Tridimensional

La dimisión de Sebastián Pérez como presidente provincial del PP, debe entenderse tridimensionalmente, desde tres coordenadas: la primera, la difusa línea que separa las opciones de la derecha española, que emborronadas por la cuestión catalana –y la entrega a la españolidad- y el auge del populismo de VOX, que ni siquiera la argamasa del poder está siendo capaz de cuajar. El jarmazo de Ciudadanos debería haber reforzado la postura del PP, pero la duda entre los posibles adelantamientos desde su derecha y su más a la derecha, generan duda, plantean una refundación de la derecha; ya lo dijo Aznar en su momento: cuando él se fue dejó una derecha, y ahora cuando mira, se encuentra con tres.

La siguiente coordenada es la que se refiere a la municipalidad. Indudablemente, como dice, Granada fue utilizada como moneda de cambio (¿por Málaga? ¿Murcia?) en la elección del gobierno municipal: no es una ficción. No hay otra explicación plausible para que una fuerza como Ciudadanos, que no había apenas ascendido en votos municipalistas, que conservaba un número escaso de concejales, se aupase al bastón de mando. Han pasado muy pocos meses, pero hay que recordar que por entonces se vivía el idilio de la entente Moreno Bonilla y Martín (dicho así, seguido, parece un bufete de provincias o una delantera olvidable), Cs andaba como un cohete y el PP vivía momentos bajos, muy bajos (aún no había explotado el cohete, ni el PP estaba en remontada). Además, se dio un nudo gordiano: a este alcalde solo lo puede desbancar la antinatural unión de los contrarios.

La tercera coordenada pivota en la identidad territorial. Más allá de esas ataduras consistoriales que maniataron a Pérez, ha de tenerse en cuenta que los desplantes a Granada se suceden con contundencia y dejan en mal lugar a los delegados del gobierno sevillanero. Parque de las Ciencias, centros educativos, Escuela Andaluza de Salud Pública, siembran un constante alejamiento del capitaleo, que ya se calentó con el AVE y el PTS. Además, ahora que la Junta cambia el logo –como si no hubiese otras cuestiones en que abundar- por una ‘A’ grande, a Granada quizá le parezca aún más lejana la Junta y su imagen, casi irreconocible, y le sonará a la ‘A’ de Alcampo.

Eso sí, Pérez no se va, solamente lanza un órdago a la dirección andaluza del PP, manejada desde Málaga (¿Málaga) y a la Secretaría general del Partido dirigida por Murcia (¿Murcia?). Expone su nulo entendimiento con el acuerdo suscrito con CS por parte de los jefes; muestra la poquísima simpatía entre los dos políticos que estaban llamados a dirigir la ciudad. Pero se queda, seguirá en la Plaza del Carmen, atento, por si cualquier día hay que pasarse a la oposición, por si un Ciudadanos mermado, vapuleado, opta por eso que llaman ‘España Suma’ y todas las derechas aznaritas vuelven a la misma, prieta fila, y un Sebastián renacido porta el estandarte.

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