó deslucido, la concurrencia esquiva, y las palabras de la regidora, previsibles y trilladas.
De vuelta en mi alojamiento, decidí indagar, sobre este personaje más allá de las alabanzas vertidas en el homenaje, más allá de lo ya publicitado. Lo que descubrí me dejó perplejo. Injurias, vejaciones y humillaciones; éstas eran las marcas de su proceder.
Mis pesquisas desvelaron un historial de conducta inadmisible. Calumnias y difamaciones nacían de su boca sin tregua, emprendiendo procesos judiciales como medio de difusión, difamación y coacción, sin que nadie nunca resultara penado en los mismos. Condenado por injurias en múltiples litigios, su lenguaje soez y misógino no tenían límites. Las redes sociales su campo de batalla, pero incluso allí se le suspendieron en repetidas ocasiones sus cuentas. En marzo de 2019, el Colegio Oficial de Médicos le retiró el ejercicio profesional durante 100 días.
Y, lo que es aún más desgarrador, ya enfermo del cáncer que lo condujo al sepulcro, en sus redes sociales, no vaciló en responsabilizar a los pacientes por no superar la enfermedad. «El que se quiere curar de cáncer se cura; y el que no, se muere», afirmaba con desdén.
Amplié mi búsqueda al entorno en el que dirigió sus improperios y menosprecios. ¿Cómo está la sanidad que dijo defender y para la que proponía el cambio señalando como salvadores a los que ahora mandan? En cuanto a las listas de espera, su País tiene un registro preocupante. Las personas que acuden a un centro hospitalario deben aguardar en promedio entre tres y cinco meses para una primera consulta. Esto es casi 40 días más que la media de su entorno.
Y a nivel local, por ejemplo, los datos finales de 2023 indican que más de 20.000 personas están esperando una intervención quirúrgica y que la demora media para pasar por quirófano es de 148 días, lo que equivale prácticamente a cinco meses.
Regreso de Qadimabad con una sensación extraña, cuestionando cómo una ciudad supuestamente culta e inteligente puede rendir tributo a un individuo de semejante calaña. ¿Dónde está la lucidez y el discernimiento de sus dirigentes? Para mi sorpresa, la oposición no objetó a tan inmerecido homenaje, se limitó a abstenerse. ¡Qué poco les queda!
Su legado: una ciudadanía desencantada, una sanidad destrozada, y dos hospitales reclamados completos reducidos a un espejismo de lo esperado cuando se planificaron.
En el halo de este reconocimiento, se desdibuja la sombra de la verdadera grandeza, eclipsada por la malevolencia y el oportunismo, la vileza y el egoísmo, la malicia y la conveniencia, la sordidez y el interés. ¿Qué legado dejamos cuando honramos a quienes se caracterizaron por un comportamiento populista, injurioso y misógino, así como por su falta de escrúpulos en el uso de la difamación y la coerción, por sembrar división y desconfianza en la comunidad? Deduje que este homenaje, en realidad, no era más que un reconocimiento a la astucia del individuo para unir a las fuerzas conservadoras de Qadimabad y la retribución que le hacen aquellos que fueron sus aliados por sus “servicios bien prestados”. Pero ¿a qué precio? La ciudadanía, dividida y desconfiada, alejada de un sistema sanitario que alguna vez fue un pilar de orgullo.
La verdadera grandeza reside en el servicio desinteresado, en la ética incuestionable, y en el compromiso con el bienestar común. Este reconocimiento que presencié puede servirnos, al menos, como recordatorio de la importancia de discernir sabiamente y honrar auténticamente a aquellos que en verdad merecen nuestro reconocimiento.
De vuelta a Granada, respiro al ver que, en nuestra ciudad, a diferencia de Qadimabad, no tienen cabida estos actos que socavan los cimientos de nuestra sociedad y despojan de esperanza a nuestra ciudadanía ¿O sí?
A pesar de llevar razón, el personaje tenía unas dotes impresionantes para ejercer liderazgos entre la población. Nunca imaginé que Granada pusiese sacar a la calle más de 40 mil personas para luchar por algo.