Yo entiendo a Pedro Sánchez
Pedro Sánchez no quiere a Unidas Podemos en el Consejo de Ministros y yo lo comprendo. Tiene sus razones. Tiene previsto traicionar por la puerta grande cualquier programa de izquierdas y no quiere testigos ni voces discordantes en el gobierno.
Viene un recesión global y nos va a coger con el doble de parados que hace 10 años, ya en el límite de máximo endeudamiento y por tanto sin posibilidad de estimular la economía con deuda; sin posibilidad tampoco de reactivar la inversión o el consumo bajando los tipos de interés que ya están al cero y, para colmo, condenados a un Euro fuerte que no podemos devaluar.
Las políticas de Sánchez serán las que siempre ha aplicado el PSOE en estas circunstancias: aumento de la precariedad laboral, reducción de salarios reales, recorte de servicios públicos y conversión de parte de ellos en productos de mercado vía privatizaciones, para ofrecer nuevas oportunidades al capital, al que también se abonará con reducción de impuestos.
Es lo que hicieron Felipe González primero y Zapatero después cuando se tuvieron que enfrentar a una crisis económica. Una de esas recurrentes demostraciones de que el capitalismo es un sistema inestable que lleva en su propia dinámica la semilla de su autodestrucción. Eso hará Pedro Sánchez. Y a quién crea que este Secretario General del PSOE es «otra cosa» habrá que explicarle la realidad, después de contarle lo de los reyes magos y el ratoncito pérez, claro, las cosas por orden.
Con quien negocian pacientemente en Madrid Alberto Garzón y Pablo Iglesias no es con el romántico espíritu de la militancia socialista que ganó el pulso a Susana Díaz, no. Es con el aparato del PSOE. El que amparó lo mismo la corrupción que el terrorismo de estado cuando tocaba y después vistió de «necesidad histórica» las privatizaciones de la banca pública, la entrada en la OTAN, las reformas laborales o la vergonzosa reforma constitucional del austericidio.
No quiere Pedro Sánchez un gobierno con ministros que saquen los pies del pequeño plato de las migajas que tiene previsto administrar a los españoles en los próximos años. Mucho menos, desea que pueda haber alguien desde dentro del gobierno que denuncie que el emperador está desnudo. Que esas políticas serán de partido pero no son ni obreras ni socialistas y mucho menos españolas, porque están condenando a la pobreza y la precariedad a generaciones enteras de españoles para mayor enriquecimiento de banca y corporaciones.
Es tan evidente. ¿Qué otra razón puede haber? La relación de fuerzas, con un diputado de Unidas Podemos de cada cuatro que sustentaran al gobierno, para lo que da es para un gobierno compartido. Yo comprendería que Unidas Podemos se negara a asumir responsabilidades de gobierno, temiendo ser víctima de las contradicciones y de la falta de arrojo transformador del PSOE. Comprendería también que la tensión estuviera en el reparto de poder y competencias, pero ¿esta cerrazón? No tiene otra explicación.
Pedro Sánchez va a poner en práctica la agenda económica que llevaría a cabo ciudadanos o el PP. Exáctamente la misma. Y para sacarla adelante, quiere contar con los votos de Unidas Podemos y con los de su propia gente que le gritaban «con Rivera no» sin darse cuenta que Rivera lleva, en espíritu, instalado desde hace décadas en el corazón de Ferraz.
Bravo, Manolo. Breve, concreto, acertado, esencial… desentrañas. Bravo.
Muy acertada la reflexión. Solo falta la opinión de que Podemos ya debiera dejar de intentar formar gobierno con ellos, parece que les estamos rogando que por favor nos dejen entrar al precio que sea. Me parecen tan acertados los argumentos que creo que deberíamos tratar de reducirlos y utilizarlos como campaña electoral. P. ej. «El PSOE necesita las manos libres ante la crisis que se avecina para hacer la política de la derecha».